Qué placer volver a escuchar el castellano!!! Y AHORITA con
esa tonadita…!
El silencio reinante en los buses ultramodernos americanos
con servicio de we-fee y enchufes individuales en cada asiento, pasó a ser una
tertulia a gritos entre comadres a lo largo y ancho del pasillo central. Se
convidaban mandarinas, como se pasaban crías para cambiarles los pañales in situ.
Las prolijas maletas tamaño avión pasaron a ser bolsas
tejidas o de hule en formatos inciertos y desmedidos.
Desaparecieron los negros y los rubios, mutaron por morochos
bigotudos y matronas poderosas de largas trenzas y rodetes ajustados.
El nuevo transporte en que nos transpasaron a partir de la
oficina de migraciones, pasó a ser un chiquero de chapas destartaladas, tan sonoras
como la bachata que emitía la radio del chofer, quién fumaba manejando y
hablando por celular como si estuviera en su propia cocina.
Tanta algarabía despertó mis cinco sentidos en una fiesta de
bienvenida, ya que todos los pasajeros me sospechaban mi sombrero rojo como extranjera
y lo comprobaron al tenerme que esperar para sellar mi libretita azul.
Me recomendaban sitios y cuestionaban mi inconciencia de
viajar sola por esas latitudes…
Mi primer punto de interés eran Las Sierras del Cobre, por
lo que llegada a Chihuahua hice transbordo en otra catramina local rumbo a
Creel.
Tras cinco horas de ajetreos, parando “en todas!” cruzamos
las montañas del oeste. Siendo las 22 hs., única y última pasajera, el chofer
me dejó al lado de unas casuchas contra las vías dormidas del tren. Silencio y
oscuridad absoluta, nadie por aquí, nadie por allá…
Me aseguró que cruzándolas en dirección a las torres de una
iglesita que se veía como a dos cuadras, al lado, habría un hotelcito.
No tuve más opción que creerle y alzar mi portentosa maleta
para cruzar los rieles a la luz de unas míseras estrellitas.
Desemboqué en la plaza central! Algo así como un cuadrado
vacío de 50 metros x 50, con alguna fuente o monumento central que no me detuve
a admirar. Por entre unos árboles, aparecieron 3 señoras que acababan de cerrar
su puestito y me acompañaron hasta el hotel, que resultó cerrado fuera de
temporada!
Ahí nomás me recomendaron otro como a 3 cuadras, y una de
ellas me ayudó con la valija! Mi angelita de turno!
Llegamos, estaba cerrado, pero el encargado me habilitó una
habitación sorprendido de mi presencia allí. Mientras me registraba y abonaba,
se me deslizaron del bolsillo trasero del pantalón, dos billetes dobladitos de
100 u$s c/u. y yo ni enterada.
Caí fulminada en la cama sin ni importarme que no había cenado
ni merendado nada. Mis huesos reclamaban la horizontalidad después de 33 hs.
ininterrumpidas de micros!
A la mañana siguiente, bajo contenta a desayunar, y el mismo
encargado me entrega los billetitos doblados con la advertencia de que tenga
más cuidado. Si éste no es un Milagro mexicano! Qué es? A partir de ahí, me dí cuenta de la
cordialidad, amabilidad y amistad de todos mis anfitriones en este glorioso
país en el que me siento como en casa!
Ya me estaban esperando dos choferes de dos distintas
compañías para venderme la excursión a las Sierras del Cobre, que causalmente
salían en ese momento! Ja! me dí el gusto de regatearles ya que por supuesto,
yo era la única interesada pasajera!
Salimos en una camioneta –un tanto deteriorada pero 4 x 4 al
fin, modelito 80 maso…- azul!
Según los mexicanos, “éstas son como El Gran Cañón del
Colorado en Arizona, sólo que como ellos no tienen plata para hacer la misma
publicidad que los americanos, a éstas no las conoce casi nadie, pero son mucho
más bonitas!”. Hasta allí la alentadora creatividad mexicana!
Hasta allí llegó mi credulidad y esperanzada vista, tratando
de descifrar a qué se referían con semejante clasificación.
Lo cierto es que sí es un lugar bonito. Sí son unas grandes
sierras, y una gran cañada con un río abajo… pero…. Vamos! Qué la Unesco no lo
puso en la lista de las Maravillas del Mundo, porque no le llega ni a los
talones al otro Patrimonio en USA. Quizá en altura, pero no en extensión, y
mucho menos en intendidad del color! Y eso que el día que yo lo visité estaba
nevando más que nublado! Así y todo su magnificencia!
Aquí es un punto turístico muy bien armado para los patriotas
locales. Cuenta con miradores, tirolesas que se jactan de ser las más largas
del mundo! 2800 metros a 150 km/h!! Ni
me asomé a comprobarlo… Hay dos cabinas
de telesférico que cruzan al cerro de enfrente, pero el vértigo al precio
desmedido de su recorrido, me dio conformidad de mirarlas desde piso seguro.
