martes, 14 de agosto de 2018

New York 3


Qué tal algo más de Brookling?  Quizás me pudiera encontrar con Woody Allen…     o Clark Kent, o al menos el Hombre Araña! El increíble Hulk?
Lástima, ninguno son mi tipo! Mejor me voy al puente, que no es el de Avignon (ya estuve el año pasado), sino el famoso de Brookling, como su nombre lo indica.









Decidí atraversarlo caminando, son apenas 20 minutos, lo malo es que por vías paralelas, corren los autos y el subway, con lo cual es un bochinche insuperable, que sólo querés llegar a la otra orilla para  bajarte.



Fotito al agua con la torre de la Libertad al fondo, vieron? Parece paradita en el puente, Ja!




Desemboqué en el China Town, que es como todos los China-Town del mundo, incluso el de Barrancas de Belgrano un poco más grande.

De ahí al barrio Little Italy, que consiste en dos mananas llenas de restaurantes que ofrecen auténtica pizza napolitana,  o sorrentinos, lasagna bolognesa,etc.  y por supuesto vitrinas con seductores cremas di vero gelato italiano!    Eso fue todo!  Ah perdón, y las mismas casa de Souveniers con los mismos artículos, sólo que en vez de” I Love N.Y”. en rojo y azul, dicen “I love Italy”   creo que en dorado. No les presté mucha atención.

Seguí para el Soho, que me pareció una zona  encantadora: calles pequeñas, arboladas , con edificaciones de 4 o 6 pisos, más humanas, con las típicas escalerillas exteriores que bajan a los depósitos desde las veredas. Por sobre todo, las veredas vacías, Ja!  Esa no era la hora de “los copetines” en que obviamente, cambia el público y se llenan los barcitos y cervecerías de moda.

Seguí por la Broadway hacia arriba, que es como la Av. Rivadavia nuestra. Atraviesa la ciudad de Norte a Sur todo a lo largo como un eje indiscutible.








Sucumbí a la tentación de revisar pilchas de liquidación en algunos shoopings, aunque sabiendo que ni el presupuesto ni el espacio en la valija aceptarían contradecirme. 

Apenas unos mini regalos para hijos y amigos, y pare de contar.

Lo que sí me disfruté es mi “paso habitual” por Sephora. Super mega tienda gigante del make up. Entrás a preguntar por una cremita y te sientan de prepo a probarte de todo. Me ligué una limpieza de cutis con masajes faciales alucinantes, que me devolvieron la vitalidad del día transcurrido . No creo que se me haya borrado ninguna arruga (las llevo con orgullo), pero seguro me las disimularon por un rato.

Me dejé hacer un maquillaje “sencillo” y de ahí al teatro!

Tenía mi entrada para Hello Dolly!




Llegué a tiempo para descubrir que mi asiento estaba en la última fila del tercer pulman! 

(Lo barato sale caro…  pero así y todo costó una fortuna argentina)

Estaba tan contenta de poder asistir que no me importó mirar todo el primer acto sentadita en el borde inclinada para abajo, tratando de apuntar mis ojos entre las cabezas  de   los espectadores que me precedían. 

El teatro estaba a full, sala llena!

La música, las luces, la coreografía, los trajes, las coreografías, las caras y las voces de los artistas, me cautivaron de entrada. Estaba fascinada, aunque entendía solo el 50 % de los diálogos. Algo así como cuando vas a una ópera y no cazas nada, pero como conocés el argumento, te vas inventando las posibles situaciones, Ja!



El público reía, se emocionaba y aplaudía a rabiar. Yo llegaba tarde a todas las interpretaciones de los chistes y picardías. Supongo que a la distancia, me perdía de algunos gestos o miradas. Así y todo, ME ENCANTO!!!!

Y más me encantó mi osadía en el entreacto de tratar de sobornar! –sólo con una sonrisa- a algún acomodador de la platea de planta baja. –“No hay por casualidad, alguna butaca que haya quedado vacía? Quizás alguno canceló o no pudo asistir…”- en tono de súplica. El amable acomodador me indicó que hablara con la management, y la llamó desde su microfonito incorporado a su oreja.

Enseguida se hizo presente una mujer ruda, con trajecito celeste con charreteras, y para mi sorpresa me dijo: -“Acompañeme por acá”.

Ya me había arrepentido de mi caradurismo, pensando que me iban a poner de patitas en la calle.

Con tono serio, se giró para preguntarme: -“Está Ud. sola?”

-“Si, sola.”  (Faltó que agregara: “Como siempre”, pero me pareció que no aportaba demasiado)

-“Espere aquí un momento!”- ordenó lacónica.

En el foyer los hombres se hacían servir bebidas alcohólicas mientras sus mujeres hacían cola en el baño para piyar antes que se reinicie la función.

La sargentona volvió con una listita en la mano: -“ Acompáñeme por acá”- volvió a repetir.

Volvimos a entrar a la platea tumultuosa, avanzamos por el pasillo central hasta la tercera fila. Me indicó acomodarme en la quinta butaca…

OTRA QUE MILAGRO!!!!   Pedid y se os dará!

Mi suerte es increíblemente Infinita!!!!  Gracias Angelitos por este generoso aporte!!
Flor de broche de oro final para cerrar el viaje de este año! Increíble!




Me disfruté el 2° acto como una chiquilla que se sacó la sortija!


Así de contenta, estaré lista para otra vuelta, en otro próximo viaje, cuando Dios y los Angelitos lo dispongan.

Gracias a todos los que me acompañaron en éste, los humanos y los alados!

Y en la Vida, como en el Teatro, la función debe terminar.

                                                T H E  E N D




Ja! por ahora…. 

Los espero en el siguiente reencuentro.....!

Mientras, que los Angelitos, os protejan!  Om Shanti!

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