Qué lindo
que es llegar a los puntos turísticos bien tempranito a la mañana..!
Especialmente
cuando hace 30°C a las 8 y los rayos del sol prometen mucho más a lo largo del
día.
Por suerte, estas
ruinas mayas están en un Parque Nacional Protegido con lo cual el verde
adquiere tanta importancia como la piedra de las pirámides.
Pero lo que realmente me
cautivó fueron los árboles! Más precisamente sus raíces expuestas, agarradas a
las construcciones como garras, bajo mantos de verdín y hojarasca perfumada de
ese olor a bosque que me embriaga…
Disfruté los
claros-oscuros que se forman entre las frondosas copas, repletas de aves
cantoras y de exóticos colores.
No sabía si
mirar más las tumbas y monumentos religiosos, o aletear la vida que se manifestaba a su alrededor.
Decididamente
las mariposas sutiles endulzaron mi corazón.
Absolutamente
entrenada en las ruinas de Teotihuacan, cumplí con la rigurosa ascensión a
todos los templos y escalinatas. Admiré los bajorelieves y las escrituras
cuneiforme; y hasta me hice la rigurosa visita al museo.
Todo muy
lindo… muy bien presentado… muy interesante!
Pero nada
comparado a las cataratas y saltos de agua que me cobijaron el picnic de
almuerzo bajo los gigantes frescos árboles.
Conclusión:
el pueblo maya habrá sido muy inteligente y muy de avanzada, pero la
Naturaleza, es siempre más!!!
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