Hay veces
que es más difícil, sincronizar los horarios de los traslados, sobre todo
cuando una se niega a “programar” …. Y
encima no cuenta con ruedas propias!
Bastante las patitas aguantan…
Ayer decidí
embarcar en el ferry vespertino, sabiendo que arrivaría a la isla Príncipe
Eduardo a las 2 am. y que sería imposible coseguir “dedo” a esa hora, ni tan
siquiera caminar por el pueblo en búsqueda de un hotel.
Además que los hoteles cercanos al puerto
estarían reservados desde hace meses, como lo estaban las plazas para los autos
que transbordan. 600 en cada cruce! Promedio 3 personas x auto= 1800 personas
dispuestas a pasar lo que queda de la noche en algún hotel más menos cercano.
Ergo, yo
acepté de antemano la solución más fácil: dormir en las sillas de la sala de
espera del puerto, de hecho, no había nadie!
Y el empleado de guardia de lo más gentil, me ofreció café y veló por
mis dulces sueños.
A las 7 am.
comenzó el bochinche de los que venían a embarcar en el sentido opuesto.
Ufa! A una no la dejan dormir ni en
vacaciones! Ja!
Podría haber
tomado el que salía a las 7 am. de Madelaine, y llegar a las 14hs. como suena
más razonable. El tema que había que estar en el puerto a las 6, saliendo de
“mi casita” a las 5, hora improbable para conseguir dedo, menos taxi! Por otro
lado, no hubiera pegado un ojo con el pánico de perder el barco. Así que la
solución de la sala de espera me pareció la más adecuada.
Buen
día! Feliz otro día!
Además hoy
tenía una cita!!!
Había
quedado en estar al otro lado de esta isla, 180 kms. al oeste, en Summerside,
con la amiga de una amiga: Cecil! A su vez con otra amiga: Jane.
Hacía
semanas que tenía su contacto para encontrarnos, pero ellas viajaban con su
casita rodante, unos cuantos kms. distantes de mis puntos de arribo, hasta que
finalmente logramos juntar nuestras líneas directrices en ese punto.
¡Qué lindo!
Alguien me esperaba en algún sitio!
Allá vamos!
Aunque lo
que no contaba era con la lluvia….
Desayunada y
lavada de dientes y cara, llegué hasta la puerta de la sala de espera dispuesta
a salir, aunque con cara de: -“Oia! Llueve…”
Me puse mi
poncho azul cubriéndome la mochila en mi espalda, pero no podría evitar el agua
sobre la valijota de lona negra.
El empleado
de la guardia me sonrió cómplice y me hizo señas que esperara un poquito.
Ni pinta de
parar tenía….
Él se sirvió
un largo café en la máquina y me dijo firme, tomando mi maleta: -“Vamos, la
llevo hasta la ruta, yo vivo cerca y acabo de terminar mi turno”. Para cuando
terminó la frase, ya estábamos sentados en su camioneta con el motor en marcha.
Habrá hecho
20 minutos, cuando llegamos a una rotonda, y me volvió a sonreir como diciendo:
-“Ahora sí! a mojarse…” indicándome la
dirección que debía tomar para Summerside.
Bajé
lentamente, le agradecí y corrí a guarecerme en el techo roto de una gomería
abandonada al otro lado de la ruta.
Decidí quedarme allí hasta que parara, no justificaba mojarme, ya que
tenía tiempo de sobra hasta las 14 y sólo me faltarían 150 kms.!
Creo que
estaba rezando para que aminorara, cuando un auto con una pareja y una hija
adolescente, se metieron de contramano en el sendero de la gomería, y viéndome
allí erecta enfundada en azul, me preguntaron si necesitaba algo, si estaba
bien.
Yo con cara
más que sorprendida, por el envío de “estos ángeles” que aunque los estaba
pidiendo, no estaba yo haciendo las señas adecuadas en el lugar adecuado.
Les dije que
sólo esperaba que parara para hacer dedo hacia “allá”…
Se sonrieron
y me dijeron con total simplicidad: “Subí, nosotros vamos para allá”.
Otro Milagro??? SIIIIIIII!!!!!!!!!!!!
Así es como
llegué puntualmente a mi cita.
Incluso hubo
tiempo previo de quedarme en un Tim Horton (Cadena de cafés en todo Canadá
copia competencia de Mc. Donalds en USA) usando internet y saboreando una
croissant con té.
Último aviso
a Cecil que ya estaba en zona, y pasó a buscarme con su amiga Jane.
Enseguida
congeniamos las tres, y pasamos la tarde charleteando en un bar como viejas
nuevas amigas!
Paró la lluvia,
y caminamos por un complejo de negocitos donde justo empezaba un show de música
country. Lo disfrutamos un montón!
Pizza
compartida y a la cama! Digo a la “casita”!
Jane y Cecil
la tienen prolijamente ordenada, tanto que tienen alfombra en la entrada y
cantero de flores en la mesa exterior!
Adentro todo
tiene su espacio en ordenados cajones, cajitas y canastos.
De desayuno
hubo preparación de panqueques en mi honor, arándanos y crema!
Gracias chicas! Gracias Dios!
Salimos a
recorrer la zona, esta vez bien sentada
como una dama en el asiento de atrás, disfrutando las vistas de plantaciones de
esta bella isla, aún Príncipe Eduardo!
Y cuando digo "plantaciones" también me refiero a la sw ostras, que en esta región es una gran industria.
Se siembran y se cosechan! p como se diga!
Llegamos a
la casita de Lucy Maud Montgomery autora "Anne" Que vendría a ser una especie de “Familia Ingals” en versión
canadiense. Parece ser que la escritora, huérfana y pobre, arribó a la fama muy joven con estas
historias, mezcla de su vida real, inspiradas en el paisaje que la rodeaba,
sitio actual del museo que visitábamos. Algo así como si dentro de XX años
visitaran la casa de la autora de Harry Potter, cuando aún era pobre y buscaba
quien la publicara.
Algo de esto
me resuena en mi vida… ja! Quizás
algún día visiten mi museo de
disparates! Mientras son bienvenidos los
amigos de la Vida presente!
Lo cierto es
que también amaba los árboles como yo, y tenía rincones sagrados en su bosque…
Por supuesto
tienda de souveniers incluída, me hubiera gustado comprar un libro de ella,
pero en mi valijota, no entra ni una hormiga más!
Salimos por
el jardín de vegetales, donde me encantó la idea de plantar flores y verduras
de consumo mezcladas. Los colores y las formas se amalgan tan lindo!
De allí a la
playa de Cavendish, como todo el mundo!!!
Y claro! Con
los 30°C estábamos todos desesperados por un buen baño, y mucha “plancha”, ya
que la temperatura del agua estaba ideal para entrar, entrar, y entrar…
Aunque a mí
los horarios de cena de este país (y la de los europeos) me parecen exóticos, siendo las 16,30 hs. dejamos la playa en la
mejor hora, para aceptar la invitación a cenar en un restaurant típico de langostas.
Justo a mí???!
Y bueh!
Hay que ser
tolerantes en la Vida, y estar abierto a todo… Por otro lado yo no las
consumiría, me apetecen más las pastas con tuco! Así que vamos! Ver cómo las disfrutan Cecil & Jane ya es
un placer en sí mismo!
Buen
provecho!
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