Me despedí
tempranito de mis anfitriones en P.E.I. pues debía cruzar la isla hacia el
puerto Souris al NE. Donde parten los barcos que van a Les Iles des
Madelaines. Suena ya paradisíaco, no?
Afortunadamente
los que vamos de “peatones” tenemos siempre lugar, porque para embarcar con tu
auto, debes reservar lugar tres meses antes –Y asegurarte la vuelta con la
misma anticipación!-
Llegué con
tiempo de disfrutar el ferry vacío (2 horas antes de la partida) y me acomodé
en el salón del bar donde ví que un músico estaba ensayando con su pianito y
una batería. Intuí que habría espectáculo a bordo.
Lo que no sabía era ¡cómo me lo iba a disfrutar!!! Porque además de los clásicos de la música francesa que me fascina, el goce era ver a los viejos (recuerden que en estos viajes la mayoría son de 3° edad! Yo incluída? Grrr…) bailando, saltando, haciendo trencitos, coreando al intérprete y hasta animándose a pasar al micrófono o tocando la guitarra improvisadamente. Unos genios! Una verdadera fiesta! Con chupis incluídos, porque le daban a los tragos con todo! semejante algarabía había que sostenerla.
Otros preferían las cubiertas con el vientito del atardecer y la bajada del sol maravillosa, sobre el mar…. Otra fiesta para los sentidos!
¡Desembarqué
tan contenta! Había llegado a mi punto Este tan deseado y más extremo!
Hace algunos
años atrás, en mi país, “levanté” a una chica canadiense (o sea, yo iba al volante en esa oportunidad), quién
me dijo muy segura:
-“Si alguna vez vas para Canadá, no dejes de visitar Les
Iles des Madelaines”.
Y yo le
creí! Y ahora estoy acá! Y por lo que alcanzo a ver, no me van a defraudar…
Como es
habitual, lo primero es ir a la Oficina de Turismo para conseguir el mapa (soy
antigua: necesito el papel completo, no me basta hacer zoom sobre el teléfono,
pierdo la noción del espacio total). Pido ayuda para buscar alojamiento, porque
por lo que estuve viendo en internet, está todo ocupado, o es carísimo!
Faltaban 15
minutos para el horario de cierre de la oficina, y la empleada no estaba con
todas sus ganas, o sea, poca voluntad de buscar y muchas de bajar la cortina e irse a su casa. Cosa que hizo
después de 4 o 5 llamados a distintos hoteles y albergues y en todos le
contestaron lo mismo: “Complet”.
Sin
desesperarme, salí a la única calle-avenida-ruta que atraviesa los 100 y pico
de kms. de la isla de este a oeste (y/o viceversa).
Miré para
ambos lados, y la colina de la derecha no me sedujo. Elegí ir para la izquierda
que iría en bajada. (Gracias a quien inventó las rueditas de las valijas!)
A los 30
metros había un motel y pregunté para esa noche, 1 persona: -“Complet!”
A los 100
metros había otro aubergue, misma escena, misma respuesta.
Habría hecho
unos 200 metros más, cuando un coche de la policía se me adelanta y estaciona a
mi lado.
-“
Bonsoir… Algún problema madame?”
Sorprendida
por la amabilidad, les conté la situación sin titubear.
Estacionaron
bien, se bajaron del auto, me dijeron que esperara un poco allí, que
posiblemente me podían ayudar…
La mujer
policía hizo unos llamados con el móvil de adentro del auto, mientras el hombre
me preguntaba de dónde venía, desde cuando viajaba, para donde tenía pensado
seguir, etc… Pero no crean que era en
tono de interrogatorio, no! enseguida se estableció el mismo diálogo y en el
mismo tono amistoso que con todas las personas con las que viajo, o me van
conociendo en donde llego…. Él también quería ser viajero, y no se animaba… y
estaba interesado en conocer cosas de Argentina…
Y en eso la
mujer me sonríe y me hace señas que ya consiguió!
En la casa
de unos amigos hay una “habitación de alquiler” y está disponible!
Está a sólo
3 kms.! Ahí puse cara de …. Glup! Con la valija y las subidas…
Así es cómo
en un abrir de ojos, estaba sentada en el asiento de atrás de un coche
policial! Pero esta vez, muerta de risa!
Llegamos enseguida a una casa violeta de cuentito, cómo son todas las casas en esta isla, donde reinan los colores salpicando la hierba verde o al borde de los acantilados de tierra roja.
Guillon y
María José me dieron la bienvenida, me mostraron mi habitación: un lujo!
