Jesús organizó otro paseo sorpresa: almuerzo tradicional en Alpujara!
Tras hora y media de ruta de montaña, o sea zigzags
ininterrumpidos ascendiendo más de 1200 metros de altura, llegamos a unos
pueblos blancos, que en invierno se mimetizan con la nieve del gran cordón
montañoso, y en verano, reflejan el calor de las altas cimas escasas de
vegetación.
Son poblaciones de viejos agricultores que trabajan los sembradíos escalonados de tierra
contenida por piedras , pastores y artesanos del mimbre, cerámica decorada y
tejidos en telar. Actualmente, son sede de numerosas visitas de turistas en
masa, con tiendas de embutidos, miel, especies, licores, vinos de la zona,
aceite de oliva, estatuillas de vírgenes y santos varios y regalería en
general. Más los consiguientes restaurantes, bares y merenderos para todos los
gustos y presupuestos.
Jesús eligió una bonita terraza emparrada, frente a la
Iglesia. Jesús se pidió “un secreto andaluz”, como llaman aquí a un plato que
tenía de todo!(papas, huevos, ajíes, carne de cerdo, chorizo, panceta, y no
quise mirar más…) y yo me elegí un revuelto de champignons con setas (que
buceaban en aceite) hasta que mi desacostumbrada pancita empezó a hacer
burbujitas. Una cheese cake compartida de postre y… good show!
Fuimos a la fuente “Agria”, famoso manantial curativo, detrás
de la capilla “del Consuelo de las Angustias”. Resultó ser agua tan
ferrosa que en un segundo me imaginé mis
pobres tripas teñidas de anaranjado de por vida. Por otro lado, a modo de
grifos surtidores en la pared, acompañaba un cartel que debía ser la App.antecesora
de Match.com, qué les parece?
Por mi parte, esta hormiga no necesita ninguna novia! Así que
paso…
Volvimos entre risas, a cumplir el deber de compartir el don
del alimento con las queridas aves que esperaban a Jesús como si de
desesperad@s se trataran…
Nutridas lo suficiente en cuerpo y alma, las dejamos al
cuidado del Univeso, y nosotros partimos al postergado city-tour granadino.
Los ángeles una vez más se pusieron de nuestra parte,
otorgándonos el placer de estacionar en hora pico, en pleno centro!: 1 plaza
disponible, y gratuita!
Dejamos el coche y mi guía particular, de privilegio! Me fue
mostrando y señalando los lugares emblemáticos de la ciudad, desde el puente
romano sobre el río seco, las avenidas con sus distintos estilos, estatuas,
fuentes, la escuela de su adolescencia, la catedral, el barrio árabe, las
callejuelas con mercadillos “for export”, y el mirador San Nicolás, con el
imponente anochecer sobre La Alahambra a contraluz.
Subimos al Sacromonte a ver las casas-cuevas,
mayoritariamente habitadas por “gitanos”. Son construcciones a caballo de la
roca caliza ahuecadas formando galerías a modo de habitaciones, cuyas entradas
adosadas a la montaña cierran sus accesos e iluminan con ventanas al interior.
Aterrazadas unas sobre otras, sin un orden edilicio más que la armonía de un conjunto
como dados echados al azar.
Con la puesta del sol, brindamos la despedida de nuestro encuentro, con las debidas cañas con tapas, al compás de un bailaor y una guitarra flamenca, que “causalmente” andaba por ahí. (Y que era mi deseo escuchar antes de irme de allí. Lo pedís, lo tenés)
Felices, a dormir! y fin Granada!
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