sábado, 28 de noviembre de 2015

Cañon del Colorado blanco


Tempranito, 7.15 am. tomé la van que te conduce de Flagstaff al Gran Canyon, para aprovechar el día a full.


Flagstaff es una pequeña villa de montaña, chiquita, acogedora, diferente, y anfitriona de esquiadores en esta temporada.


Situada a 150 kms. del Parque Nacional, es una posibilidad de alojamiento más económico –y más solitario- que en las cercanías, donde las grandes cadenas de hoteles internacionales, los Mc. Donalds y Cía y/o similares, supermercados y otras atracciones varias, incluyendo aparcamientos masivos, entorpecen el emblemático paisaje.

La van partió con el sol alzándose entre pinos y copos de nieve. Yo expectante en el primer asiento, me disfruté todo el trayecto de hora y media subiendo las montañas y descendiendo la temperatura….

Una simpática guardaparque, con el atuendo típico de los dibujitos del Oso Yogui, nos dió la bienvenida y nos cobró los tickets de entrada, a cambio de un folleto explicativo.


Nos dejaron en la entrada de un lujoso hotel, y de ahí piedra libre para todos, a caminar!

O a recorrer en alguno de las tres líneas de buses, con paradas donde te podés bajar y volver a subir, siguiendo tu sentido del recorrido, o hacerlo en forma circular e ir interconectándote con las otras líneas. Pasan cada 10 minutos, y las usas tantas veces como quieras. Son absolutamente gratuitas (en realidad, ya incluídas con el abono de la entrada).

Es una excelente solución para los pocos que andamos a pie. Aquí en USA todos tienen su propio auto o alquilan, qué es eso de mover el trasero y las gambas?

Incluso hay sectores donde no está permitido circular en auto, por lo que en esos miradores, los buses se llenan que explotan.


Somos “miles” de turistas recorriendo como hormigas los mil vericuetos que el cañon ofrece. Tiene una extensión de 500 km. dividida en sectores, por lo que muchos lo recorren en varios días haciendo acampadas con sus super trailers en campamentos organizados como 5 estrellas!




Por un lado tuve suerte de llegar a conocer un sector que a partir del 30 de Noviembre, queda cerrado por la temporada de invierno. Aunque como se adelantó la nevada, y justo me tocó en mi cabeza ese día, de a ratos, se hacía dificultosa la visión por la neblina, aunque siempre presente la belleza y la imponencia!






Hay muchísimos senderitos para caminar o para escalar, con distintos grados de dificultad, por lo que te cruzás con andinistas con super equipos de montañismo. 

Otros mortales con bastones de caminata y otras nabas como yo con poncho telúrico super deportivo!


Caminé más de 7 horas seguidas hasta la caída del sol, o mejor dicho, mi propia caída rendida. Y eso que lo único que escalé, fueron los escalones del colectivo! Ja!  Ya no estoy para esos trotes…Ja! pero no me quería perder nada de lo que estuviera a mi alcance, y de paso, espantar al frío.


El único inconveniente que tuve, es que mi máquina fotográfica decidió morirse justo en ese lugar!!!  NOOOOOO!!!!....   Ya venía fallando el flash, y cada tanto el zoom se ponía caprichoso, pero hoy se negaba a prenderse, o peor aún a apagarse, por lo que se bajó la batería en un santiamén. Al recargarla, ya no hubo caso. Se jubiló! La cansé con tantos viajes, parece….

Menos mal que me salvó el celular, para compartirles un poquito de tanta belleza.




Que lo disfruten!  (La ventaja de leer y ver esto desde la pantallita es que no se congelan! Ja!)












                                                              Gracias por acompañarme!


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