domingo, 5 de agosto de 2018

Summerside, con cita de visita!


Hay veces que es más difícil, sincronizar los horarios de los traslados, sobre todo cuando una se niega a “programar” ….  Y encima no cuenta con ruedas propias!  Bastante las patitas aguantan…

Ayer decidí embarcar en el ferry vespertino, sabiendo que arrivaría a la isla Príncipe Eduardo a las 2 am. y que sería imposible coseguir “dedo” a esa hora, ni tan siquiera caminar por el pueblo en búsqueda de un hotel.  

Además que los hoteles cercanos al puerto estarían reservados desde hace meses, como lo estaban las plazas para los autos que transbordan. 600 en cada cruce! Promedio 3 personas x auto= 1800 personas dispuestas a pasar lo que queda de la noche en algún hotel más menos cercano.




Ergo, yo acepté de antemano la solución más fácil: dormir en las sillas de la sala de espera del puerto, de hecho, no había nadie!  Y el empleado de guardia de lo más gentil, me ofreció café y veló por mis dulces sueños.

A las 7 am. comenzó el bochinche de los que venían a embarcar en el sentido opuesto. Ufa!  A una no la dejan dormir ni en vacaciones! Ja!

Podría haber tomado el que salía a las 7 am. de Madelaine, y llegar a las 14hs. como suena más razonable. El tema que había que estar en el puerto a las 6, saliendo de “mi casita” a las 5, hora improbable para conseguir dedo, menos taxi! Por otro lado, no hubiera pegado un ojo con el pánico de perder el barco. Así que la solución de la sala de espera me pareció la más adecuada.

Buen día!  Feliz otro día!

Además hoy tenía una cita!!!

Había quedado en estar al otro lado de esta isla, 180 kms. al oeste, en Summerside, con la amiga de una amiga: Cecil! A su vez con otra amiga: Jane.

Hacía semanas que tenía su contacto para encontrarnos, pero ellas viajaban con su casita rodante, unos cuantos kms. distantes de mis puntos de arribo, hasta que finalmente logramos juntar nuestras líneas directrices en ese punto.

¡Qué lindo! Alguien me esperaba en algún sitio!

Allá vamos!

Aunque lo que no contaba era con la lluvia….

Desayunada y lavada de dientes y cara, llegué hasta la puerta de la sala de espera dispuesta a salir, aunque con cara de: -“Oia! Llueve…”

Me puse mi poncho azul cubriéndome la mochila en mi espalda, pero no podría evitar el agua sobre la valijota de lona negra.

El empleado de la guardia me sonrió cómplice y me hizo señas que esperara un poquito.

Ni pinta de parar tenía….

Él se sirvió un largo café en la máquina y me dijo firme, tomando mi maleta: -“Vamos, la llevo hasta la ruta, yo vivo cerca y acabo de terminar mi turno”. Para cuando terminó la frase, ya estábamos sentados en su camioneta con el motor en marcha.

Habrá hecho 20 minutos, cuando llegamos a una rotonda, y me volvió a sonreir como diciendo: -“Ahora sí! a mojarse…”  indicándome la dirección que debía tomar para Summerside.

Bajé lentamente, le agradecí y corrí a guarecerme en el techo roto de una gomería abandonada al otro lado de la ruta.  Decidí quedarme allí hasta que parara, no justificaba mojarme, ya que tenía tiempo de sobra hasta las 14 y sólo me faltarían 150 kms.!

Creo que estaba rezando para que aminorara, cuando un auto con una pareja y una hija adolescente, se metieron de contramano en el sendero de la gomería, y viéndome allí erecta enfundada en azul, me preguntaron si necesitaba algo, si estaba bien.

Yo con cara más que sorprendida, por el envío de “estos ángeles” que aunque los estaba pidiendo, no estaba yo haciendo las señas adecuadas en el lugar adecuado.

Les dije que sólo esperaba que parara para hacer dedo hacia “allá”…

Se sonrieron y me dijeron con total simplicidad: “Subí, nosotros vamos para allá”. 



Otro Milagro???  SIIIIIIII!!!!!!!!!!!!

Así es como llegué puntualmente a mi cita.

Incluso hubo tiempo previo de quedarme en un Tim Horton (Cadena de cafés en todo Canadá copia competencia de Mc. Donalds en USA) usando internet y saboreando una croissant con té.

Último aviso a Cecil que ya estaba en zona, y pasó a buscarme con su amiga Jane.

Enseguida congeniamos las tres, y pasamos la tarde charleteando en un bar como viejas nuevas amigas!

Paró la lluvia, y caminamos por un complejo de negocitos donde justo empezaba un show de música country. Lo disfrutamos un montón!

Pizza compartida y a la cama! Digo a la “casita”!





 En un paradisíaco borde del mar, estaba estacionada su prolija morada.

Jane y Cecil la tienen prolijamente ordenada, tanto que tienen alfombra en la entrada y cantero de flores en la mesa exterior!

Adentro todo tiene su espacio en ordenados cajones, cajitas y canastos.
De desayuno hubo preparación de panqueques en mi honor, arándanos y crema!  




Gracias chicas!   Gracias Dios!

Salimos a recorrer la zona, esta vez bien  sentada como una dama en el asiento de atrás, disfrutando las vistas de plantaciones de esta bella isla, aún Príncipe Eduardo!





Y cuando digo "plantaciones" también me refiero a la sw ostras, que en esta región es una gran industria.

Se siembran y se cosechan! p como se diga!





Llegamos a la casita de Lucy Maud Montgomery autora  "Anne"  Que vendría a ser una especie de “Familia Ingals” en versión canadiense. Parece ser que la escritora, huérfana y pobre,  arribó a la fama muy joven con estas historias, mezcla de su vida real, inspiradas en el paisaje que la rodeaba, sitio actual del museo que visitábamos. Algo así como si dentro de XX años visitaran la casa de la autora de Harry Potter, cuando aún era pobre y buscaba quien la publicara.











Algo de esto me resuena en mi vida… ja!   Quizás algún  día visiten mi museo de disparates!  Mientras son bienvenidos los amigos de la Vida presente!

Lo cierto es que también amaba los árboles como yo, y tenía rincones sagrados en su bosque…








Por supuesto tienda de souveniers incluída, me hubiera gustado comprar un libro de ella, pero en mi valijota, no entra ni una hormiga más!

Salimos por el jardín de vegetales, donde me encantó la idea de plantar flores y verduras de consumo mezcladas. Los colores y las formas se amalgan tan lindo!








De allí a la playa de Cavendish, como todo el mundo!!!




Y claro! Con los 30°C estábamos todos desesperados por un buen baño, y mucha “plancha”, ya que la temperatura del agua estaba ideal para entrar, entrar, y entrar…

Aunque a mí los horarios de cena de este país (y la de los europeos) me parecen exóticos, siendo las 16,30 hs. dejamos la playa en la mejor hora, para aceptar la invitación a cenar en un restaurant típico de langostas. Justo a mí???!  

Y bueh!


 Hay que ser tolerantes en la Vida, y estar abierto a todo… Por otro lado yo no las consumiría, me apetecen más las pastas con tuco! Así que vamos!  Ver cómo las disfrutan Cecil & Jane ya es un placer en sí mismo!



Buen provecho!



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