Para ese dìa, Kari tenìa entradas para la Gran Regata de Sydney a Tasmania, pero se levantò con placas en la garganta , ademàs del consabido malhumor.
Para nuestra suerte, los chicos y yo, podìamos ir solos.
Previo a ese paseo de lujo, me hice uno màs a mi medida: irme a caminar a los acantilados bordeando el mar. Hermoso, mìstico, poderoso, un tiempo para mì y la Naturaleza salvaje. Evidentemente, estos son los momentos que màs disfruto.
Nada de lo que experimento tiene precio: el viento frìo en la cara, el arrullo de la espuma, la suavidad de la arena tibia, el vèrtigo del terreno a pique, el verde de los jardines con sus flores primaverales, el horizonte brumoso aunque certero.
Son los instantes en que solo me brota agradecer, contemplar, admirar, sorprenderme y maravillarme.
Tras el èxtasis, la vuelta a nivel vereda. Apurè el paso para llegar al pun to pactado y nos fuimos todos juntos al puerto de Mainly para la largada.
Nuevamente codearse con gente de un target “diferente” al que prefiero. Descorchaban champagne y bebìan como si ya hubieran ganado.
No voy a negar que es un espectàculo “diferente”: ver correr a los coloridos veleros, con el esplendor de sus alas desplegadas a full, ladeàndose peligrosamente sobre olas bravìas, esquivando a competidores y curiosos.
Cuando ya se perdìan a la distancia, nuestro barco volviò a puerto y yo me volvì a embarcar para ir al encuentro de Belèn el circle Quay.
Para variar, las dàrsenas repletas de gente, auguraban lo dificultoso del encuentro, ya que Belèn se niega a usar celular (Dios las crìa y las locas se encuentran, cada una con su tema…)
Sin embargo, los astros colaboraron para encontrar la aguja en el pajar. Creo que su sonrisa relucìa tanto entre la multitud, que fue inevitable no verla, a pesar de lo menudita que la encontrè.
Inmediato abrazo y puesta a punto de las lenguas sin parar!!!
Primera parada: pastito con mate en los jardines del Botànico, mi palacio personal!
Nos fuimos poniendo al dìa, hasta que ella partiò hacia la casa de su hijo para ejercer su abuelaje, y yo me volvì para lo de Kari, no sin antes fijar las coordenadas para el dìa siguiente.
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