Estuve rastreando la dirección de la Fundación Wangari Matthei en internet, pero no aparecía ninguna, solo un teléfono que no contestaba nunca.
Tampoco
había recibido respuesta de los dos mails anteriores que le había mandado desde
Argentina. Tampoco había habido respuesta a los mensajes al @instagram.
Pero como la
perseverancia es una de mis virtudes, y preguntando se llega, tenía que
encontrarla.