Totalmente repuesta, después del merecido descanso y del
frutal desayuno de papayas, mangos, bananas y naranjas en un puestito
callejero, me fui al Vivero de Coyacán.
Es un gran parque surcado de arbolados caminos de tierra
roja, donde se preparan almácigos de árboles ornamentales para la ciudad.
También aquí, las ardillas pretenden jugar contigo y hacen sus monerías.
Impregnada de verdes aromas húmedos, me fui por unas
callecitas de postal, hacia la casa azul,
museo de Frida Kahlo.
Su embriagador jardín me dió la bienvenida mientras aguardaba en la fila de la boletería tras cientos de turistas de todo el mundo!
Una vez adentro, comencé a sentir la fuerza y la potencia de
una mujer de orgullo y talento. A emocionarme ante su obra y valorar su vida. A
deleitarme con su historia y a llorar por sus dolores.
Una fuerte! Indiscutida modelo de superación y valentía,
amante, creativa, desafiante…
Bella a su manera, segura como pocas, decidida a dar reto a
su karma, empuñó la Vida hasta el final con su mítica frase: “Pies para que los
quiero si tengo alas para volar”…
Una grande!!! Gracias
Frida! Por tu arte y por tu ejemplo!
Quizá así me parezca un poquito a vos!...Ja!
Con el corazón rebozante de color, me dirigí al Mercado
Central. Infinitos puestos de frutas, verduras, flores, juguetes, telas,
adornos navideños, ollas, canastos, instrumentos musicales, golosinas, vestidos
bordados y mil rubros más! se entremezclaban con largas mesas mostradores donde
los lugareños comen al paso sus sopas, tamales, moles, quesadillas, choclos y
tanto más! Una algarabía para los cinco sentidos!
De ahí al museo Anahuacalli, estudio de Diego Rivera, su
famoso y delirante esposo. Se mandó construir este palacio a modo de pirámide
del Sol, de 30 metros de alto, en un predio de 14 ha. en un barrio periférico,
para que funcionara como escuela de arte y donde él boceteaba sus gigantes
murales.
Guardó aquí su colección de 59.000 piezas prehispánicas que fue
juntando a lo largo de su vida. Controvertido y cuestionado políticamente,
siempre dio que hablar. Y para algunos, admirar!
El DF destila cultura por donde camines! Teatro callejero,
exposiciones de fotografías, litografías, grabados, bibliotecas, salas de conferencias,
museos, recitales, conciertos … Si no
pasás por algo de esto en cada cuadra, al menos ves un montón de carteles, volantes y
publicidades invitando a la muestra respectiva.
Más que satisfecha y empalagada de arte, me retiré a mis
aposentos, a soñar mis propios sueños…
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