Individual y toda engamada en amarillo patito, super soft!
Me invitaron
con la cena, ya que “justo” era la hora. Luego charlamos en la terraza bajo las
estrellas, frente al mar! El aroma salado se elevaba silencioso impregnando el alma….
Escribí un
rato en la mecedora que hay en mi cuarto, y me dormí como un patito….
3-8-18
Con todas
las ganas y todo el sol, emprendí el dedo matutino hacia la punta este, o sea,
meta del día: Ile de la Grande Entrée (aprox. 80 kms.)
Sonrisa
lista y …. Allá vamos!
Primera
parada: puerto de Ile du Havre Aux Maisons. Aquí en las islas la pesca es la 2°
industria después del turismo, así que la mayoría de los pueblitos son
pesqueros, además de costeros, ya que las islas son un conjunto alargado como
un collar abierto al mar.
Durante
muchos kms. la ruta va bordeada a ambos lados por el agua del océano, o por
lagunas internas que forman el archipiélago. Zona de mucho viento! Casi no hay
árboles! o de no más de 2 o 3 metros de alto máximo.
Como soy tan afortunada, hoy es de los pocos días al año en que no hay viento! Están todos sorprendidos, y yo más que agradecida.
La ruta
angosta va bordeada de playas larguísimas, de arenas rosadas, o de acantilados
rojos altísimos, con cartelitos frecuentes de atención no acercarse, porque se
desgranan. Y no es cuestión de un chapuzón involuntario (y sin retorno!)
Las casitas multicolores se salpican sobre las brillantes colinas, a cual más bonita y vistosas. Aquí valen todos los colores, desde fucsias, amarillos, turquesas, violetas, bordeaux, verdes, anaranjados… Vos cuál elegirías?
Otra cosa llamativa, son las sogas de colgar la ropa lavada. Siempre a viento traviesa, al exterior, a pleno sol como Dios manda! Son larguísimas! Y empiezan en una roldana cerca de algún balcón o el deck de entrada, y lucen 6 u 8 metros de calzones colgados en todo su esplendor.
Esto se
repite en casi todas, lo que muestra que están todas habitadas, y es tan
popular su uso, que hasta los pintores locales, representan estas casas con sus típicos tenders, como así también los
botes estacionados cerca, junto a sogas, boyas y canastos de pesca. Muy
pintoresco!
Se podría
decir que hay un puerto a la vuelta de cada esquina, o mejor dicho, al rescoldo
de cada acantilado. Las innumerables bahías naturales sirven de resguardo,
junto a muelles de piedra, a los barcos de los vecinos. Algo así como un parking se supermercado. Ya
que al amanecer, cuando llegan cargados de salmones y XXXXX (no logré traducir ningún nombre de ninguna
especie, no es mi mettier), se arman mercadillos locales para la venta de los
ejemplares más frescos.
Mi primer
chofer del día me dejó en un ahumadero, donde ya había estacionado un micro de
turistas (aquí la gran mayoría son de grupos de jubilados!)
Entre el
olor a moluscos y el gentío, salí disparada, colina abajo, a una “fromagerie”.
Ahí sí que me encontré en mi salsa! Digo, en mi queso!
Tras una
degustación exquisita y una muestra de ordeñe (mecánico) y un mini museo de
elaboración de las distintas variedades, salí chocha! (pipona y sedienta, ja!)
Nuevo dedo,
siguiendo el Este, y disfrutando las casitas a diestra y siniestra.
Las
capillas y en particular la anglicana. Aquí la escuela de inglés es sólo para
los hijos y descendientes de ingleses y escoceses. Hay aún una marcada
rivalidad entre franceses e ingleses, y aún hoy “marcan territorio”.
Esta isla,
ahora tan paradisíaca, fue otrora, lugar de mucho sufrimiento. Fue una colonia
de “Arcadios”, los primeros pobladores irlandeses que ocuparon la zona norte de
Quebec, la región Gaspe.
En 1715,
creo, ya no registro tan bien, llegaron otros conquistadores ingleses, y a esos
primeros pobladores, los obligaron a dejar sus tierras, los separaron de sus
familias (onda Trump en la actualidad con los inmigrantes latinoamericanos, no
avanzamos demasiado como humanidad…), y tras un gran éxodo involuntario, los
confinaron en estas islas con trabajos forzosos a las ordenes de un Señor
Feudal que las había adquirido de favor de la corona de turno.
