En homenaje a un cuentito que escribí hace un tiempo y que se los quiero compartir:
Naftalina
Celina
andaba muy triste porque su hermanito Hernán estaba enfermo desde hace un
montón de semanas.
Al principio
parecía un resfrío, por lo que su mamá les prohibió salir a jugar al patio.
-“Pero si yo
no estoy resfriada!”- protestó Celina inútilmente.
-“No
importa! Por las dudas!”- determinó la mamá seriamente mientras batía los
huevos para un bizcochuelo.
-“Ufa…”- se
fue quejando hasta la pieza y se encerró en el placard. Costumbre que había
adquirido hacía unos años cuando quería jugar con sus muñecas, aunque sabiéndose
ya grande, le daba vergüenza que después
su hermanito lo anduviera contando por ahí.
En la
penumbra de la madera encontraba el refugio de una cabaña imaginaria donde
vestía y desvestía a sus nenas de trapo. Les hacía peinados según el humor del
día: trenzas para los tristes, rodetes gordos si estaba contenta.
Les contaba
lo aprendido en la escuela y ensayaba un poco de maestra para cuando fuera más
grande.
Encuclillada
en un rincón con los tapados colgantes rozándole las pestañas y en voz bien
bajita para que nadie la descubriera, pasaba la tarde.
Lo que más
disfrutaba en esos momentos de soledad, era el olor de la cera con la que su
mamá frotaba las puertas cada semana… la transportaba a caminos húmedos en un
bosque lejano…
Aunque a
decir verdad, lo que más disfrutaba Celina, era el momento preciso en que
escuchaba el grito desde la cocina:
-“Celinaaaa! Vení a poner la mesaaaa….”
-“Ja! faltan
tres…”- se decía conteniendo la respiración.
-“Celinaaaa!
Bajá ya mismo, te estoy llamandoooo”-
-“Ja! faltan
dos…”- conteniendo la risita.
-“Ce-li-na!
No me obligues a subir!”- amenazaba la mamá entre cacerolas humeantes.
-“Ja! falta
uno….”- mientras escondía sus muñecas entre las cajas de zapatos, bajo los
almohadones viejos.
-“Haceme el
favor Celina! Todas las noches lo mismo… Vas a ver cuando llegue tu
padre!... Bajás o subo yo a buscarte de
una oreja?”
Celina
besaba amorosamente cada una de sus hijas, despidiéndose, mientras se prometía
a sí misma no ser jamás cómo su madre.
No tenía
ningún apuro más que el impuesto por el hambre.
Sabía
perfectamente que su mamá no dejaría a Hernán solito con el fuego prendido.
Por otro
lado especulaba con el reloj imaginario esperando escuchar el llavero de su
papá acercarse a la puerta del frente.
Al ir a
guardar a Naftalina, su pepona preferida, le oyó susurrar suavecito:
-“Yo sé cómo curar a Hernán!”
Celina no se
sorprendió de lo que escuchó porque ya estaba acostumbrada a charlar con sus
muñecas, más bien le entusiasmó la idea de encontrar una cura para su
hermanito.
-“Tú sabes
lo que tiene? Sabes como curarlo?”- pero Naftalina ya se había quedado dormida
en la caja de las guillarminas de charol.
Celina no
quiso aguantarse más las ganas de semejante noticias y corrió escaleras abajo,
saltando los 3 últimos escalones de una vez.
-“Cuántas
veces te he dicho que no saltes así? Te vas a romper una pierna!”- volvió a
quejarse la mamá. –“Por fin apareciste! A buena hora!.... Ya puse yo la mesa,
como siempre…. Sentate y comé!”-
-“Es que
tengo algo importante que decirte…”
-“Ah sí? Yo
también: comé rápido que te tenés que acostar, mañana tenés que ir a la escuela
temprano…”
-“Si mamá,
ya sé! Todos los días voy a la escuela temprano, pero prefiero esperar a papá y
que comamos todos juntos…”
-“A mí
también me gustaría eso, pero ya ves, estoy muy ocupada ahora preparando los
pañitos fríos para la frente de Hernán…. Y tu padre, no se sabe nunca a qué
hora llega… tiene mucho trabajo!”.
-“Es que
justamente tengo la solución para la fiebre de Hernán!”- anunció sin dudar.
-“Ah
sí?? Y cómo sabes tú de medicina?”
-“Me lo dijo
Naftalina!”
La mamá se
echó a reir, sin creer en los poderes mágicos de la muñeca:
-“Cuantas
veces te he dicho que ya estás grande para andar hablando con ellas! Vamos!
Terminá la tortilla que te hice un postre rico…”- saliendo con la bandeja de
toallitas mojadas.
