miércoles, 30 de noviembre de 2016

Escapadita



Dicen… que cuando estás mucho tiempo en la montaña, llega un día en que añoras el mar…



Yo más bien diría que cuando pasas un largo invierno, gris de lluvias, viento y nieve, necesitas el sol! como tibio refugio para el alma…



Si a eso le sumas la habitual curiosidad de una hormiga por descubrir nuevos caminos, lográs la fórmula ideal para emprenderlos.

Busqué un hueco en el tiempo, y me lancé a cruzar de oeste a este la Patagonia Argentina por la desértica ruta Nacional 23: 600 kms. de ripio! Siguiendo las viejas vías del tren que unía unos pocos pequeños pueblos ahora abandonados a su suerte, lejos de la “civilización” (o barbarie?)…
































Ejercitando “el camino del medio” (Buda) encontré la calma y el silencio que necesitaba para componer ciertos turbios ánimos que me habían invadido en la fría temporada invernal.





Llegar al mar con luna llena invitaba a zambullirse en una total “lavada de cabeza” para disolver molestas viejas ideas…



El nuevo día invitaba a hacer la plancha a pleno sol, entregando lo pasado y recibiendo su potente energía para poner en marcha nuevos motores…
























Acompañada por el increíble paisaje, seguí rumbo sur hacia la península de Valdez, pasando por el itsmo: a ambos lados el majestuoso mar!

A la izquierda la Isla de los Pájaros:

   






A la derecha… atardecer de dioses!!!





La mañana siguiente se presentó muy ventosa, tanto que cerraron el Puerto Pirámides y se cancelaron los avistajes de ballenas. Creo que de alguna forma inconciente, mis angelitos cooperaron en que no me embarcara: siempre estuve en contra de esa modalidad “turística” de ir a molestarlas en su propio hábitat, sólo por conseguir unas fabulosas fotos y el vértigo de su gigantesca cercanía. Aunque debo confesar… que me quedé con las ganas! Al fin y al cabo, una hormiguita no puede cambiar las reglas del juego…ufa!!

Sólo ví una muy a lo lejos…  




Aunque caminé contra viento y marea por la brava costa de riscos y acantilados, donde al bajar la marea, quedan al descubierto unas grutas de ensueño.

Día siguiente vuelta a la península: otros 300 kms. de ripio! Aunque los lobos marinos, los pingüinos, y otros saludables seres, bien merecieron la pena!
















































Con el alma renovada, el espíritu Agradecido y  el sol naciente, retorné a mis pagos …  a cuidar mi compromiso con mi huerta que promete buena cosecha para un nuevo verano por Vivir!





                               Gracias por acompañarme!   

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Si querés, dejame aquí tu mensaje o compartime tu Milagro...