Roger, el
amigo de Pascale, otro courchsurfing dispuesto a recibirme, me esperaba con los
brazos dispuestos a sostener mi valija y mi ánimo.
Sin titubear
ni desperdiciar un minuto, ya atardeciendo, me llevó a conocer “Les Chutes” una
gran cascada natural en las afueras de Quebec.
Rodeadas de
un hermoso parque, lo primero que llamó mi atención fueron los árboles que
desafiando la ley de gravedad, se aferraban a la colina en pendiente. ¡Qué gran
aprendizaje nos ofrecen continuamente nuestros hermanos árboles!: Ser lo que
debes ser, a pesar de las circunstancias. Agarrarse a la Vida, y salir para
adelante!
Otra cosa
espectacular es el puente que las atraviesa por arriba, desafiando a los que
tienen vértigo. Nunca me canso de sorprenderme y agradecer a aquéllos
constructores anónimos de puentes y carreteras, hechos en aquéllos tiempos en
que la tecnología era una palabra desconocida, y todo se hacía a fuerza de
voluntad y pala!
Para los que
sí aman el vértigo, la pared lateral de la colina lindera, les ofrece un muro
de escalada, directo al precipicio.
Paso….
Fotos y
cafecito, antes de ir a instalarme en la casa de Roger, quién sabiéndome
vegetariana, ya había preparado unos taglietinis a la bolognesa!.
Aunque el
secreto era que la salsa estaba hecha con tofu tostado que asemeja los trocitos
de carne. El sabor espectacular!
Ahora sí a
descansar! Mañana será otro día…
26-6-18
Salimos
juntos 8 am. Él a su oficina (era su última semana antes de su jubilación), y
yo a recorrer las callecitas de Quebec. Ciudad-pueblo muy semejante en sus
construcciones con las de Bretagne, al NO. de Francia. Obviamente, sus primeros
habitantes. O mejor dicho, 2°! Ya que
hay reservas indígenas en los alrededores que atestiguan, los primeros pobladores
reales.
Comenzó una
llovizna poco amistosa, por lo que me subí al primer bondi que pasó, directo al
puerto. Era un barrio de artistas y de negocitos chic con los consabidos
souveniers.
Un mural
tromp-oil capturó mi atención. Enorme y preciso. Fantástico!
En pocos
minutos comenzaron a arribar oleadas de turistas munidos de sus cámaras (como
yo!) y el consabido bochinche. Huí en el mismo colectivo en sentido opuesto.
Me bajé en
el museo de Bellas Artes, otra genialidad! Desde su arquitectura exterior y los
interiores blancos, sutiles y transparentes, como muchas de las obras allí
expuestas.
Aunque lo que más me asombra siempre, es el contraste entre las
obras modernas, y los edificios antiguos, con todos sus detalles.
Seguí por un
parque precioso, en calma a esas horas tempranas, y con el olor de la tierra
mojada por la reciente lluvia. Me senté entre unos árboles maravillosos que
tejían un techo verde sobre mi cabeza, y entre gotas frescas, recé.
Agradecí…. Lloré….
Hay veces que tanta belleza, me conmueve sin
aviso previo.
Seguí por el
borde del río hasta unas escaleras que bajan los acantilados.
Son 400
escalones! Que mientras los bajas, sabes que luego los tendrás que subir…
AhÁ!
avanti! El ejercicio matutino
para sentirse joven!
Abajo, una
porción pequeña de la ciudad (que también se llega en auto), te permite ver la
isla de enfrente a la que sabía que quería llegar en algún momento.
Cuando iba
subiendo, una jovencita atlética, de colita y musculosa, me dijo que si iba a
la isla no me podía perder la chocolatería que allí había…
No sé si el
chocolate tiene forma de zanahoria, pero para mí fue como un imán! Me lo
prometí de inmediato!
El sol ya
había empezado su labor de calentamiento, y con la humedad reinante, se hacía
sentir pegajoso y agobiante. Así y todo, seguí hasta la ciudadela.
Antigua
fortificación de defensa de la ciudad, obviamente con los cañones apuntando al
río (por donde se supone llegaría el enemigo).