Celina,
obediente, y sabiendo que era inútil insistir, terminó su plato, recogió la
vajilla, pasó el trapito a la mesa, pasó a darle un beso de buenas noches a su
hermanito, se duchó, se acostó y lloró un poquito… Ni siquiera escuchó cuando el auto de su papá
estacionó bajo su ventana.
-“Hola
querida!”- dejando su sombrero y el portafolios junto al perchero de la entrada
– “cómo va todo?”
La mamá le
extendió su plato de comida y exhausta le pasó lista a los acontecimientos del
día, realmente preocupada por la fiebre intermitente del benjamín.
-“Tendremos
que consultar a otro médico”- sugirió el papá seriamente – “No podemos seguir
así…”- aunque tan cansados estaban que se fueron a dormir sin tomar ninguna
decisión, como todos los días…
A la mañana
siguiente, frente al espejo mientras se afeitaba, el papá recordó su sueño de
la noche anterior:
-“Querida,
no me vas a creer, pero anoche me vino a visitar Naftalina…”
-“Ah
sí??? Ahora vos también con esas
tonterías?!” – entre incrédula y malhumorada.
Tratando de
salir de su propio asombro, y sin querer perder más tiempo, pasó por la
habitación de Celina a darle el besito de los buenos días, sin hacer ruido para
que aprovechara a descansar media hora más.
Se calzó el
sombrero, tomó su portafolio gris, besó a la mamá en la puntita de la nariz, y
para no llegar tarde a su trabajo, se fue sin más comentarios.
La mamá pasó
a revisar la frente de Hernán y sintiendo que estaba más fresca, respiró algo
aliviada, aunque con el temor de que más tarde reapareciera la fiebre.
Fue a la
cocina a preparar las tostadas para el desayuno de Celina, y la rutina de todos
los días volvió a empezar…
Aunque ese
día, fue diferente!
-“Celinaaaa! Vení a poner la mesaaaa….”
-“Ja! faltan
tres…”-
-“Celinaaaa!
Bajá ya mismo, te estoy llamandoooo”-
-“Ja! faltan
dos…”-
-“Ce-li-na!
No me obligues a subir!”- amenazaba la mamá entre cacerolas humeantes.
-“Ja! falta
uno….”- mientras escondía sus muñecas entre las cajas de zapatos, bajo los
almohadones viejos.
-“Haceme el
favor Celina! Todas las noches lo mismo… Vas a ver cuando llegue tu
padre!... “
En ese
momento, Celina escuchó que bajo su ventana se detenía el auto rojo de su papá.
Salió de un brinco de su escondite con Naftalina apretada ente sus brazos.
Corrió las cortinas floreadas y con sus mejores sonrisas, lo saludaron con las
manitas en arco iris.
Corrió
escaleras abajo, saltando los 3 últimos escalones de una vez.
-“Cuántas
veces te he dicho que no saltes así? Te vas a romper una pierna!”- volvió a
quejarse la mamá. –“Por fin apareciste! A buena hora!.... Ya puse yo la mesa,
como siempre…. Sentate y comé!”-
-“Es que
tengo algo importante que decirte: Llegó papá!”- al tiempo que se abría la
puerta y una gran sonrisa aparecía por debajo del sombrero que se colgaba en el
perchero.
Hernán y
Celina corrieron a abrazarlo, mientras la mamá agregaba un plato, un vaso y un
juego más de cubiertos a la mesa: -“Qué linda sorpresa! Viniste temprano…”
-“Sí y desde
hoy vendré siempre a esta hora!- guiñándole un ojo a Naftalina que ocupaba el
banquito amarillo. –“Decidí que voy a trabajar un poquito menos porque quiero
cenar con mi familia y después jugar unas vueltitas con el tren eléctrico.
Hernán va a manejar la locomotora,
Celina de guardabarrera y mamá va a vender los boletos! Qué les
parece…?”
Todos
devoraron los fideos, pasaron el pancito a la salsa del fondo de cada plato, y
sin esperar al postre corrieron a la habitación de Hernán para acomodarse
frente a los rieles.
El papá
revisó las pilas, la mamá enganchó dos vagones sobre las vías y Celina acomodó
a Naftalina en uno de ellos, con las patitas cruzadas.
Esa noche, y
las que siguieron, tuvo permiso para acostarse un poquito más tarde, porque
como decía su mamá: -“Ya estaba grande! …”
Ah! Por
cierto, Hernán no volvió a tener más fiebre!
Qué que tiene ésto que ver con los viajes de una Hormiga Paseandera?
Es que Naftalina es la primera pasajera oficial del checq-wagón ! en nuestra Aventura de ir a........... Plantar árboles! en:
Que disfruten del cuentito de las buenas noches!
Les dejo un beso escondido en el exquisito aroma de este capullo de Magnolia...... que descansen!
Les dejo un beso escondido en el exquisito aroma de este capullo de Magnolia...... que descansen!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Si querés, dejame aquí tu mensaje o compartime tu Milagro...