Así las
cosas, tras centenios, lograron su independencia, y ahora vuelven a ser una
región de la Provincia de Quebec, pese la distancia.
Volvamos a
lo turístico, llegué entonces a la punta más oriental, obviamente otro
puertito, y un montón de negocitos de chucherías, souveniers, alquiler de
kayacs, clases de buceo, paseo en lancha, etc. etc. Y por supuesto los de morfi
y chupi, todo paquetísimo!
Antes de
emprender el regreso, pasé unas dunas y me senté en unas rocas de la larga
playa solitaria, y me degusté con todo placer mis sandwichitos de queso y
tomate. Otra que ostras!
Y a modo de
larga langostas, empuñé mi banana diaria, ja!
Sobre gustos no hay nada escrito.
Patitas al
agua y chapuzón mediante, el agua es increíblemente tibia, y depende la
ubicación de la bahía que te toque en cuestión, con más o menos olas. Es menos
salada que otros mares, aunque sirve perfecto para hacer unas deliciosas
“planchas” al sol…. Qué placer!....
Ya secadita,
volví a la ruta a probar suerte hacia el oeste.
Siendo ya
las 5, no sabía si sería prudente, tentar hacia la otra punta de la isla, los
100 kms. considerando que luego debería repetir otros 50 para retornar a mi
“casita”, casi en el centro del cordón, digo isla!
Por lo
visto, no sólo fue prudente, sino más que satisfactorio! El matrimonio que me
llevó de un solo tramo, había vivido unos meses en Buenos Aires y estaban
encantados con mi aventura de viajera.
Me
explicaron cómo se obtiene la sal (la que después se usará para descongelar las
rutas en invierno, se acuerdan?) 40 kms. a la redonda de la isla, aún bajo el
mar, con una especie de aspiradora-draga, que sube directamente por unos
conductos que la conducen a los secaderos por los que estábamos pasando, para
luego envasarla y distribuirla.
Si yo fuera
en un colectivo local, sólo hubiera visto unos galpones sin importancia. Esto
es lo fantástico de intercambiar con las personas del lugar! Vas aprendiendo
más que en el Google!
Llegamos a Havre
Aubert, otro puertito, y tras despedirnos (ellos iban a cenar! Aquí cenan a las 6 de la tarde!, yo
paso!... prefiero seguir
curioseando).
El museo de
Arena me esperaba, un lugar encantador desde sus dueños hasta las instalaciones
y las muestras. Resulta que este señor encontró una fórmula para endurecer la
arena y armar esculturas, objetos, relojes (de arena obviamente), lámparas,
etc. a cual más ingenioso y bello.
Junta arena de todas partes del mundo (cientos de frasquitos con etiquetas, en unos estantes, lo atestiguan. Había incluso de diferentes regiones de Argentina!), con lo que da distintos colores y granulometrías a sus invenciones.
Los sábados
de temporada, organiza concursos de castillos de arena en la playa vecina. No
se crean que para niños… no! son los
adultos los que más se enganchan. En las fotos (es viernes por lo que no pude
participar, buah…. Y bueh! todo no se
puede, dicen las viejas…) aparecen
algunos de 3 x 3 metros de base y metro y medio de altura!, con túneles,
puentes, laguitos circundantes, torres y explanadas. Con todo!
Ni idea de
los premios, pero seguramente vale el rato más que feliz!
Seguí hacia
donde la música me llamaba…
Un grupo
tocaba en la popa de un barco-bar, y fue inevitable la cervecita vespertina con
el sol en bajante.
Otros
negocitos de bijoux, jabonerías naturistas, pinturas, esculturas, artesanías en
cuero, chocolatería, y por supuesto, restaurants coquetos rodeaban la zona.
En un
momento, cortaron la ruta, y empezaron a armar kioscos de bebidas y otras cosas
para picar que no me detuve a investigar. En dos horas empezaría la fiesta
local Arcadiana, con fuegos artificiales incluídos.
Supe que era
tiempo de apuntar el dedo a los últimos que pasarían en la dirección que yo
necesitaba para volver. Una familia marroquí (con sus trajes típicos y su
indiscutible fisonomía) me trajeron directo hasta mi casa violeta!
Qué más se
le puede pedir a las Iles Madelaines?!
En un solo día tanta belleza y sincronía!
Hasta miren que anochecer me regalaron….
4-8-18
Fresca como
un marisco, y a pesar de lo nublado, salí a caminar temprano. Todavía me
faltaba investigar la propia isla, la Cap-au-Meules dónde me encontraba.
