jueves, 21 de octubre de 2021

Alpujara

 Jesús organizó otro paseo sorpresa: almuerzo tradicional en Alpujara!

Tras hora y media de ruta de montaña, o sea zigzags ininterrumpidos ascendiendo más de 1200 metros de altura, llegamos a unos pueblos blancos, que en invierno se mimetizan con la nieve del gran cordón montañoso, y en verano, reflejan el calor de las altas cimas escasas de vegetación.


Son poblaciones de viejos agricultores que trabajan los sembradíos escalonados de tierra contenida por piedras , pastores y artesanos del mimbre, cerámica decorada y tejidos en telar. Actualmente, son sede de numerosas visitas de turistas en masa, con tiendas de embutidos, miel, especies, licores, vinos de la zona, aceite de oliva, estatuillas de vírgenes y santos varios y regalería en general. Más los consiguientes restaurantes, bares y merenderos para todos los gustos y presupuestos.
















Jesús eligió una bonita terraza emparrada, frente a la Iglesia. Jesús se pidió “un secreto andaluz”, como llaman aquí a un plato que tenía de todo!(papas, huevos, ajíes, carne de cerdo, chorizo, panceta, y no quise mirar más…) y yo me elegí un revuelto de champignons con setas (que buceaban en aceite) hasta que mi desacostumbrada pancita empezó a hacer burbujitas. Una cheese cake compartida de postre y… good show! 

Fuimos a la fuente “Agria”, famoso manantial curativo, detrás de la capilla “del Consuelo de las Angustias”. Resultó ser agua tan ferrosa  que en un segundo me imaginé mis pobres tripas teñidas de anaranjado de por vida. Por otro lado, a modo de grifos surtidores en la pared, acompañaba un cartel que debía ser la App.antecesora de Match.com, qué les parece?





Por mi parte, esta hormiga no necesita ninguna novia! Así que paso…

Volvimos entre risas, a cumplir el deber de compartir el don del alimento con las queridas aves que esperaban a Jesús como si de desesperad@s se trataran…

Nutridas lo suficiente en cuerpo y alma, las dejamos al cuidado del Univeso, y nosotros partimos al postergado city-tour granadino.

Los ángeles una vez más se pusieron de nuestra parte, otorgándonos el placer de estacionar en hora pico, en pleno centro!: 1 plaza disponible, y gratuita!

Dejamos el coche y mi guía particular, de privilegio! Me fue mostrando y señalando los lugares emblemáticos de la ciudad, desde el puente romano sobre el río seco, las avenidas con sus distintos estilos, estatuas, fuentes, la escuela de su adolescencia, la catedral, el barrio árabe, las callejuelas con mercadillos “for export”, y el mirador San Nicolás, con el imponente anochecer sobre La Alahambra a contraluz.

















Subimos al Sacromonte a ver las casas-cuevas, mayoritariamente habitadas por “gitanos”. Son construcciones a caballo de la roca caliza ahuecadas formando galerías a modo de habitaciones, cuyas entradas adosadas a la montaña cierran sus accesos e iluminan con ventanas al interior. Aterrazadas unas sobre otras, sin un orden edilicio más que la armonía de un conjunto como dados echados al azar.

















Con la puesta del sol, brindamos la despedida de nuestro encuentro, con las debidas cañas con tapas, al compás de un bailaor y una guitarra flamenca, que “causalmente” andaba por ahí. (Y que era mi deseo escuchar antes de irme de allí. Lo pedís, lo tenés)

Felices, a dormir!   y fin Granada!



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