domingo, 12 de agosto de 2018

New York... New York....

No es por ser insistente, pero…¡qué diferencia!!

Por supuesto, tomé un micro para pasar la frontera Canadá-USA. No era cuestión de estar ahí haciendo dedo, delante de decenas de canas armados como para la guerra nuclear.

El micro tuvo que detenerse en la garita y nos pidieron de bajar a todos con todos nuestros bagallos, incluso las valijas ya despachadas en los espacios laterales de abajo del micro.


Éramos 36 mortales los que viajábamos, por lo que estuvimos demorados hora y media!  Te revisan todo!  Las valijas por el scanner, la olfatean los perros, y otro con cara de lo mismo y guantes de látex, te pide en tono incuestionable que le muestres adentro. Abrís el cierre, y él se encarga de toquetear y mezclarte lo que vos 
laboriosamente habías acomodado un rato antes para que el mismo cierre cerrara como hubiera sido debido mantener.

Por otra parte, una sargento (de cuerpo y alma e insignias) te hace mil preguntas de cómo, porqué, donde , hasta cuando, con quien, como, porque, donde, otra vez y otra vez, y te pide una dirección de dónde vas a estar, y que vas a hacer, y etc. etc… y sabe que tiene el poder de decirte “NO” y te la hace transpirar… aunque tengas tu pasaporte en orden, la visa y la María santísima..  (Qué me agotan!!! Métanse el sellito en el a.)

Es allí donde yo me pregunto a mí misma:- ¿Para qué quiero conocer New York? 



¿Quién se creen que son? Quién me mandó a mí a pasar por esto? Si ya sabía…”.

Todo esto bulle en tu mente cuando de repente sin previo aviso, y como si fuera un estornudo, ya te pusieron la marca y te ordenan correrte de ahí (del mostrador).  Ya estás tan plastificado, y tan abrumado, que ya ni sabés si es correcto respirar…

Con temor, agarrás tus cosas, lo mirás al chofer que aguarda pacientemente, como pidiéndole amparo y permiso de subir al asiento del micro que te corresponde, a esperar que pasen por el mismo “juicio” el resto de los pasajeros. Aunque ya estés tranquilo adentro, ya te queda el cuello endurecido, en posición de “Defensa” por las dudas, como todo aquí.


Pensar que en el país de más del Norte, pasé en 3 minutos, sin preguntarme casi nada, y ni bajé el bolso del colectivo. Qué diferencia..!







Por suerte esta vez tenía la dirección de una anfitriona dispuesta a hospedarme, así que al llegar a la terminal al amanecer, además de asustarme (y un poquito asquearme, aunque también compadecerme) de la cantidad de mendigos (ahora se les dice homeless, suena menos culposo!) , 
fui directo al subte, 3 combinaciones, 6 cuadras a pata y llegué!!!  (benditos mapas!!)




A pesar de ser domingo 8 de la mañana, Mimí me recibió con una enorme sonrisa y me mostró el cuarto que me tenía destinado: vacío!

Es decir, sin personas, no turistas de hostel compartido, sino tampoco cama ni muebles. ¿Era una cargada?   No, en seguida me prometió que en un rato le traían un colchón nuevo y que más tarde tendría el cuarto listo.

Me relaje, dejé las cosas, y mapita con botellita de agua en mano, cámara al cuello, salí a descubrir de que se trataba la famosa New York.





Sabía que estaba en el barrio de Brookling. Lo que no sabía era que en Brookling había una comunidad enorme de judíos. (Muchos judíos, no que los judíos fueran enormes)

De esos judíos que sólo vez hombres trajeados de negro, sombrero bombín al tono, de donde emergen dos firuletes enroscados a modo de patillas (mayoría pelirrojas o negro oscuro, también canosas). Cada tanto una mujer –modelo único- (también todas uniformadas) con corte de pelo lacio cuadrado, pollera más debajo de la rodilla, casi pantorrilla, colores oscuros, cara de sumisas, cochecito en mano con 1 o 2 bebés adentro y 5 o 6 en prole caminando atrás y a su lado. Todos cortados con la misma tijera, posiblemente de sastre!






Tiendas de baratijas y supermercados de cocina “Kosher”* (después aprendí lo que era).

Barrio de casas lindas (¿?) también todas cortadas con la misma tijera, arbolado refrescante, y mucha mugre! en las calles. (la verdad no ofende)

Restos de cartones, bolsas, herramientas viejas, carritos, vómitos, comida tirada, y hasta algún gato muerto. Obvio ratas vivas.

Eran tantos y tantos estos caballeros de negro, que por un momento pensé que me había equivocado de ticket y me había bajado en Jerusalén! Me sentía la única mosca blanca…

Seguí caminando, y en un momento ví una capilla estilo anglicana o  algo Baptista. Adentro estaban cantando estilo góspel, y entré como un imán.

