Con mi
acostumbrada (o ex) suerte, llegué a los ferrys justo para su primera partida
del día: 7.am! Como blanca que soy, tuve privilegio en la cola para comprar el
ticket. “Pase señora pase!” ¡Qué lástima…! Aquí hay aún , como en el resto de
la Africa que voy conociendo, un “servilismo” oculto, innombrable,
asquerosamente tácito. Siento que todos (los negros, y no lo uso
despectivamente, sino para abreviar nomenclaturas filisóficas) te miran y te
tratan con cierto aire de admiración y cuidado desmedido, como si fuera una
semidiosa con derechos. Por un lado, mi ego de sesentosa invisible en “mi
mundo”, se siente reconfortado y halagado, pero intuyo que esto es más por su
creencia de auto desmerecimiento, que por mis méritos.