Hoy cortito
porque acabo de llegar fundida tras 9 hs. de camino de cornisa, cruzando un
alto cordón montañoso, desde Sucre a Cochabamba.
Esta vez en
una Nissan 4 x 4, aire acondicionado, super buena, con Rogelio al volante, un
capo! Inspector de la empres eléctrica a cargo del tendido de redes aéreas por
esa ruta precisamente.
Menos mal
que no subí a un camión, porque hubieran sido 12 hs.: las cuestas reempinadas
parece que hay que empujarlos y en las bajadas, se van tan a pique que andan con el
freno puesto. En cambio la camioneta, super potente tenía un agarre
impresionante en las curvas.
Por cierto
si cada curva hubiera sido un grano de arroz, hubierámos podido preparar una
paella para un pueblo entero! 320 km. de sinuoso ininterrumpido! Ya me da
vuelta todo! Encima la mitad de ripio, y la otra mitad de empedrado! Sí! Ruta adoquinada! Rarísima! Y además
empedrada arriba porque estaba llena de piedras sueltas caídas de las montañas
aledañas. Altísimas por cierto!
Las primeras
horas del recorrido, eran grandes rocones negros, con tierra árida y algunos
cactus. Luego se fue poniendo la tierra
roja, y apareció un río paralelo (es una forma de decir..) sinusiando la ruta,
y con su frescor, se comenzó a ver cultivos de cebollas, papas, flores! de unos
colores super intensos.
Les debo las fotos, porque iba tan agarrada que no me daba para sacar la máquina... usen la imaginación, y más!
Cada tanto
atravesábamos unos pueblitos de postal: donde la ruta se convertía en única
calle longitudinal del caserío terroso, generalmente sin ni veredas, pero
siempre con puestitos de cholas vendiendo algo…
En un momento,
el verde se impuso: enormes eucalíptus regalaban su fragancia armando una
bóveda de sombra fresca sobre el camino. Los rayos de sol los atravesaban,
pintando de claroscuros la tierra a sus pies.
Comenzaron
los grandes sembradíos: un patchwork de diversos colores dibujaba recuadros
hasta lo alto de las laderas de las altas montañas que nos acompañaron todo el
día. Distintos tonos de verdes se entremezclaban con ocres y rojos intensos, en
unas extensiones enoooorrrrmmmeeessss…….
Todo cultivo
de hortalizas para abastecer los grandes mercados. Y todo trabajado a mano, ya
que por las pendientes es imposible cosechar con máquinas.
Aquí y allá
debíamos detener la velocidad para permitir el cruce de rebaños de cabritos, o
burros tontos en medio de la ruta, mamá cerdo con sus chanchitos atrás, algunas
gallinas, algunas vacas y hasta un toro huevón!
Al fin y al
cabo, los intrusos somos nosotros. Ellos, como panchos por su casa!
Rogel estaba
más apurado por llegar que yo, así que afortunadamente no se paró para comer,
sólo un pis y seguimos!
La entrada a
Cochabamba resultó tipo Panamericana en hora pico, insufrible! Cientos de
camiones, camionetas y autos! Y en el medio, las baratijas ofrecidas por las
cholas en las ventanillas, ya que íbamos a paso de hombre…
Finalmente
me dejó en un barrio cercano al centro (Puaj: tipo Once a la enésima..!), así dijo, ya veré mañana…
Lo insólito
fue que después de todo un día de amena conversación, y de agradecerme que lo
haya mantenido despierto con la charla, y bla bla de amabilidades (El postre
Rogel es muy empalagoso!) al bajarme, me reclamó el importe similar al pasaje
del micro. Glup!
Atónita,
traté de disculparme, explicándole que yo le había hecho dedo, y el paró de
buena voluntad, que nunca se cobra el dedo! Y menos sin avisar!
Él me
explicó que en Bolivia se paga!- y ya casi el dulce de leche se estaba echando
a perder, por lo que le ofrecí la mitad, y aceptó gustoso.
Glup! Todo los días
se aprende algo nuevo..!
Entré al
primer hotel que ví y aquí estoy sentada en la cama, deséandoles que duerman
con otro angelito.
Besitos
cochabamberos! Glup!
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