Te alquilan bicis para recorrer senderitos abruptos como
inciertos, hay una canchita de minigolf y miles de puestitos de indígenas con
sus tejidos, artesanías mezcladas con collares de piedras falsas y remeras made in china con el logo y el nombre del
lugar.
Al verme como una aparición, se me abalanzaron tratando de lograr una
venta.
Como en mi valija no entra ni un pin más, me decidí en ser
cooperativa comprándoles una………….. (vaya a saber que nombre me dijeron): era “algo”
comestible que me aseguraban no picaba.
ERROR!!! Nunca le crean a una mexicana cocinera! Empuñé mi
botellita de agua y traté de disimular los buches en los que refrescar mi
atormentada lengua.
No dando para más, le pedí al chofer de regresar. Él
acostumbrado a los tours masivos, quería cumplir el horario programado y
esperar dos horas más !
Por suerte entendió mis razones y nos volvimos pasado el
mediodía, cruzándonos con un contingente del Pami local, que me salvó del acoso
de los artesanos.
Llegada al pueblo, me entero que la única forma de salir
hacia el sur, es volviendo para atrás las 5 horas del cachivache de la tarde
anterior, pero que saldría dentro de otras dos horas!
Instantáneamente recordé mi sistema de dedo universal y en
dos minutos estaba en viaje de regreso en un cómodo automóvil! Que luego de
unos kms. fue otro, y otro y otro… ya
que deshice 350 kms. en una tarde. Lástima!!!! que en alguno de ellos, mi
celular se bajó sin permiso, del
bolsillo trasero de mi jean y habrá quedado en algún asiento beneficiado…. Al darme cuenta –tardíamente- de la falta,
recordé la advertencia del hotelero en la mañana, como una premonición! Aunque tarde
para el lamento: me salió un viaje un tanto bastante más caro que lo previsto
con su debida reposición….
Vuelta a la estación de Chihuahua, enganché “justo” el bus
que partía hacia Guadalajara en ese mismo instante! Animada por la remembranza
de los mariachis de Jalisco (tequila abstenecerse!) me seducía la idea de ir a
conocer esas tierras.
Otra noche de dormida sentada, acurrucada, doblada,
enganchada, estirada, abollada, y/o similar, en un asiento de micro nocturno.
Otras 18 hs.!!!
Nunca antes había tenido la valoración de las distancias en este
país, pero ahora sé que es bien largo….
Siendo las 14 hs. del día siguiente, desdoblé mis piernas
para recorrer “un poco” el centro de Guadalajara, al que arribé en otro “colectivito”
local, más chatarroso que todos los anteriores. Las calles aledañas a la
estación, me mostraban una ciudad pobre, donde cada quien apela a poner mesitas
en el frente de sus casas, vendiendo comidas caseras, dulces, galletas, ropa
usada, herramientas o cachivaches, lo mismo da! Con una mezcla de humildad y
gallardía expresada en unas francas sonrisas al paso!
El centro, con la típica traza cuadrangular hispana,
abarrotado de gente en sus calles peatonales repletas de tiendas, vendedores
ambulantes, grupos de aleccionadores políticos, vendedores de biblias, algún
músico interpretando sus dones a cambio de una moneda y las carretas con
caballos con borlas en las crines, dispuestas al paseo al trote para los enamorados.
Al frente la infaltable catedral, las dependencias de
Gobierno y algunas confiterías desbordantes de comensales. Hasta allí, nada
extraordinario.
Me fui por un boulevard en diagonal hacia la calle de los
mariachis, ansiosa de escuchar una serenata. Por el camino crucé más iglesias
que kioscos de diarios. Una de ellas llamó mi atención ya que tenía un letrero
de biblioteca pública!
Curiosa, entré dispuesta a santiguarme, cuando me dí
cuenta que efectivamente, las paredes y los altares laterales habían sido
trocados en estanterías infinitas de madera noble (hasta me atrevería a decir
que hechas con los bancos? Ja!) Quedé
maravillada!!! Una atmósfera de real Paz
se intuía entre los lectores que ocupaban el espacio central, bañado por las
luces de los vitrales y las arañas que pendían de los altos techos en bóvedas
corridas. El silencio ceremonioso de otrora, se respiraba entre las letras
escondidas de viejos volúmenes. Sencillamente Hermoso..!!! Por supuesto recordé a nuestra emblemática
librería comercial “El Ateneo” que funciona en un ex teatro de la calle Santa
fe en Buenos Aires.
Seguí mi derrotero entre calles no muy limpias y ya
oscureciendo llegué a frustrarme en la mítica plaza de los mariachis, quienes
ausentes a esa hora, eran reemplazados por grabaciones que salían por parlantes
en las terrazas de bares “dudosos”….
No dando para más, decidí volver a la estación de buses para
volver a pernoctar en el trayecto al D.F. en búsqueda de mejores perspectivas…
Hasta mañana.... que duerman desenrrollados!
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