martes, 9 de julio de 2019

Y más, más giros....

Y más y más belleza....

Inicio del día con los cantos sagrados en el oratorio de piedra , luego la meditación en silencio en el oratorio, aunque yo prefiero el santuario natural bajo los árboles.


Hay rinconcitos bellísimos con bancos peculiares, invitándote a que hagas una pausa en el camino de un sector al otro.


Aunque no hay tiempo para usarlos, porque siempre es hora de ir a alguna clase de danzas.  Una tras otras, con mini breaks de solo 15 minutos, para reponer energías con saludables lunchs.

Ya entramos en la rutina de las meditaciones, las clases y las fiestas nocturnas. (Que obviamente son con danzas sagradas y nada de bochinche ni alcohol! Ja!)

Anoche fue la de la India ( no permitían cámaras ni filmadoras), donde los músicos con sus trajes e instrumentos típicos, el altar con Shiva y otros con nombres difíciles de pronunciar, llenos de flores y velas, crearon una atmósfera mágica.

Por un lado te sentías en una alfombra voladora, después de cientos de giros sufies, no sabías si estabas en el cielo o en la tierra.   Bellísimo!!! aunque exhausta!


Por las mañanas, seguimos con las danzas lentas de respiración y movimiento conciente, y a la noche, fue la fiesta griega. 






 Por la tarde, me hice "la rata" (aunque sigo siendo hormiguita curiosa): me fui a caminar hasta la Bahía, curioseando la zona alrededor de la ecoaldea, descubriendo más detalles lindos y el pintoresco puertito de botes de colores, a lo lejos.  













florido como todo por aquí







 Y después de tanta belleza, mi angelita Briana para acompañarles los dulces sueños.


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