jueves, 22 de agosto de 2024

Jozami Forest

Como ya se habrán dado cuenta, soy de las que no se quedan quietas. 48 horas en un mismo lugar me produce una especie de cosquilleo en la planta de los pies que me impulsa a andar…

Aproveché el nublado para huir de mi paraíso-piscina-playa, aunque pareciera difícil de abandonar el edén, porque el bosque de Josami Forest me convocaba en el arrullo del viento costero.


Medité la salida en una hamaca “paraguaya” (¿?) (o debería decir: “hamaca zanzibariana”?) y decidí tomar el transporte local para llegar primero al mítico “The Rock”, el restaurant en la isla que dio origen a la cadena franquicia mundial de “Hard Rock”. Se complicaba un tanto el trayecto, pero conociéndome, no me iba a privar por eso. Por otro lado, la marea baja de la mañana me beneficiaba. Ya aprendí a leerlas muy bien, ja! Si llegás después de las 15 hs. Deberás hacerlo en bote. Por otra parte, lo mío solo se trataba de curiosidad. No me apetece sentarme sola en un restaurant pituco, viendo como las parejas románticas se piden langostas vivas y otros pobres bichos. Y menos a las 11 de la mañana.



Mi plan resultó a la perfección! Con solo dos combinaciones de “matatos” (modelo local de colectivito-carrito, o algo así) llegué en la mitad del tiempo previsto.

Pocos turistas a la vista, y algunos locales vendiendo sus productos artesanales. 




Fotitos de alegría y a seguir…


























Con otros 2 matatos rumbo al Josani Forest llegué antes del mediodía. En la entrada, pevia consabida entrada como todo Parque Nacional que se precie, te informan que tenés dos circuitos para recorrer: el bosque donde habitan los Columbus (monitos de cabezas rojas) y los manglares hacia la derecha, distantes 3 kms. de la entrada y luego el recorrido interno de 1 km. más. (con vuelta incluída serían 7! Casi 2 horas a pie!)

Para la izquierda, el sector del bosque de árboles de Mtondoo , que se extiende por 1.500 ha…. Podés recorrer lo que quieras, pero siempre con un guía local  (incluido en el precio de la entrada, pero sólo para grupos). No se plantean que alguien pueda llegar sola y con sus propios pies, sin vehículo!

Como además de mi curiosidad, tengo el don de la desfachatez (simpatía) comencé a parar a los autos que entraban al parque (autostop?) para requerirles “el favor” de llevarme a recorrer con ellos. Al segundo intento, abrochado el acuerdo! Listo!

Así es como pude recorrer todo junto a una pareja de húngaros amorosos.

Pasamos las pasarelas sobre los manglares (especie que nace en pantanos y cuyas raíces asoman por sobre las aguas, tejiéndose redes aéreas por donde absorben oxígeno y así viven sin pudrirse) Se crea un espacio fantástico, como un gran paraguas semisombrío, sobre los arroyos que se entrecruzan sin fin, buscando la salida hacia el océano. O sea, es agua que corre, no está estancada aunque lo parezca. De hecho, miles de pececitos habitan en sus profundidades. El silencio, también.








Volvimos al coche (que comodidad!) (limpito y acolchado) y fuimos a ver lo Columbus. Monitos más que simpáticos, que tienen solo 4 dedos y una larga cola, cabecitas pequeñas de pelaje anaranjado con muchos bigotes blancos como coronitas. El lomo también es rojizo, son omnívoros, se comen todo! Aunque prefieren las hojas y los frutos de los árboles de esta región. De hecho, son endémicos. O sea que son originarios de estos bosques y sólo habitan por aquí cerquita, no los encontrarás en ningún otro punto del planeta. Por eso, están tan bien custodiados en esta Reserva. Son el orgullo de los isleños de Zanzibar.




con su bebé a babucha!





Otra vez al auto, rumbo al otro sector, donde Mohamed, el guía, nos contó la historia de este bosque: En el año 1930, Don Yosi, un hindú (recuerden en esos años Tanzania era colonia británica, recién se independizó en 1.964) plantó esta especie exótica, 

originaria de Australia, cuya madera muy dura le otorgaría el beneficio de fabricar muebles y montó una gran fábrica para ello. 80 años más tarde fue declarado Reserva intocable! Sus descendientes se quedaron con las ganas de los dividendos, pero somos muchos más los que hoy podemos gozar de su belleza, sus sombras y sus sabidurías. Yo me los gocé a pleno disfrute!



















Los húngaros siguieron viaje para la capital de la isla y yo me busqué otro matato para ir hacia el norte, hacia la ciudad de Nungwi, la meca emblemática del glamour de esta isla.

Otro transbordo de matato y llegué con la puesta del sol rojo sobre el mar, un regalazo de los dioses!


 Busqué un hotelcito sencillo, aunque precioso, onda chocitas de techo de paja con las comodidades del primer mundo (ducha calentita, sábanas blancas, internet, desayuno incluido y muchas sonrisas negras!)



                            Otro día de AGRADECIMIENTO! Hakuna Matata para todos!

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