Lejos de mejorar, el cielo se empeñò en llover.
Esto no fue causa suficiente para cancelar mi reservado viaje a Akaroa, pequeño pueblecito de encanto, tras un viaje de dos horas por unas montañas propias del “Señor de los Anillos”, la saga que hizo famoso a este paìs, creo…
Lo cierto es que la belleza del verde mojado, brillante, vital, poderoso, del camino de cien curvas, atravesando cordones montañosos empinadìsimos, no pudo ser desvastada por el ininterrumpido chaparròn.
Al mal tiempo, buena cara, rezaban antes de inventar las pelìculas en internet. Asì que a caminar nomàs!
Resultò ser un paraje de granjas de colonizadores franceses y belgas, por los que los negocios de quesos, cremas y bakerys estaban al dìa.
Màs los de los consecuentes souveniers, y un montòn de garaje de venta de second hand, desde ropa a chucherìas de antiquarios. Otra galerìa de arte bastante buena, el viejo correo, la capilla anglicana, una librerìa pùblica en una casona històrica, el puertito de veleros, un campito de golf y otro de bochas y pare de contar.
Lluvia, lluvia y lluvia. Me empapè!
¿Què mejor que entrar a una linda confiterìa, pedirse un buen cafè con excelente cheese cake, y mirarla desde la ventana?
Pues eso hice. Descubrì una casa vieja donde funcionaba una exquisita “bakery”, con tazas de porcelana, sillones de època clàsica, ambientaciòn de estilo antiguo y una mùsica francesa suavecita, que te transportaba…
Me encantò el delantal de la mujer que atendìa, floreado como una pintura acuarelada de Monet. La caja reguistradora de bronce, de esas de teclas grandes y redondas que hacen ruido al abrirse el cajòn inferior. Las làmparas, los adornos… Ah si! El cheese cake, exquisito! Una bomba de sabor cremoso con una fruta morada de la pasionaria sobre cada porciòn. Un lujo para todos los sentidos.
Al salir, ya habìa parado un poquito y decidì volver a Christchurch a dedo. Inùtil esperar la salida del micro, dos horas màs en ese bello pueblito, pudiendo ir a conocer màs de la “ciudad màs bonita” que anunciaban los folletos.
Una francesita en su caravana alquilada, me levantò en menos de un minuto, y en menos de una hora, me dejò en el Jardìn Botànico.
La lluvia finita volviò a visitarme… pero las fragancias de las flores y las hojas brillantes goteando el vital elemento, me retuvieron un lindo rato perdida por los senderos de grava.
Estaba revisando el mapa del lugar para tratar de encontrar un templo budista con la campana de la paz, cuando veo aparecer entre unas plantas al señor del ferry, el mismo que el del bus, y nos largamos a reir por lo insospechado de la situaciòn. “No hay dos sin tres” -me advirtiò en una carcajada franca. Ademàs nos estàbamos empapando! Cruzamos la zona del rosedal, un puentecito de piedras sobre un arroyo con patitos, y la encontramos! Las fotos de rigor, y la no tan segura despedida.Ja!
-Para donde vas?-curiseò.
-Querìa ir al museo, pero ya debe estar cerrado. Creo que voy a intentar llegar a la Capilla de Papel..
“Capilla de papel!? Què es eso?
Mientras emprendìamos juntos en la direcciòn hacia ella, le fui explicando lo poco que sabìa por haber leìdo los folletos turìsticos.
Despuès del terremoto que sufriera la ciudad en 2011, y destruyera la mayor parte del patrimonio arquitectònico, incluìda la Catedral, un arquitecto japonès donò el proyecto de una Capilla temporaria hasta tanto tuvieran nueva Catedral.
El proyecto resultò tan novedoso como eficaz, que aùn sigue en pie, para delicia de los feligreses y los visitantes que nos acercamos a conocerla.
Se trata de una estructura hecha con tubos de cartòn de distintos diàmetros. De esos en los que llegan enroscadas las alfombras, o las piezas de tela o de mercerìas. Se los trata con lacas impermeabilizantes y se los encastra de manera tal que van conformando las columnas o los apoyos, incluso el pùlpito, el òrgano, los confesionarios, y hasta el pesebre navideño. El piso y las paredes estàn ligeramente en declive, por lo que conforman una perspectiva con efecto diferente. Los tìmpanos triangulares del frente y contrafrente son dos triàngulos con vitraux por donde entraba la luz del atardecer en forma suave y deliciosa. Toda la atmòsfera era de un cauto modernismo acogedor. Tuvimos la suerte que nos dejaran pasar, porque ya la estaban cerrando, siendo apenas las cinco de la tarde.
Fuimos entonces a ver otra iglesia antigua, pero que funciona como un pub.
Sì! leìste bien, un irish pub, lleno de borrachines, cien sabores de cervezas locales e internacionales, mùsica celta en vivo con un virtuoso guitarrista, luces de neòn entre crucifijos e imàgenes del sagrado corazòn, mientras las mozas iban y venìan con las bandejas repletas de chops and chips!
Blasfemia? Recuperaciòn? Reciclaje? Reciliencia?
No voy a juzgar. Sòlo describirles un lugar “diferente”, alegre, creativo, y con cerveza riquìsima! Obvio! Brindamos por la despedida. Ahora sì! Cada uno a su casita y a cerrar el dìa.
Volvì a lo de mi anfitriòn coachsurfing a cerrar mi valija, ya que al dìa siguiente, dejarìa Christchurch con rumbo al lago Tekapo, y si el dedo tenìa suerte, apuntarìa a Queentown, o sea, cruzarìa la isla de este a oeste, y rumbo sur…
Me hice unos huevos fritos con papas fritas, unos mimos con Horse, el gran perro de la casa, y al sofà que me tocò de camucha.
Hasta mañana...
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