lunes, 19 de junio de 2017

13ª Burgos- Tartajos


Si esto no es regalo del Presente, que lo sería?

La Fuerza de un nuevo sol despertando al rebaño de cabritos, en la cima de una montaña por donde inicié el Camino hoy, con las campanas del pueblo de Agés despidiéndome a las 5,30!



Tras la cima, la bajada, menos mal!  Aunque ya no sabes cual prefieres! Los cantos rodados sueltos te seducen a continuos resbalones, y las rodillas te repiquetean. Cuando me decidiré por los bastones? Seguiré siendo tan terca? (Aunque a la tarde, tuve La Lección de mi Vida al respecto! No adelantarse, ya se enterarán)

Todo hermoso y tranquilo, hasta empezar a acercarme a Burgos, que siendo una gran ciudad, te obliga a atravesar zonas fabriles,


el aeropuerto larguísimo y aburrido, barrios bajos, fincas con muros, portones, rejas, candados, alarmas, cámaras y todo lo que ofrece la inseguridad segura de las ciudades (innecesaria en donde la Naturaleza reina).

Aunque para no ponerme en negativa debo decir también que atravesé un hermoso bosque urbano, tipo Palermo, donde centenares de jubilados y amantes de las caminatas, hacían su tempranera ronda diaria (o semanal, cada uno cada cual, cantaba Serrat!). Con lago de patitos y todo!



  Y amplias zonas en reforestacion!   Viva!!

La verdad es que iba a los piques, a pesar de mis piernas modelo tubo de oxigeno de  buceadores, (mismo diámetro en los tobillos e idéntica sensación de peso! Aunque el cinto se sigue corriendo en la cintura -algún beneficio hay que tener, ja!) porque quería tratar de alcanzar a mi amiga Sonata, que hoy terminaría su etapa en Burgos.

Ella tiene pocos días de licencia (por maternidad! Dejó a su bebé y otros 3 niños más en su Lituania natal, para hacer el Camino!... Tomará un bus en Burgos para saltar a León, y ahorrar 12 días aprox.)  Ella es la persona con la que tuve mi primer “contacto” allá por Subiri, cuando me ofreció su vaselina para masajear mis pies en una parada. A partir de allí nos íbamos viendo intermitentemente, de pueblo en pueblo, de albergue en albergue, en algún momento del día, aunque nunca caminamos juntas! El cariño se fue estableciendo gota a gota (de sudor y lágrimas?, como el Cid cabalgaba…)

Lo cierto que anoche nos cruzamos y la perdí de vista y hoy me agarró la desesperación de que se fuera sin despedirnos.

Corrí casi los 24 kms. que me distanciaban de ella, sabiendo que me llevaba 2 hs. de ventaja, ya que alguien me dijo que la había visto salir mucho mas temprano de 2 pueblos por delante del que yo había pernoctado.

Apenas llegar a la Plaza Mayor, y deslumbrarme con las torres barrocas de la monumental Catedral,



 intenté buscarla entre la muchedumbre. Burgos es un ciudad gigante y llena de turistas de todo el mundo. Algo así como tratar de encontrar a Wally en la Plaza de Mayo y alrededores, en pleno Buenos Aires.

Conociéndola fervorosa, me tiré el lance que estuviera dentro de la Catedral, con lo cual pagué los 4,50 euros que cuesta la entrada (aludiendo que además de Iglesia es museo Patrimonio de la Humanidad…





 bla, blá, pero yo solo quiero encontrar a mi amiga!)  Agarré la audioguía más por compromiso que por necesidad de esos conocimientos, y empecé a recorrer las diferentes capillas, el atrio, el coro, el trasforo, las catacumbas, los claustros, el alta mayor, las naves, etc.etc.. un laberinto de arte tan descomunal como sagrado!  Pero a decir verdad, ya nada de eso me interesa -y no por desmerecer ni mucho menos! Es que tanto relajo de ornamentación, tanto oro en los retablos, los cálices, las coronas de obispos, etc. Etc.. ya me producen un muy asqueante malestar considerando el uso de los bienes que ha hecho la Iglesia desde tiempos inmemoriales, llenándose la boca del amor a los pobres, etc..etcs.. cuando hasta el dia de hoy siguen haciendo lo mismo (incluso cobrando la entrada!) y hay mas de medio mundo muriéndose de hambre! (Y otro medio de tristeza y soledad)

Sefini! Basta de críticas! Si no querés, nadie te obliga!  Por mi parte, he descubierto que me es mucho más fácil encontrar a Dios en un refrescante chorro de agua



en una flor, o en cielo límpido, sin tanto rebusque ni egos que valgan!  Cada uno a su zapato!...