Paso… este tema guerrero no es para mí, ni que sea
un museo! El antiguo foso circundante, fue convertido en Parking para turistas.
En fin….
La rodeé por
afuera y llegué a las callecitas del centro comercial, todas aggiornadas de
flores, cartelitos de souveniers, carrozas con caballos al trotecito, bares y
tiendas de todos los colores.
Entre todo
eso, se eleva el castillo de Fontenac, ahora devenido en hotel 10
estrellas!
Por supuesto puse cara y
pinta de ricachona, y entré con mi mochilita y mi mejor sonrisa. No me dijeron
nada, así que continué la visita por el lujoso lobby, el restaurant, la
recepción, y las terrazas sobre el río (siempre el famoso Saint Laurent).
Me senté en
una mesita pituca y me disfruté un cafecito con una croissant “verdadera”! Un
manjar… un placer!
Seguí
girando, entrando en la Catedral, la iglesia anglicana, donde justo había un
concierto de órgano, pasé por el horologio,
y finalmente el Parlamento.
Agregar leyenda |
Roger me
había sugerido la visita guiada en español, y no me defraudó.
Catalina, la
joven guía hispano parlante, me condujo durante 90 minutos por todas las salas
(yo era la única visitante en ese idioma), me terminó de redondear todos los
cabos sueltos que yo tenía con respecto a la historia de este país, y me dio
una clase magistral de cómo funciona el Parlamento.
A la salida,
había una gran escultura de bronce en homenaje a las mujeres que abrieron
camino en la política. ¿Sabían que recién en 1940, ellas lograron tener derecho
al voto? Casi como nosotras las argentinas…
Y aún ahora no llegan a ocupar más del 30% de las bancas… Y por casa cómo andamos?
Finalmente,
me encontré con Roger a la salida de su oficina, y le conté lo de la
chocolatería recomendada. Él la conocía, entonces pactamos ir hacia allá.
Tomamos el
ferry que cruza a la isla de Orleans en 30 minutos y una vez allí, recorrimos
las callecitas, con unas casas preciosas! Y unos árboles más lindos aún! La isla está llena de cedros azules.
En un
momento llegamos a la deseada heladería, y realmente resultó fantástica! Qué
placer! Lo diferente? Aquí el cucurucho
te lo ponen al revés!
Volvimos con
el ferry de las 21.30 y la luna sobre nuestras cabezas. No estaba roja como
anunciaba el eclipse, pero estaba hermosa de todas maneras.
Enfrente,
sobre el río ya oscuro, Quebec iluminada a giorno, con el Fontenac haciendo
alarde de su esplendor. A lo lejos los silos iluminados con proyecciones de la
aurora boreal, una maravilla!
Al llegar a
la casa, noté que en un estante de había dos mates con sendas bombillas! Y con
la inscripción “Bariloche”! junto a una bandera argentina.
Roger me
contó de sus dos visitas consecutivas a mi país, y por eso los “recuerdos” que
se trajo. No pude menos que regalarle una de las latas de dulce de leche, que
yo portaba en mi valija, para una ocasión especial.
La
generosidad de Roger incluyó unos huevos fritos trasnochados, y un muffin
gigante y delicioso.
Mientras
cocinábamos (es un decir…) me ayudó con la búsqueda de Gaby Stierli (mi antigua
pen- friend que vivía en Quebec…. Que ya les conté) en facebook. Yo no la
encontraba…
Él en un
ratito dio con su esposo, que tiene una escuela de equitación en Suiza, y con
su abuela muerta hace dos años, a los 96, en la mismísima ciudad donde
estábamos. No me pregunten como lo hizo, pero los datos coincidían. Dijo que a
la mañana siguiente, llamaría a la casa funeraria que intervino en el sepelio,
para obtener más datos. Roger resultó un auténtico detective!
Me retiré a
mis aposentos, para estudiar –internet mediante- la ruta a seguir al día
siguiente y las posibilidades de transporte….
Creo que me
quedé dormida sobre la computadora, porque no llegué a ninguna conclusión.
