domingo, 29 de julio de 2018

Mont Joly



Lo que tiene de malo los buenos encuentros en los viajes, es que se acaban pronto, y las despedidas son poco agradables.  Pero como la Vida continúa, la función debe proseguir!

Nueva mañana y nuevas rutas: Charles me acompañó a la ruta frente a su casa, y el primer auto que pasó, se detuvo alarmado de vernos charlando en la banquina. Aún no había terminado el abrazo, y ni había sacado a relucir el dedo.

-“¿Algún problema?”- me preguntó la mujer bajando la ventanilla.



Le sonreí explicando que no, que sólo necesitaba ir a Les Escoumis, a sólo 30 kms. a tomar el ferry.

Se consultaron entre el matrimonio y no muy seguros me dicen que ellos nunca llevaron a nadie…. Como pre excusa para negarse al aventón, pero como ya estaban parados ahí, se tomaron el tiempo de dudar, volver a mirarse, volver a mirarme…  Entonces me presenté con mi nombre y mi origen, y que estaba de visita en su país, y que decidieran libremente, que si no, no importaba. Todo bien!

Charles miraba la escena absorto, incrédulo y contento!

Finalmente me dijeron que “Está bien”, abriendo el baúl para acomodar mi valijota.
Apenas me senté, se presentaron ellos, y de lo más sonrientes con “Su” aventura, me hicieron un montón de preguntas, no detectivescas, sino de sana curiosidad.

Resultó que ellos salieron ayer de vacaciones en sus motos Harley Davinson, y a los 200 kms. la de él dejó de funcionar. Tuvieron que esperar el remolque para volver a la casa, le diagnosticaron que no tenía arreglo en varios días, y para no perder tiempo de vacaciones, pasaron los bártulos al auto, y así es cómo estaban allí en ese momento. Descubrieron lo bueno del contratiempo, ya que estaban contentísimos con mi presencia y mi charla. Tanto que nos pasamos de largo del puerto!

Cuando me dí cuenta, GPS mediante, tuvimos que retornar otros 30 kms. y se lo tomaron a risa, ya que ellos hubieran querido que me llevaran más tiempo!  Nos despedimos a más abrazos y muchas selfies que se llevaron a modo de testigo para compartir su hazaña con sus amigos!


Hablamos mucho de la Confianza: en uno mismo, en los otros, y en la Providencia. En la importancia de abrirnos a conocer a los demás sin prejuicios, y desterrar los miedos. En evitar hacer planes, para evitar frustraciones si éstos no se cumplen con mis expectativas…

Y finalmente, en la importancia de sembrar sonrisas en las personas!  Todos somos espejos mutuamente: si yo sonrío, el tro me devolverá la sonrisa. Si yo pongo mala cara, mala cara recibiré. Si yo actúo con el bien, la Vida me devuelve el Bien. En fin, es mi compendio de filosofía del dedo.

Me prometieron que de ahora en adelante, se comprometen a “levantar” viajeros y Confiar!, y a trasmitir el mensaje…  

Bravo! Los Dedoadictos, necesitamos más Confiadores

O sea, llegué al ferry con el tiempo justo para embarcarme y hacer la travesía de 1, 30  hora a la Riviera opuesta.


Aproveché para escribirles un poco, porque el río que parece un mar de ancho, me resultaba un tanto aburrido. Hasta que en un momento, muchos gritaron:

 “Allá!!!”  y corrieron a la baranda del lateral izquierdo.
Una familia de ballenitas blancas (belugas) pasó trotando las olas.

Todo el mundo empuñaba las cámaras mientras nos volábamos con el viento.





Hagan el esfuerzo de descubrir algún lomito aunque sea, porque creo que llegué tarde al click.

Pasado el evento, todos volvimos a refugiarnos en el salón central, mostrándose unos a otros, como trofeos, las tomas más afortunadas.


Anunciaron por parlante el desembarco y todos corrieron a las escalerillas a ubicarse en sus respectivos autos, camionetas, casitas rodantes, trailers, etcs.

Por supuesto, yo la única peatona.

Ni lenta ni perezosa, aproveché a preguntarle a un matrimonio con el que había compartido el avistaje, si iban en la misma dirección que yo.