Del negro pasamos al marrón, porque una vez más, cientos de ojitos brillantes se posaron en mi tez rosada como preguntándose: -“De que pozo  salió esta rana?” (Sin saber que yo también soy hormiga, por lo tanto negra!)

Lo cierto es que los rodetes, los sombreros, los trajes, los collares, pulseras y adornos varios, incluye carteras, capelinas, moños, turbantes, trapos, ganchos, sandalias, y etc. etc. a cual más colorido, me demostraron que había cambiado de comunidad (perdón, les debo las fotos, pero era inapropiado sacar la maquinita en público). Estaban en plena misa, y a mí lo único que me importaba era escucharlos cantar. Por lo que pedí permiso y me hicieron pasar. De hecho me sentaron en la mitad de un banco, en el medio de las filas, o sea, imposible escapar desapercibida si se hacía largo…  Iban por las bendiciones de la Entrada, imaginen lo que duró.

Pero yo estaba de lo más contenta, en una nueva experiencia, y de hecho la Misa nunca le hizo mal a nadie, a lo sumo es inmune, y como no entendía ni jota lo que el cura (o como se llame el orador de turno), no podía enojarme ni criticar. Sólo me dediqué a disfrutar los cantos, y hasta me animé a seguirlos un poquito.

Antes de terminar, el cura preguntó quienes los visitaban por primera vez?

No pensaba ni levantar la mano, cuando todas las negras (mujeres de color se dice ahora, dicen que es menos ofensivo) me levantaron en andas casi obligándome a presentarme en el micrófono. Más roja que un tubérculo, dije mi nombre y mi país, entonces estallaron en aplausos y me cantaron un himno de bienvenida. Se me pararon todos los pelitos del brazo y se me escaparon unas lagrimitas. ¡Por fin humanos en New York!

Digo esto porque los primeros a los que les pregunté cómo llegar al subte, o la dirección a seguir, me gruñeron como los canas sin serlo. Me miraron feo como seguramente yo lo había hecho con ellos, no me podía sacar el prejuicio tan rápidamente, y me acordé lo del espejo. Lo saben?

Todos somos espejos de todos. Si yo te sonrío, tú me sonríes. Si yo te frunzo el ceño, tú me fruncirás el ceño. Ley matemática básica.

Así que a sonreir señores y señoras! El mundo necesita Alegría!  Cómo la que trasmiten “las personas de color” en sus salmos gospelianos. Qué Belleza!!

Más tarde aprendí que en New York conviven todas las razas del mundo sin excepción, y que se hablan 120 lenguas diversas al mismo tiempo! Es verdad! Ví rostros y escuché sonidos (seguramente conversaciones) que jamás había sintonizado, y eso que ya voy por más de 40 países.

Salí del templo recuperada en Alma y Vida, y me tomé el subte directo a Manhattan. 

Directo es un decir, porque siempre te toca hacer combinaciones. Hay como 20 líneas que se van cruzando en distintos puntos y así llegás a todos lados.

*“Cocina Kosher” Antes de seguir les quiero contar otro aprendizaje del día: Mimí me explicó que no usara su horno ni su cocina, ni los utensillos, ni las ollas, ni la vajilla, ni nada que estuviera en la heladera. Mejor si ni siquiera la abría! AH!  Y que tampoco usara la pileta de lavar los platos ni abriera las canillas.

Glup!!! Puse cara de extrañada, ya que en su invitación decía: baño y cocina compartida. ¿Qué se supone voy a prepararme estos días? (Aunque mi variado menú viajero va del sándwich de queso a la mandarina con banana).

Entonces me habilitó un pedacito de mesada que forró con un mantelito, puso una pila de platos plásticos descartables, otro tanto de cubiertos, un vaso, una jarra de agua, con agua de vaya saber dónde, una ollita vieja, se excuso de no tener la tapa ni una sartén. A modo de explicación, me dijo que ella practicaba la cocina Kosher y no podía permitir que yo la contaminara (¡?), que disculpa, que lo manda la Biblia. Amén!

¿?????????????

Ni me animé a protestar. Apenas atiné a preguntar: -“En qué consiste ese método?

Entonces me explicó algo que no entendí bien, y luego lo googleé para enterarme mejor: Los judíos tienen reglas muy estrictas para todo, incluso para cocinar. ESTÁ PROHIBIDO mezclar carnes con lácteos, ni en las preparaciones, ni en los platos, ni en la heladera, etc.. El cerdo y no me acuerdo que otro, son pecado mortal. Pobres! Se pierden los sandwichitos de miga de jamón y queso que me pueden! (es mi excepción a la regla vegetariana). En fin cada uno tiene sus locuras. Lean por Uds. mismos, más excentricidades en la web.