Lo cierto es que Sonata no estaba allí, aunque podría andar por algún corredor, mientras yo miraba el “Papamoscas” (especie de cuc-cú que cuando dan las horas en punto, abre la boca, y todos los turistas les sacamos fotos).









Salí a la calle y me crucé con otros peregrinos que iban llegando, y alguna me aseguró haberla visto “por allá”… 

Alcé la vista y nada!  Pensé que lo mas seguro sería que fuera a la estación de autobuses, a ver si la alcanzaba… Y dicho y echo!!  Estaba cruzando la calle en esa dirección!

Corrí para abrazarla y se sorprendió (alegró!) muchísimo!  No se lo esperaba, creyó que ya no nos veríamos. 


Decidí dejar mi mochila en la oficina de turismo, y acompañarla hasta la estación. En una máquina averiguamos los horarios y sacamos su pasaje para las 17.

 





Teníamos 5 horas más para compartir! Por mi parte, podía quedarme conociendo Burgos un tanto y partir a la tardecita al siguiente pueblo que me había propuesto para hoy, a sólo 10 kms. más! (¿?!)

Nos fuimos de shooping! Ja!  Ella a buscar regalitos para sus niños y yo, un vestido fresco para cruzar la meseta castellana en la siguiente etapa. Los jeans no se soportan más! Y de echo esta mañana dejé en una “caja solidaria” que había en una calle, 

un par de medias, un par de alpargatas, una remera y una bikini. No sé si sumaría 30 grs. Pero es que hasta una horquilla ya te pesa!  De echo, decidí mandar el jean por correo postal a Santiago (para retirarlo al llegar y evitar sus 497 grs. (pesado en la oficina correspondiente!) y evitar cargarlo. Pero luego me arrepentí, no sea cosa que refresque un día…  (los famosos “por las dudas” que acumulás indebidamente) Ya veremos!
Y ahora les presento a mi nuevo compañero de viajes (vale reirse!): “Nunca digas nunca!”.  


En una tienda de chinos me surtí con mi nuevo vestidito “todo terreno” y este paraguas anti sol, como bien hace mi amigo japonés. Al fin al cabo, todos lo criticamos al principio, luego lo envidiamos, y ahora muchos nos copamos! Ja! 

 Por cierto!  Lo estrené antes de lo pensado y ya casi está muerto (el paraguas! No se asusten) pero eso es la siguiente historia…

Nos munimos de provisiones y nos fuimos de picnic a una plazoleta tranquila, bajo la sombra de un buen pino. 

Después un café en la Plaza Mayor y abrazo de despedida, cada cual a seguir sus Caminos… (yo aprovechando el nublado de la tarde fresca y el buen talante que me invade!)

En eso un trueno tan intempestivo como inesperado, partió el cielo.

Sonata, y otros peregrinos que nos fuimos encontrando me pidieron que me quedara en el albergue, pero yo ya había tomado mi decisión, y encima los tranquilizaba diciendo que ahora tenía paraguas, abriéndolo bajo los rayos del sol que todavía se atrevían.

Sabía que en 2 horas máximas llegaría al siguiente albergue, y confiada en mis angelitos, emprendí la salida a campo traviesa…

El aroma a ozono sobre los trigales, me animaba a la marcha fresca con una brisa que empezaba a levantarse. Me jactaba de lo acertada de mi partida, aprovechando la tarde que empezaba a nublarse. A esa hora, ya nadie se le atreve al Camino, por lo que por mas de hora y pico caminé sin ver a nadie adelante y sabiendo a nadie en la retaguardia. 

El cielo se iba oscureciendo y el viento animando…


Unos rayos a lo lejos, anunciaban lo nevitable…

Entonces me dí cuenta que estaba justo pasando por debajo de unos cables de alta tensión, y empecé a especular, si serían ellos los pararayos, los árboles..o yo!?

