Siguiendo la
ruta de Neruda, hoy me levanté decidida a ir a conocer Isla Negra, que no es
una isla ni es negra! Es un poblado mínimo de casas costeras, otrora de difícil
acceso y alejado, hoy villa turística famosa aunque aún recatada, a 150 km. de
Santiago.
Me despedí
de la ciudad capital, y siendo difícil salir de las mismas a dedo, tomé un bus
como Dios manda, ja!
Eran 2 ½ hora
de viaje, en medio de una neblina que impedía ver el paisaje. En algunos
tramos, la ruta se metía en las entrañas de las montañas atravesándola por
larguísimos túneles. Algunos de más de 2 o 3 km. de largo, casi hasta la
claustrofobia! Para volver a asomarse a la luz redentora.
Así
anduvimos hasta que en un momento…zas!:
El MAR! Con toda su bravura alentada por el viento, sacudiendo palmeras. Con la espuma rompiendo en las rocas, con la alfombra de arena recibiéndolo en bocanadas de sal y olor. Qué emoción..! qué grandeza…!
A los pocos
minutos, arrivamos a la parada. Descendí (lo digo en singular, porque fui la
única, el resto del pasaje seguía viaje al puerto de San Antonio) y según las
indicaciones por una callecita descendente y zigzagueante, de tierra roja,
rumbo al azul del mar, llegué!
Este era el refugio
predilecto del poeta, y con todas sus razones: la belleza, el silencio, la
calma…
Aunque esta
intimidad no lo alejaba de lo social, ya que era un excelente anfitrión y
cocinero. Amaba las mesas grandes para poder recibir a sus amigos, con vajillas
exóticas de todas partes del mundo, y siempre con copas de colores, porque
decía que éstas embellecían hasta el mejor vino!
Como buen
amante del mar, y de los barcos –decía que él era un Capitán de tierra- construyó
esta casa con forma de barco y reminiscencias de este tema por doquier. Así es
que tiene mascarones de proa por todos lados, incluso los bautizaba con nombres
como si de muñecos se tratara. Los ponía mirando el agua o en penitencia, según
las ocasiones. Coleccionaba astrolabios, catalejos, brújulas, pinturas de
veleros, barquitos dentro de botellas…
Además de
instrumentos musicales, pipas, zapatos gigantes, botellas raras, estribos de
caballos, tótems de la isla de Pascua, y miles de caracoles de todos los mares
del mundo, bellísimos y asombrosos a la vez..!
Armó un bar
en un bote viejo que nunca botó, pero decía que allí uno se mareaba más que si
estuviera en el agua, ja!
Como en La
Chascona, los desniveles de plantas bajan hasta la playa de rocas, formando
terrazas para la contemplación.
En una de
ellas, reposan enterrados juntos, Neruda y Matilde, mirando el mar…
Terminada la
vuelta, no me podía ir. Ni terminar de desenredar el nudo de emoción que me
cerraba la garganta, humedeciendo mis ojos… Es increíble palpar tanta VIDA en una casa …. vacía?... Evidentemente el Espíritu del Amor, aún
cosquillea en todos sus rincones!
De aquí
directo a leer “Confieso que he vivido” y “Una casa en la Arena”!
Mañana la sigo
en su 3° y última casa en Valparaíso.
Para allí me
dirigí en efectivo “dedo-express”: Doña Leda (maso 70 juveniles primaveras) al
volante de su Fiat, me recomendó el hostel de su hija en Monte Mariposa, en
pleno centro de Valpo, como le dicen por aquí.
Creen que
dudé? De dónde creen que les estoy
escribiendo? Ja!
Sin antes
pasar a visitar unas bodegas en Casablanca, ya que el siguiente conductor,
orgulloso de sus viñedos, me llevó a conocerlos!
Me quiso obsequiar una botella de su cosecha, pero en mi mochila no entraría ni una gota! Y siendo las 5 de la tarde, no es hora de andar quedándose dormida en auto ajeno! Agradecida de todos modos, me acercó al cruce con la autopista, donde bajé de uno y subí a otro que me vino contando todo el “desastre” artístico que se produjo durante la época de Pinochet y sus secuaces. Muy interesante….recordar a tantos grandes de la literatura, la música, el cine, el teatro…. Y ya llegamos!
Siguiendo
las indicaciones de Leda: “colectivo “O” hasta el ascensor Mariposa (¡?),
bordeas por una callecita empinada, y verás unos canteros raros…unos clavos en
una puerta rara… y ya te darás cuenta… “ Ésa fue toda la dirección que tenía
por cierta.
El “O” lo
conseguí enseguida. El Ascensor era un funicular que te sube a la cima del
cerro desde “la planada”, ya que esta pintoresca ciudad –algo bastante
deteriorada- se desarrolla toda en las laderas y cimas de los cerros que mueren
en el mar. Así que sus callejuelas repteadoras, van siguiendo curiosos
laberintos, entre rampas, escalones, desvíos, más escalones, escalas,
pendientes, uffff!!!! Me cansé!!! : 264
peldaños hasta la casita en cuestión (mochila al hombro, qué joven que estoy!)
(después de esto, ya no! Ja!).
Las fotos se
las debo para mañana, porque además ya estaba casi oscureciendo, y no daba para
pararse a otear el horizonte… con el
imponente mar abajo a lo lejos… (sin sol rojo por lo nublado, buah…! Aunque no pierdo la esperanza de la luna
llena de esta noche!!!)
La casita
resultó ser de una pareja de artistas rebohemios, super suigeneris, en
distintos niveles y entrepisos. Siguen las escaleritas por adentro, y hasta de
tipo marineras para salir a una terraza rechic!
Bastante acristalada, pero sin calefacción! Lo que no es una buena combinación para esta
noche helada (aquí perdimos la temperatura de Santiago..). Pero bueno, tengo
habitación privada enorme con 4 ventanas! A los 4 puntos cardinales! Y baño
privado! Un lujo! Anque sin desayuno….BUAH!!!! Sólo de pensar que debo bajar 264 escalones
para ir a comprar pan, ya me deprimo! Ya veremos… aún tengo 2 manzanas en mi bolso.
Racionalizaré: 1 de cena, y otra de prima colacione…Glup!
Otra buena?
Queda a… 300 metros de la de Neruda!
Good night! Me
voy a dormir con el poeta en mi compu…. (Beneficios de la tecnology! Ja!)
Feliz Luna Llena
para everybody! Los quiero!
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