27-7-18
A la mañana
siguiente, mientras Roger visitaba a su osteópta, y yo me preparaba mi
tradicional desayuno, ahora con tostadas con manteca “y” dulce de leche!,
decidí quedarme un día más, gracias a su hospitalidad, ya que se ofreció a
llevarme a conocer una reserva indígena, cuando regresara.
Aproveché la
mañana para escribir y ordenar fotos, y para desterrar de mi cabeza el ansiado
viaje en tren hacia el océano. Es carísimo!, sale a las 8 de la mañana, hay que
tener reservas 6 meses antes, y llega hasta la mitad del trayecto que yo
pretendía. Ergo, voto por el dedo fiel!
Tal como se
había propuesto, no bien llegó de regreso, Roger llamó a la funeraria, y le
explicó a la que atendió, toda la película de mi ex pen-friend de la
adolescencia, y ésta se comprometió a averiguar….
Según Roger,
hay una ley universal (tipo la de Murphy), que dice que tu tienes que
sobrepasar 6 etapas o escalones, en el cumplimiento de cualquier propósito. O
sea, ya íbamos por el 3°! (Primero yo le
conté a él mis necesidades. 2° él hizo su búsqueda y demandó a la dama. 3° la
dama haría sus propias averiguaciones y permisos…
Tras el
almuerzo, fuimos a visitar el lugar de los Hurons-Wendant, que resultó un hotel
4 estrellas, con un gran parque donde tienen armados unos teppes, unos osos
embalsamados, una choza larga hecha con pajas recién envejecidas, un minimuseo
carísimo, y una por supuesto gran tienda de souveniers!
Bajando un
poco la colina, un río pequeño (aunque precioso), donde otrora funcionaba un
dique que alimentaba la usina que proveía energía a la papelera que ahora no
funciona más. Son sólo ruinas. Esta fábrica pertenecía a los supuestos
“beneficios” que los “originales” recibían de mano del estado.
Confío en la tenacidad de la Naturaleza |
Actualmente,
los “occidentales” siguen sin mirarlos con buenos ojos, ya que ellos tienen
oportunidades que “los blancos que trabajan y pagan impuestos por todo” no los
tienen. (Afirmación hecha por un descendiente de francés, por lo tanto,
canadiense). Me refiero a que los aborígenes no pagan tasas por la nafta, así
es que son dueños de estaciones de servicio, donde el combustible es más barato
que en las gasolinerías “de marca”. Y por supuesto, venden mucho más que
aquéllas vecinas, por lo que la codicia y la envidia siempre presentes, olvidan
los sufrimientos y éxodos de estas personas a lo largo del tiempo. Digamos que
esos beneficios, son apenas una compensación.
Bastante
frustrada, volví para dormirme temprano,
ya que mañana quisiera abandonar Quebec temprano.
Roger se
comprometió a alcanzarme a una estación de servicio cercana (no sé si de las
marcas oficiales o de las económicas de los hurones. Al dedo le da lo mismo!),
a la salida de la ciudad.
¿Quién dijo
que los ángeles no existen?.....
Por de
pronto yo invoco al mío de la guarda, para obtener dulces sueños.
Cuando ya
estaba a punto de clausurarme, sonó el teléfono, y era la dama de la funeraria.
Dijo que había dado con Blanca, la hermana, porque Gaby hacía 30 años que vivía
en Suiza… bla, bla…
Reconocí el
nombre de Blanca de inmediato, ya que ella se escribía con mi hermana! Blanca le proporcionó el mail de Gaby a la
dama de la funeraria, y ésta se lo dictó a Roger, que lo escribió en un
papelito delante de mí. En 5´ yo ya estaba escribiéndole a Gaby un mail. ¿Qué
modernidad! Antes debíamos ir al correo con el sobre, pagar la estampilla, y esperar cuatro semanas la
respuesta.
Ahora confío
esperarla sólo unas horas (Suiza lleva 6 horas de adelanto en el uso horario, o
sea, que estaría amaneciendo). Por lo que yo tenía el pleno derecho de irme por
fin a dormir, con todos los deberes hechos!
A demain! Y gracias a todos los ángeles convocados que
ayudaron en la misión! Mercí!!!
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