Llamó mi
atención, que en el altar hubiera una réplica de bote, faro y canasto pesquero.
Claro! Me olvidaba que aquí la pesca era la principal fuente de trabajo, y es
normal, pedir la bendición del mismo. Muy bonito!
Seguí para
el puertito de L´Etang du Nord, donde me encontré un negocito dedicado a
barriletes de todo el mundo. Fascinante!
Los domingos en la playa arman concursos y pruebas en distintas categorías. Buah!!! Hoy es sábado! Ya embocaré!
Los domingos en la playa arman concursos y pruebas en distintas categorías. Buah!!! Hoy es sábado! Ya embocaré!
Había
también otras tiendas de souveniers, de artistas locales, unos más genios que
otros, que empezaban a abrir sus negocitos.
Entré a una
exposición de arte donde los pintores ya estaban allí trabajando. El olor al
óleo y la trementina, me sedujeron un buen rato.
Es genial ver a alguien trabajar con pasión. Y en este caso a varios! Cada uno inmerso en su nube de delicia… Transformador!
Es genial ver a alguien trabajar con pasión. Y en este caso a varios! Cada uno inmerso en su nube de delicia… Transformador!
Seguí por un
sendero desolado y me encontré con un parque para niños. No me pude resistir a
la hamaca! Hacía tantísimos años que no
me subía a una…
Allí, frente
al mar, con el viento a favor, las piernas empezaron a empujar como si supieran
de toda la vida (otra que andar en bici nunca se olvida..)
Finalmente….
Con el último envión…. Salté!
Un jardín
vecino invitaba con unos muñecos y unos carteles a entrar.
Una fuente
con sirenas, un asiento con almohadones y techito, una casita envejecida de
bruja buena, y miles de flores, eran la antesala de un salón de exposiciones de
muñecos en tamaño casi humano, de lo más variados. Simpáticos y de miedo al
mismo tiempo, aunque todos muy originales!
Además
funcionaba un salón de té, con cuantiosas variedades de sabores y mezclas exóticas
(melón y cardamomo; guindas con canela…) y cientas de tacitas decoradas con
platitos antiguos que vos podías elegir en cual tomar la especialidad que
quisieras. Maravilloso! Y todo con una música de cielo de fondo….
La artista
que hace los muñecos (y también cuadros, bijoux y artesanías varias) se
presentó con una enorme sonrisa y me contó la historia del lugar….
La antigua
casona había pertenecido a sus abuelos, primeros habitantes de la isla, tanto
que la calle lleva el nombre de su abuelo. Su madre dejó la isla siendo muy
pequeña por el inclemente clima y para poder estudiar. Con los años, ella venía
todos los veranos a visitar a sus abuelos, hasta que decidió quedarse allí ella
también. Ahora es una hermosa mujer de unos 80 y largos… tanto y tan juvenil
como su sonrisa y la que plasma en todos sus caricaturescos muñecos.
Después de
disfrutar un tecito con scon, salí de nuevo al viento, al sol, al mar…
Monté una
colina para avistar los acantilados y un auto con un jovencito pelirojo
apareció de la nada.
Le pregunté
por el mejor camino a seguir al otro lado de esa isla, a la zona llamada
Fátima.
Me dijo que
por allí eran más o menos 6 kms., una hora de caminata, lo cual estaba perfecto
para mis piecitos ya entrenados, pero no para mi piel siendo las doce del
mediodía.
Antes de
pedírselo, ya me estaba invitando a llevarme!
No sólo me
llevó, paró en diversos puntos para explicarme algún punto de interés (aunque
con su francés cerrado a la usanza de la isla, poco y nada le entendí) y sacar
algunas fotos. Finalmente me dejó en la
playa que yo quería!
Puse mi
lonita de mariposas, me saqué el vestido (ya tenía la malla prevista abajo,
ja!), y al agua pato!!!
Meditación
acuática a la plancha, de AGRADECIMIENTO por tanto recibido! y preparación para
el retorno, ya que hoy es mi último día aquí, en el punto más extremo de mi
travesía.
Almuercito
de frutas y siesta en la arena como en los mejores tiempos…!
Caminata de
regreso con un atardecer nublado, preparo la valijota y rumbeo al puerto con
unas nubes negras no tan amistosas.
Embarco en
el mismo momento en que se larga el aguacero. ¡Hasta esa suerte de no mojarme
ni con una gota!
Como en una
película en review, me acomodo en el mismo sector en que había venido, en el
bar con música en vivo, dispuesta a seguir disfrutando!
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