Dicen… que un día, un señor murió
imprevistamente, por lo que no aparecía en las listas del cielo ni del
infierno.
Entonces, le dieron a elegir, en que morada
quedarse.
Primero le mostraron un gran salón rojo, con
mesas cubiertas con manteles bordados, copas acristaladas, botellones de
bebidas espirituosas, y fuentes con ricos abundantes manjares.
Enseguida notó lo extraño de los cubiertos:
eran largos tenedores y más largas aún las cucharas.
Pasaron a la otra sala con un cartel de
“CIELO” en la puerta: una mesa similar, con las mismas fuentes, las mismas
bebidas y los mismos cubiertas, se hallaron ante su vista. Aquí todos estaban
satisfechos, nutridos, agradecidos y sonrientes.
Desconcertado, el hombre pregunta a su guía,
la causa de esta gran diferencia.
Entonces le responde: -“En el Infierno, cada
uno quiere servirse a sí mismo. El cubierto es más largo que el brazo, por lo
que nunca alcanzan sus bocas. En cambio aquí, cada cual aprendió que sirviendo
cada uno a su prójimo, podían alimentarse mutuamente, haciéndolos felices a los
otros y a sí mismos…”
A lo largo del viaje, vi asombrada, repetidamente, uno de
los últimos “inventos chinos”: el
soporte para autosacarse fotos con el celular! O la maquinita adaptable.
Enseguida recordé horrorizada, este cuentito.
Para mí es un honor y una alegría, cuando alguien – que generalmente está solo o
es una pareja que quieren retratarse juntos- me pide que “les saque una foto!”.
Lo mismo hago yo a cada rato…
Ese instante en que uno le explica al otro, cómo la quiere…o
dónde debe apretar…o cómo se usa el zoom…
Ese momento en que uno “se acomoda” delante del desconocido
y le sonríe, como si él mismo fuera el destinatario. Le pide o le da permiso
para probar con otra…
Ese tiempo en que te acercas a recuperar tu cámara, el mismo
en que le agradeces y comparten juntos la verificación de la toma…
Es cuando orgulloso o temeroso de un error, te muestra lo
mejor que pudo hacer, amorosamente…
En que seguramente se preguntan : -“De dónde sos?”- o lo
adivinas por el lenguaje o la entonación.
Es allí, precisamente en ese mágico espacio temporal, donde
se genera un vínculo, una relación, un acercamiento a un ser humano. Donde se
generan las mutuas sonrisas de: -“De
nada…!”
En mi larga historia de viajera, he tenido miles! de esos
preciosos momentos. Seguramente no recuerdo la mayoría de los rostros, pero sí
recuerdo algunas lindas o graciosas situaciones, incluso hemos seguido un rato
caminando, o armamos un grupo por unos días…y hasta llegué a tener futuros
verdaderos amigos. Todo por una foto!
Son momentos que no me perdería ni por todos los palitos
retráctiles del mundo!
Estos chinos y sus “simplificaciones”, que nos anulan como
seres humanos! Que nos privan de hacernos favores… en esto de que cada uno se
autoabastece solo, de la maldita eficacia…!
He dicho!.
Hola María!!! Estás en las tierras coloradas donde nació mi hija!!!! Queremos más fotos!!!
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