Estuve rastreando la dirección de la Fundación Wangari Matthei en internet, pero no aparecía ninguna, solo un teléfono que no contestaba nunca.
Tampoco
había recibido respuesta de los dos mails anteriores que le había mandado desde
Argentina. Tampoco había habido respuesta a los mensajes al @instagram.
Pero como la
perseverancia es una de mis virtudes, y preguntando se llega, tenía que
encontrarla.
Aquí en
Nairobi hay una avenida principal con su nombre, un parque, varias escuelas,
una universidad, pero nadie sabe dónde queda la sede originaria.
Alternativa:
buscar la organización Green Belt que es el movimiento por ella fundado. Su
iniciativa con las mujeres de cada aldea, de Kenia a Senegal, enseñándoles a
juntar semillas, armando almácigos en viveros, plantar, regar, cuidar y así dar
vida a 47.000.000 de árboles plantados, para revertir el proceso de
desertificación de la tierra africana y valorizar la vida de esas mujeres con
un propósito digno.
Mis
anfitriones Winnie y Samy me ayudaron a dar con la organización en un barrio
bastante alejado.
Estar frente
al portón de entrada con el logo pintado, me hizo temblar cada vértebra. Los
incontables minutos que el portero tardó en abrirlo, se me detuvo la
respiración.
Cual puerta
de Ali Babá, el prolijo jardín interior apareció ante mis ojos con la
reverencia de bienvenida del humilde señor.
Ya adentro, unas secretarias me atendieron muy amablemente y sorprendidas ante mi pedido de voluntariado, me mostraron que por el mes siguiente estarían cerrados por reformas, pero que en Agosto, estudiarían la propuesta. ¡Falta más de un mes!!!...
Entonces me
recomendaron visitar otra organización ambientalista: La Wild Life East Cost
Africa que quedaba por ahí cerca.
Antes de
despedirnos me mostraron el árbol que la mismísima Wangari plantó en 2004 como
agradecimiento a su Premio Nobel de la Paz.
Fue una
emoción enorme levantar la vista hacia la copa… y sentir el llamado de su
abrazo en mi alma. Rodeé el tronco con mis brazos y lloré un piquito…
Nos
despedimos con la posibilidad de volver el mes próximo y nos dirigimos a la
Wild Life.
Nos tuvieron
un buen rato esperando para hablar con algún director o algo así de la prestigiosa
institución. Cuando finalmente nos atendió y escuchó mi propósito, maravillado,
me derivó a John Grenche, ex mano derecha de Wangari en el Karura Park, ya que
allí sólo se dedicaban a recaudar sponsors y dinero para su sostenimiento.
Nos fuimos
entonces para el Karura Park, donde el sucesor a cargo nos estaba esperando.
Muy amable escuchó mi historial y mi ofrecimiento de mano voluntariosa.
Me pidió que
lo haga formalmente por mail a la oficina que figuraba en la tarjetita que me
estaba dando. Que era muy probable que en 1 o 2 días me contestaran
afirmativamente, pero que él no podía decidir solo, sino que todo se revisaba
en comunidad. Ok!
Con la
esperanza en alto, me mudé de Coachsurfing para no abrumar más a Winnie y porque
May me estaba solicitando albergarme. Resultó una familia amorosa, con marido
cheff y 3 hijas adorables (16,12, y 6) que también cocinaban. Tres días con
ellos, conocí todos los platos tradicionales y salí pipona.
Mientras
tanto, esperaba el veredicto…
Un día, dos…
y ya me parecía raro la falta de respuesta. Al tercero, rompiendo la
imprudencia de la presión, lo llamé por teléfono. Su secretaria no estaba ni al
tanto. Sí había recibido el mail. Él estaba en una reunión. Me devolvería la
llamada…
Día siguiente,
ante el silencio, le mando un mensajito al número de la tarjetita.
No sabe/no
contesta.
¡Buahhh!! Ya
van 96 hs..
Vuelvo a mudarme de coach: Roberto, un mexicano radicado en Kenia desde hace 3 años, me recibe con su generosidad y su saber, con ojos latinoamericanos.
-“Si no te
contestan en el momento, tómatelo como un N” -me bajó la ilusión de un plumazo.
Me cuenta de varias experiencias que él ya tuvo por aquí. Me dice que son
vuelteros, que no son claros, que no toman decisiones, y tampoco te las
notifican. Que son muy duros para aceptar blancos, que no espere más…
-GLUP!! -con
que trago esta frustración?
Finalmente
se cumple lo que tantas veces me digo: Es mejor no tener planes ni esperar
nada, de esa forma todo lo que me llega es genial! En cambio, cuando estás
esperando algo y no sucede, te frustras y sufris..
Es entonces
el momento de aplicar la ley derivada: Aprender a no frustrarme y a no sufrir.
Si no se da, por algo será… Y todo es por algo… Y todo es para algo… Estoy en
el lugar indicado en el momento indicado… Cuando una puerta se cierra, se abre
una ventana… Ya algo bueno va a surgir… y bla, blá..blá… ¡Cuánta teoría para aplicar! ¿Qué difícil
cuando te aprieta tu propio zapato! Ja!
En eso
estoy, digiriendo… procesando… parece que por ahora no está escrito que cumpla
mi deseo del voluntariado en la Fundación de mi Héroa.
¿Y qué? ¿A
quién tengo que rendirle cuentas? ¿Es que eso sumaría puntos en mi vida? ¿O
sería solo una experiencia más? ¿Si no es aquí, podrá ser en otro lado? ¿Por
qué no?....
Y mientras la
mente cuestionadora se debilita con preguntas que aún no tienen respuesta, me
relajo y busco un plan B.
Y lo
encuentro!: Si mañana no me contestan, el finde me voy al mar, a Mombasa, la histótica ex colonia
portuguesa, a orillas del Índico. Veremos, veremos… y ya lo sabremos.
P.D.: 2°
frustración ( 2 en 2 meses no está nada mal, ja!): No hay más pasajes en tren
para Mombasa para el finde… buuh… Dicen que el recorrido es precioso, porque
atraviesa un Parque Nacional y se pueden ver los elefantes desde la ventanilla.
Aunque ya no es el histórico tren modelo siglo pasado, que figura en muchas
guías turísticas. Ahora es casi un tren bala europeo. En fin, me saqué boleto
en bus. A terca, terca y media! Allá voy….
Chau! Santi! (Gracias en Suahiri)
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