Apuré el paso (en la medida que el cansancio y la hinchazón me lo permitían). Pero el gris y las luminiscencias sonoras avanzaban más que yo.

Cerca corría la carretera y pensé en hacer un dedo para abreviar los 4 kms. Que aun me distanciaban del siguiente albergue. Pero imposible!  Toda la ruta está separada del campo por un tejido de alambre infinito y carteles de prohibido pasar (buena medida de seguridad, pero no para un momento como ese.)

Los truenos asustaban pero sabiéndome protegida por mis angelitos y por mi paraguas, aún el miedo no me llegaba. 

Seguí silbando bajito con las primeras gotas…   sin detener la marcha. Para qué? No había nada donde guarecerse, el campo es campo!

Los recuerdos de árboles quemados por rayos, empezaron a chamusquear mi cerebro, y a verme como objetivo de los insistentes rayos que electrizaban el cielo, sin parar!

En un momento pasé bajo una gran autopista, cuyo hormigón estaba como a 8 metros por sobre m cabeza. Igual decidí parar abajo a modo de inútil “techito”, ya que el viento empujaba el diluvio que se desprendió en ese exacto instante, en todas direcciones.

Nadie por aquí, nadie por allá, y ya no se vió nada!  La cortina de agua cubrió el horizonte y mas allá también!

Recordé que tenía un poncho chubasquero en un bolsillo de la mochila, y atiné a apoyarla en el piso para sacarlo y ponérmelo, intuyendo lo insuficiente del nuevo paraguita.

No más descargar el peso, el huracán me tiró al piso, y caí de panza sobre la mochila, cubriéndola con mi cuerpo. Literalmente, la Naturaleza (Dios!) me puso de rodillas! El poncho se revoleó por el aire, y lo cogí por dos puntas tratando de calzarme la capucha. Por un momento sentí que era el manto de la Virgen cubriéndome…
El viento se hacía más y más fuerte, arrastrando ramas, piedras y barro!

Me calcé el paraguas por sobre mi espalda acurrucada, a modo de honguito, aunque instantáneamente se convirtió en un embudo invertido, cuyo armazón me golpeaba la cara intermitentemente, y dolía! Me cortajeaba!  Empezaron a caerme piedras, del tamaño de pelotas de ping pong heladas! El piso se volvió blanco y el agua se acumulaba  subiéndome por los talones! Ya no me importaba el enchastre, ni toda mi mochila echa sopa. Sólo quería VIVIR!

Pedí perdón x mi imprudencia, en todos los idiomas!  Recé con pánico, para que el viento cesara, para que no me pasara nada…   Sería tristísimo terminar así en una cuneta bajo una autopista, sin que nadie supiera que esa bola azul que se agitaba bajo un nylon, era una expersona: yo!

Calculé cuanto podía durar esa intensidad, y si en las dos horas de luz que le restaban al día, pararía ese infierno?

No sé cuanto estuve así agarrotada de rodillas protegiéndome la cara contra el espaldar de mi mochila en el suelo, pero en algún momento sentí un ruido tan doloroso como conocido. El clamor y aullido de un árbol al caer! El estrépito de su copa, me rozó las piernas. Arrancado de cuajo a solo 5 metros míos, y luego otro!, y otro! Fueron 3 golpes secos que podrían haberme caído encima. Debí terminar agradeciendo que sólo me cortaron el camino, y que debí meterme en una zanja para tratar de seguir, mojada por mojada, lo único que rogaba es que no me cayera un rayo de los que seguían amenazando tras las montañas lejanas.

Hecha un estropajo de espanto, arribé al albergue de Tapajos, donde justo quedaba 1 cama disponible. Y mi amiga de Nederland corrió a recibirme con una mezcla de risa y piedad!

Me dí una soberana “ducha” tibia, y vacié m asquerosa mochila. No se salvaron ni las ojotas! Distribuí todas las prendas en ganchos, respaldares de sillas, bordes de puertas, alrededor de la cama, y cuanto soporte encontré (las sogas del patio exterior estaban aún bajo la lluvia que había aminorado, pero no retirado). Me preparé un té hirviente, un sandwich de queso, y… basta para mí por hoy!

Lección para una terca: Dios dispone, y María acatará! Chan chan!



                                               Buen Camino! A domani!

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