martes, 17 de julio de 2018

A Canadá!



Otro antiguo sueño:  durante mi bachellerato, allá por los ´70 y tantos…, donde una profesora de inglés me había propuesto un intercambio de cartas (pen –friends! En esa época 0 internet!) con una jovencita de Canadá: Gaby Stierli. Aún recuerdo a la perfección su nombre y muchos datos más. De hecho, guardé sus centenares de cartas durante casi diez años de intercambio hasta que la fuera de la Vida nos fue separando. El carteo duró die años, la caja con sus cartas, mucho más!  me fui mudando muchas veces a lo largo de los siguientes cuarenta, y siempre mudaba la caja entre mis cosas preciosas, como un alhajero de mi juventud. Hasta que no hace tanto, cuando realmente me reduje a 36 m2! Que recién allí la dejé partir, vaya a saber en qué basurero…lástima!  Aunque la fuerza del cariño me están trayendo finalmente a su tierra, casi sin proponérmelo…




Veremos si el Facebook me la devuelve en vivo y en persona!  Allá voy…!




Con los boletos ya en mano, arribé al bus con rumbo norte, a través del estado de Michigan, bordeando por el oeste del lago con el mismo nombre, me dirigí a la frontera….. 

Sentadita como corresponde a una señora de mi edad, en el colectivo local (Única pasajera!  Casi un remise particular) me dirigí a la frontera entre Sault de Saint Marie de Michigan, a su homónima ciudad en la orilla opuesta del gran río que divide USA de Canadá.

Llevaba mis dedos cruzados, ya que a pesar de contar con pasaporte portugués (Unión Europea), no estaba segura de los millones de requisitos que debía cumplimentar (según la hoja de información de la Embajada en Internet) y ni había tenido tiempo de pensar en mi Visa Argentina.
Cruzado el río (por el puente! Como corresponde a una señora de mi edad!) y observado los saltos que luego explicaré, llegamos (el chofer y yo) a la cabina de control de frontera.



Como es habitual, me pidieron el pasaporte y me preguntaron de donde venía ( a pesar de ser obvio que ese colectivo va todos los días en el mismo sentido de USA hacia allá…) y cuanto tiempo estaría visitando el país. A lo que respondí la pura verdad: 
“-No sé…”

La dama de uniforme policial chequeo mi libretita azul en su computadora negra, me miró, y me lo entrego con sólo: “Buen viaje”.

Yo absorta y sorprendida, sólo atiné a agarrar de vuelta la libretita, meterla en mi mochila (también azul), subirme de nuevo al colectivo que me esperaba (Otra no le quedaba) y sonreírle al chofer con un simple: “Ya está!”

Lo que menos se me ocurrió fue ofenderme que no me dijeron: “Bienvenida”, y ni mucho menos me acordé de fijarme que no me habían puesto ningún sellito ni dicho la fecha de caducidad de la visita permitida.

Ahí nomás se me vino toda la historia de Argelia a mi sangre…

Dude si volver atrás a consultar, o seguir mi paseo como pancha por su casa…

Debo aclarar que lo del sellito se me ocurrió 24 hs. después de los hechos, con lo cual no iba a deshacer 400 kms. de los siguientes dedos acumulados en la tarde.

Cuando digo dedos, saben que me refiero a los siguientes medios de transporte, porque ni bien el colectivo local (ahora local de otra mini ciudad) me dejó en la plaza central de Sault de Saint Marie de Canadá (llena de banderitas blancas con la hoja de arce roja (o viceversa!  Rojas con hojas blancas), no volví a tomar ni un transporte público en todo el país!

Pero sigamos por orden…

Entré a la Oficina de Turismo a pedir un mapa de la región para saber hacia donde querría dirigirme:  hora decisiva si al este o al oeste. Canadá es
G I G A N T E ¡!!!  Y …..oh la lá!!!   Me hablaron en francés! 

Así nomás son las fronteras!  Un minuto atrás me despedí del colectivero en inglés y al minuto todos los cartelitos, y la empleada de la oficina, te hablan en francés!  (Aunque los franceses dirán que en Canadiense, que sería la misma “deformación” que la lengua argentina para los españoles de la Real Academia”) (Lo dejo para más adelante…)

Lo cierto es que como mi paupérrimo francés no es de excelencia, a los canadienses les entendí todo de entrada, y por lo visto, ellos a mí! Pourquoi pas?  (Porqué no?)

En realidad, te preguntan qué lengua prefería, porque por allí, todavía son bilingües con inglés, pero ya se va olfateando el aire “quebequense” del este, dirección por la que me decidí. Siendo verano, me atraía más llegar a los ríos, archipiélagos, islas y al mar!  Que repetir montañas y lagos del oeste muy similares a mi amada Angostura. En fin, me perderé Vancouver, pero como dicen las viejas: “Todo no se puede…”

Pallá entonces…

Instrucción suficiente a mi dedo a la salida de la pequeña y hermosita ciudad (Canadá me cautivó desde el segundo 0!). 

Costanera prolijita, con vista a los saltos*, patitos nadando, espacios de arte callejero, edificios históricos, muchas flores y personas más que amables.






Con lo de los saltos* me refiero a que en 1800 no sé cuánto, un señor emprendedor (Y seguramente millonario), metió una usina en el borde del río aprovechando los diferentes niveles de las aguas en sucesivos saltos que éstas naturalmente tenían, encerrando segmentos del trayecto del río entre compuertas que regulaban la altura del agua a voluntad, para permitir el pasaje de los barcos con las manufacturas de las industrias que se establecieron en esas costas. La más importante, la papelera, propiedad del mismo señor de la usina (por lo tanto siguió haciéndose más rico).

A su vez, por supuesto fundó el puerto, que además de comercial, tenía competencia militar, para evitar la entrada de tropas inglesas al territorio de “La Nueva Francia”.

Desde ya les adelanto que no daré clases de historia de este país, se puede googlear fácilmente, aunque es más que interesante  Cada uno de los choferes que me condujeron los distintos días, me la fue contando: en síntesis: los ingleses y los franceses se la pasaron disputando el territorio desde su coloniación. 2° a los aborígenes originales, en su mayoría indios esquimales, los barrieron con la diplomacia. No hubo grandes masacres, pero sí exodos y encerradas en “reservas” con “convenios” de intercambios comerciales. (Ya se imaginarán a quien le “convenía”…) 3° Los actuales canadienses gozan de tal nivel de educación que todos están ávidos y orgullosos de contarte los hechos desde 1534, año en que un tal Jacques Cartier (como los relojes y las carteras caras), desembarca en estas tierras, en la desembocadura del río Saint Laureen (síganme con el Google map).



Luego vinieron las migraciones masivas de escoseces e irlandeses (y digamos que se les colaron unos cuantos vikingos antes), así es que la melange de lenguas y pelirojos es abundante en estos lares, aunque mayoría de narices estiradas de franceses de cuna.

Sigamos con mis hechos:

Pasado el mediodía, y vista la petit St. Marie,













puse proa a Ottawa!


Un super camión violeta…. Sí! violeta y qué? Color de la transformación! me fue llevando hacia el deseado este…




400 kms. para la primera tentativa no está nada mal, no???














Nos vemos mañana?


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Si querés, dejame aquí tu mensaje o compartime tu Milagro...