jueves, 29 de agosto de 2019

A PuroOcio


“Las chicas alemanas” no me dejan ir!  Un día más me piden, ja!  y me convocan a la casa de una de ellas a compartir otro exquisito desayuno-lunch, porque aquí le ponen de todo! y nosotras, toda la charla!


Vive en un bosque de cuentos de fantasía, con un lago que convocó nuestras ganas de mallas prestadas, y zambullida junto a los perros y los camalotes flotantes. Una delicia de media tarde!

Caminando entre maizales, comiendo frambuesas al paso, y riéndonos mucho!








Al anochecer, nos fuimos para Kiel, otra ciudad en el norte, a la casa de otros amigos, que tienen una motorhome en la playa del Báltico. 



Allí, a la luz de una vela, hicieron una picada de quesos exquisitos, ensalada tana capreses, (tomate albaca y bolitas de muzarella), melón cortadito y supremo vino blanco de Chile para brindar! Ja!  (Me sigue la Patagonía:  Ñandues, araucaria y vino chileno, ja!)

Mientra ellos charlaban en inenteligible alemán, yo me dediqué a descubrir estrellas nuevas en un cielo completamente distinto al mío. Extrañé la Cruz del Sur, pero descubrí la Osa mayor…  Todo el tiempo se aprende! Eso es lo maravilloso de los viajes…

Y todo el tiempo descubres gente maravillosa, que abre sus puertas, y comparte sus corazones, su lugar, su mesa.  ¿A cambio de buenas historias de hormiga viajera?  A cambio de nada! por pura generosidad, por pura nobleza de almas.


Mirando las estrellas, me quedé dormida con las Gracias en el corazón.


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