miércoles, 25 de agosto de 2021

Polonia I

 Apenas cruzamos la frontera, edificios de una arquitectura totalmente diferente se presentaron al borde de la ruta. Infinitos “monoblocks” de entre 4 o 5 pisos, muy cuadrados, más que racionalistas, con ventanas oxidadas, sin balcones y ninguna flor…  en franco estado de abandono, aunque habitados por centenares de polacos que pululaban entre mercados y calles colmadas de carteles, ruidos y autos tan deteriorados como ellos.

Evidentemente, la diferencia económica entre ese país y su vecino germano, es notoria desde el primer aprouch. Alemania con sus chalets de piedra con canteros de geranios rojos colgando, sus albercas plenas de dalias lilas y porchs vidriados con duendes y maripositas de cerámica colgando entre tejados de pizarra, cobijando BMW o Mercedes lustrosos, no tiene nada que ver con los rejuntes de chapa sin matrícula ni faroles de los modelitos de autos cincuentosos que usan los polacos en estas primeras ciudades fronterizas ni con las caravanas que circulan por toda Europa con sus desbordes de lujo para campings como colmenas.


Esa fue la primera impresión mientras aguardábamos en la fila para subir al ferry que nos cruzaría a la ruta definitiva rumbo norte. Una espera de 1 hora para una travesía de diez minutos, aunque, para nuestra sorpresa, gratuita! Es un servicio del Estado.