Por suerte sí! y estaban bien dispuestos y con 1 plaza disponible (entre las cientos de cosas que como casi todos acarrean en los asientos de atrás)

La ruta, ahora sobre la costa sur del río, lo bordeaba hasta su desembocadura en el Atlántico.

Dibujando un arco que une pueblitos balnearios unos más bonitos y pitucos que otros, por el norte de la península de Gasperié

Así es que llegué a Rimousky, previo almuerzo invitado por la pareja que también estaba chocha de llevarme.

Finalmente quedé en Mont Joly que era mi objetivo, pero fue imposible encontrar alojamiento. Estamos en plena semana de vacaciones quebequenses!  Esta semana y la próxima son las vacaciones de los que trabajan en relación a la construcción, bla, bla… ya se los conté!

En la oficina de turismo, me ubicaron un motel a 100 kms. al parecer sobre un lago muy bonito.

Siendo aún media tarde, y ante la imposibilidad de quedarme frente al mar, volví a relucir mi dedo rumbo al lago.

Tres jóvenes lugareños que paseaban en su auto “para escuchar música” y sin ruta determinada, aceptaron gustosos el aventón. Aunque no se molestaron en bajar el volumen para preguntarme ni interesarse por nada. En fin, hay de todo!

Eso sí! cargaron el tanque y compraron pastillas y bebidas para repartir. Yo incluída!

La ruta iba por unas colinas preciosas, con mil tonos de verde, y mares de florecillas amarillas en los contornos. Casitas de privilegio y pueblitos de cuento de hadas. Un sueño!

Aunque la que tenía sueño era yo, por lo que no tuve ganas de empuñar la cámara. Qué egoísta!

Llegamos al motel, apenas me bajé, los jóvenes salieron a los piques. Intuyo que andaban en “el auto de papá”, aunque sin su permiso, no sé… intuición!

Lo cierto que el señor de la recepción me recibe con cara de desolación, y se excusa que su señora no sabía de mi reserva telefónica de una hora atrás, y que entregó la última habitación disponible, 5 minutos antes de mi llegada!

Viéndome la cara de preocupación, se ofreció a ayudarme (aquí todos son genialmente dispuestos, generosos, eficaces, y colaboradores! Todos!)

Llamó por teléfono a un montón de hoteles de los alrededores, y en todos la misma obvia respuesta.

Siguió con las habitaciones de alquiler que su madre le soplaba, acordándose de las vecinas que disponen de espacio. Nada! Todo tomado! Había un recital de un grupo por aquí famoso, y estaban todos los fans en los albergues circundantes.

Finalmente, y medio en chiste, le sugerí preguntar en la Iglesia local.

Dicho y hecho: el cura se había ido a pescar con unos amigos por unos días, y la casa presbiteriana estaba vacía. La señora que atendió el llamado, se comprometió a llamar al cura y pedirle permiso. En 5 minutos estaba otorgado!  Y en 5 más me vino a buscar con su auto al motel, servicio de remise completo!

El del motel, exhausto después de 1 hora y pico de teléfono, estaba feliz por mí! Y orgulloso de haber encontrado una solución! así de gentiles son los canadienses!

Lo cierto que la angelita de turno, me llevó los 5 kms. que distaban a Causapascal, el pueblito siguiente, y estacionó frente a la Catedral, más precisamente en la casa parroquial. Me mostró todas las instalaciones para que eligiera “el cuarto que quisiera” y me dio las llaves, sin querer cobrarme nada!

Miren que casita!  Y 8 cuartos para mí sola! Jardín con parrilla y living con billar!  No la pasan nada mal algunos curas!








No criticar, y mucho AGRADECER!  Al anónimo que me la cedió sin cuestionar, y al Padre que movió los hilos invisibles para provocar otro MILAGRO!!

Hay veces que realmente me pregunto: -“¿Qué he hecho yo para merecer esto???”   Tanta buena suerte me apabulla y me asombra hasta a mí misma.

Elegí una habitación que daba a la torre, para tener más presente el sentimiento de “Bendecida” - y privilegiada- que me acompaña todo el tiempo. Con su correspondiente AGRADECIMIENTO!



Al despertar, las cortinas de voile blanco, me entregaron su Paz.

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