Amaneció lloviendo fuerte, y yo debía acomodar mis emociones y mis bártulos. Buscar información sobre la zona que visitaría los siguientes días, y por sobre todo, hacer un poquito de fiaca.
El llamado de Shinko, un amigo de Abuth me arrancó de mis
propósitos, avisándome que estaba llegando a mi hostel para ayudarme a armar el
itinerario por el Valle del Omo, y las visitas a las tribus autóctonas que aún
residen en esa zona.