viernes, 8 de agosto de 2014

Ni para 1 foto....

Salir de Lima, me costó un Perú!

Tomé “el 13” en la esquina del hostel que según me informaron, iría derecho por la Panamericana Norte. Dirección que yo quería para emprender la costa de salida rumbo a la frontera ecuatoriana…
Pero lo que yo no imaginaba era que la Panamericana era una avenida longitudinal de la capital, que la atravesaba como la Rivadavia de Bs. As., repleta de tránsito, nudos, embotellamientos, mercados, desvíos, semáforos, semáforos descompuestos, manifestaciones, arreglo de baches, y cuanto nombre de taponamientos y demoras existan. Además es una vía sin fin, ya que la ciudad en sí terminaría en algún punto, pero la población no! Por lo que indefinidamente seguían reproduciéndose las dificultades para abandonar la zona urbana y tomar la velocidad de una ruta.

En un momento, el 13 anunció su fin de recorrido y debí mutar a otro colectivo de continuación, ya que aún no era un punto propicio, ni cruce ni rotonda ni estación de servicio, como para hacer dedo…
Siguió el ajetreo por otra hora y pico más, subiendo y bajando gente, gritando las paradas, anunciando las próximas, frenando y arrancando intermitentemente…

Y el mundanal bochinche parecía no acabar más…

Hasta que figurita repetida anunció su fin de recorrido, siempre sobre la misma unidireccional Panamericana Norte.

A pesar del quilombo, decidí probar suerte en mitad de una cuadra, entre colectivos, micros, autos, camiones, camionetas, chatas, mototaxis (siguen los bichejos con capotas azules, tracción a sangre!), bicicletas, carros, carromatos, y creo que hasta ví pasar rodando alguna goma suelta.
Estiraba el brazo por encima de los techos, tratando que los camiones altos me vieran, eludiendo los taxis que me paraban de continuo, ofreciéndome sus servicios. Esperando que avancen los colectivos que paraban justo delante de mi posición. Corriéndome cada más a la siguiente esquina, pero todo daba lo mismo, por la cantidad de móviles que había.

No creo que ningún chofer reparara en mí en la banquina, ya que el caos los obligaría a mirar sólo delante y alrededor para no chocar. Además recuerdan el estruendo de bocinas que les conté ya, bueno el mismo potenciado a 10 veces más! como mínimo…

Todo envuelto en una neblina parda, que hacía casi imposible la visibilidad más allá de los dos metros.
Ya había transcurrido un buen rato y comenzaba a arrepentirme de no haber ido a una terminal de buses normal, y haber esperado el correspondiente (que partiría con mi destino seleccionado recién a las 17 hs. ), pagar un boleto y sentarme como una señora que soy…

Preferí invocar a mis angelitos para una expresa rápida sacada de esa situación, a seguir reprochándome lo inevitable…

En eso “justo” paró un auto bastante lindo, limpio y con un señor muy educado que se ofreció a adelantarme hasta “el penal” (¡?) 

Noooo…! Otra vez a la cárcel no! – pensé yo… pero subí impaciente de salir de ese caos. Después vería de que se trataban otros. Ja!

Lo cierto es que Carlos resultó mi angelito disfrazado de abogado que iba a cumplir sus funciones en un penal de máxima seguridad en las afueras de Lima, a 120 kms.!  Guai! De un tiro..! JA!
Así que hasta ahí, logré adelantar… (porsu me bajé antes de entrar! Ja!)

Ya estaba más despejada la ruta y era una esquina propicia, por lo que levanté mi dedito y enseguida paró una super 4 x 4 negra brillante, toda polarizada (que no veía si adentro iba algún chorro salido recientemente del penal, ja!). Al abrir la puerta para preguntar el rumbo, una hermosa sonriente familia, me dio la bienvenida y se ofrecieron a llevarme al próximo pueblo. Incluso si yo quería ir con ellos a pasar el día “al Castillo” (que bien podrían tener uno ellos por la pasta que se les notaba, aunque ése es el nombre de un Centro de Recreación Infantil, tipo parque de diversiones). Desistí la oferta, en virtud del tiempo que implicaría la visita, y  disfruté la charla hasta mi destino.  Gracias Omar, Yesica, Jesús y Luis! Fueron mis 4 Reyes magos por un rato..!

