Pasamos la tarde de despedida en la playa de La Herradura, donde el suave solcito cobijó el dolor de la despedida con Jesús.
Finalmente
me dejó en un gasolinera donde un marroquí me recogió hasta los suburbios de
Málaga, más precisamente hasta el estadio de football.
En esos
momentos también arribaban al lugar los hinchas con sus pitos y banderas, un
tanto bochinchoso para mi gusto.
Como el
autobús local tenía desviado su recorrido, empuñé mi valijota y descendí las
avenidas hasta el centro. Una manera de optimizar el tiempo turístico!: entrar
a una nueva ciudad conociendo los hitos de primera vista.
Atravesé el puente sobre el río seco o inexistente y llegué a la plaza central, donde una multitud aclamaba la imagen de no sé qué virgen, vestida con suntuoso traje tal cual muestra la foto. (Tengo fiaca de describir tanto bucolismo).
Finalmente
llegué al hostel, dejé mis cosas, y salí a buscar algo para comer. Entonces
descubrí que la piadosa procesión se había convertido en una pagana fiesta que
desbordaba las calles y las plazas. Multitud de jóvenes ataviados “de Saturday
night”, copas, latitas y botellas en mano, anque cigarrillos al por mayor, pululaban
entre los turistas y los viejos locales que salieron a ventilarse. La música de
los restaurants y bares callejeros resonaba por doquier.
Ergo volví a
la cucha, basta para mí tonight.
Me desperté
llena de energía! Suficiente para caminarme todo el centro con la tranquilidad
de un domingo mañanero, visitar la Catedral, la Alameda, el puerto, y unos
cuantos kilómetros por la blanca arena que mece el mar….de su hermosa y ancha
playa.
y una merecida siestita, antes de volver a partir, siguiendo mi ruta costera, rumbo a Marbella, la famosa bella del mar.
Otra larga
caminata costera surfeando gente, sillas de bares repletos y autos super sports
3° gama al por mayor. Una especie de Cannes en miniatura versión española.
Nuevamente
descubrí la abundancia de germanos, franceses y nórdicos que pululan por
doquier y que son dueños de todos los departamentos con las maravillosas vistas
al Mediterráneo. Evidentemente el sol los atrae como moscas! Y lo bien que hacen en disfrutarlo!
Al
anochecer, caminata por el casco antiguo, con sus callecitas adoquinadas, las
paredes encaladas con cientos de semimacetas colgando, algún guitarrista
animando las mesas en las veredas y en torno a la plaza central iluminada por
románticas farolas y el aroma de los jazmines, el fucsia de las buganvillas que
rodean balcones y alfeizars por doquier. Un verdadero placer para todos los
sentidos!
Como en toda España, las señales cristianas están por todas partes...
Desde el nombre de las calles a las capillas "de los Dolores" , "de los Consuelos", "de las Angustias", de los "Castigos", del "Santo Cristo de los Pecadores", et. etc.. Un tanto agobiante para mi gusto....
La zona
bulliciosa “juvenil” se mantiene en los alrededores del puerto, y los “más
adultos” (3° y 4° edad, juveniles en otro sentido!) recorren los caros
restaurants o las pequeñas callejuelas del centro, en el silencio de discretas
conversaciones, generando una animosa calma atmósfera.
Propicia
para retornar a los dulces sueños. Hasta mañana
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