Ya había pasado el mediodía y recién había hecho 200 de los 500 km. que me había propuesto. Si seguía así, se oscurecería sin haber alcanzado la meta, y no quería quedar en un poblado miserable de ruta al anochecer…

En eso estaba pensando, cuando frenó “justo” delante de mí un soberano micro “vip” con destino a Trujillo, causalmente el mío!  Y tenía lugar…! Salté encima sin dudarlo!  Me acomodé en la poltrona rebatible, direccioné mi rostro hacia la ventanilla y me relajé…

Ahí empezaron los tiros, las bombas, los gritos, las ametralladoras, los insultos, los llantos y la desesperación..! La mía! Porque el resto era en la pantalla por sobre mi cabeza! Recordé porqué me niego a tomar micros entre otras cosas, por esto..! es increíble cómo la gente devora esos filmes sin protestar… todos atontados con los mentones hacia arriba, como si fuera maná del cielo… No lo puedo concebir, me indigna! Y no es cuestión de andar dando clases de moralina sobre los medios de comunicación y de la chatarra que ns imponen, en medio del pasaje o pidiendo a los choferes que apaguen el circuito y que todos se te vengan encima… etc… menos siendo no local!  En fin, totalmente arrepentida, traté de concentrarme en otros pensamientos más elevados, y/o recuerdos más agradables, haciendo caso omiso a los sonidos circundantes.

El paisaje pronto se convirtió en un desierto… Dunas enormes (después supe que algunas llegaban a los dos mil metros!) de arenas volátiles, que con el viento cambiaban de posición cada 2 x 3…
Igualito al de Marruecos, pero en vez de amarillo, gris! Como el cielo gris que seguía deprimiendo la luz, efecto mortecino…


7 hs. de desierto ininterrumpido! La arena llegaba hasta la ruta (que deben barrerla de continuo), ocultando el guardaraid de a tramos, y los postes de las señales hasta cierta altura… Increíble! 0 vegetación… sólo arena…y gris….

Cada tanto, unas caprichosas formaciones de areniscas conformaban una especie de rocas de formas llamativas, aunque enseguida se disolvían y vuelta a comenzar el desierto gris...

En algunos momentos, sorpresivamente, aparecían vergeles verdes de rica explotación agícola, por poquitos kilómetros, siempre seguidos de algún pueblito, parada obligada del micro. Para reiniciar la sequedad, a la salida del mismo.

Así transcurrió la tarde, entre la solitud de un paisaje agreste y la agresión visual y sonora del interior del micro, aunque con destino asegurado.

Faltando 200 km. y siendo ya las 8 de la noche, nos hicieron bajar y nos cambiaron de micro, a las 3 pasajeras que faltábamos completar el recorrido. Resultó una catramina del estilo de la que ya había tomado anteriormente, por lo que volví a arrepentirme de no haber tenido la paciencia de haber esperado un camión al mediodía… En fin, ya estaban así las cosas, y tarde o temprano llegaría…. Ojalá que antes de desfallecer de hambre! Ya que solo contaba interiormente con mi desayuno. En esa parada de intercambio, el olor a orín circundante, hizo asquearme de tal modo, que me negué a respirar y/o husmear algo en algún kiosquito. Por doquier había puestitos de frituras de pollo con papas, con el “tradicional” aceite quemado desde hace meses! (por eso lo de tradicional, Ja!)

Por suerte, partimos nuevamente raudamente, y la que quedó frita fui yo.

Al llegar a Trujillo, alguien me despertó tocándome el hombro y ya eran las 23 hs.!!!
Dí vuelta manzana a la terminal de buses y me acomodé en el primer alojamiento que encontré.
Bendije el agua de mi botellita, y aquí estoy despidiéndome muy cordialmente de Uds. para seguir con mis angelitos…

Disculpen que este relato no es nada divertido, pero tampoco lo fue el día de hoy…  En fin, ya habrá mejores…


Aunque pensándolo mejor, no es para ser desagradecida! Haber llegado hasta aquí ya es un Triunfo! Gracias Dío! Realmente GRACIAS…! A Domani!