Hablando de locos, en New York ví más locos sueltos que en ningún otro lado. Gente hablando sola… (Bueno ahora todos van con el cablecito en la boca, pero esa locura colectiva ya no cuenta). Digo los que se están peleando a los gritos con personajes imaginarios. Los que lloran a voz en cuello, gimen, borbotean, te chiflan, te burlan, te piden, se arrastran, van desnudos o con taparrabos, o andan ajenos a todo. Muchos me dieron miedo de entrada! Y eso que yo no le tengo miedo a casi nada, pero esta locura salta de lo común. Y dicen que en invierno peor, porque andan todos encapuchados hasta las orejas…

De los homeless ya hablamos en Toronto, aquí es exponencialmente proporcional, una tristeza.

Por no hablar del bochinche, de las sirenas continuas. Cuando no es la policía, son las ambulancias, o los bomberos. También hay particulares con las lucecitas giratorias amarillas sobre el techo, derrapando en cualquier esquina.

En fin, vine a ver de qué se trata, y hay que apechugarla.

Me propuse empezar por orden, de Sur a Norte, para no perderme ningún detalle. Pero es tanto, TANTO, T A N T O ¡!! Lo que hay para ver y hacer que es imposible abarcarlo todo. Y que te lo cuente todo!

Así que dejemos que las fotos te muestren un poquito…

Es típico ir a tocarle las bolas al toro en señal de buena suerte

O pasar con sus cuernos (¡?)

Me gustó este carrusel de vidrio y peces giratorios



Los contrastes ...

La city desde el río













La torre? Ni fu ni fa!  No me pareció gran cosa, no entiendo porqué tanta fama…  Eso sí! Llegué a mis propias conclusiones filosóficas.




Contradictorio no????...  Y la Libertad en qué consiste?
Sin más comentaroios...


A saber: La Libertad suena muy linda, pero la verdad es que está ahí sola, tiesa, intocable, imperturbable, inamovible. Todos la admiran pero nadie sabe que hay en su interior, nadie puede llegar ni a tocarla. Es de un color fofo, como muerta en vida, o muy mal del hígado. Ni quisiera yo
ninguno de esos estados!

Estás ahí un rato, y después de mucha chachara y fotos de frente y de perfil, te das media vuelta y la vida sigue sin ella. No te acordas más que existe.

Confunden su nombre entre Libertad y su apodo más tradicional: Esclavitud! Es una verdadera confusión a qué se dedica esta Dama representativa de este país…

Prefiero mi nomadismo, vestirme de colores vitales, que me toquen (me conformo con abrazos  de hijos, amigos y tangueros), mirar para todos lados, especialmente dentro del alma de mis semejantes, y abrirles la mía. Bajarme del banquito cuando se me ocurre,  y echar a volar…!

La libertad es muy bonita, pero sola no sirve para nada. La prefiero acompañada y compartida!  He dicho!!!

Llegué sin proponérmelo a la zona homenaje de las torres gemelas, y sin proponérmelo, me emocioné. Han hecho unos piletones a modo de fuente invertida bajo el nivel de tierra, con un mármol continuo alrededor con los nombres de todas las víctimas, y dónde los miles de turistas que visitan el lugar, van dejando flores. Son increíbles “los agujeros” que dejaron en el tejido urbano.  Con sólo mirar para arriba a otras torres vecinas, y pensar que ese volumen en unos minutos pudieran ser polvo, se te ponen los huesos blandos…




También está el museo del Holocausto, que por supuesto seguí de largo.

Preferí la caminata por la costanera rodeada de bonitos canteros de flores y sectores arbolados muy apacibles. Increíbles remansos dentro de la gran city.



Un super nuevo shopping con una arquitectura de avanzada con las cadenas de las firmas de siempre. Chapeau!









Contra las reglas de estilo, afuera en una plazoleta vecina, una feria de puestos callejeros de comidas centroamericanas, chivitos uruguayos, empanadas argentinas, humus turcos, y humeantes barbacoas de origen incierto. Menos el humo y el olor, el colorido y la vitalidad, un placer!

Músicos callejeros bien equipados, me deleitaron un pedacito de la tarde.




Otras artes (¡?) callejeras ya no las soporto. Se estará poniendo vieja esta hormiga? No puedo creer estas “creatividades” (¿=) en lugares públicos, invadiendo con su insolencia, áreas de estilo, diseñadas anteriormente por algún otro artista que jamás concebiría semejante intromisión. En fin, He dicho también!! 

PD: Aunque detesto estas obras aplaudo la autoestima de los autores (no quiero llamarlos artistas). Porque animarse a presentar cosas como éstas…

Cuando yo era más chiquita, cada vez que hablaba por teléfono (con esos negros grandotes fijos a la mesita de luz, con tubo y cable de rulitos) hacía “mamarrachitos” con una birome en el block anotador que siempre vivía  en esa mesita. Jamás se me hubiera ocurrido, enmarcarlos y venderlos a un museo!!! Mirá vos lo que es la creatividad (viveza) de algunos o la corrupción de los mecenas…  Estoy criticona últimamente, pero me indigna, pagar entradas para ver lo que pudo haber hecho cualquiera!
























En el MoMa había una cola de dos cuadras pata comprar los tickets de entrada, más los miles que llegaban con la impresa por internet o mostrando la pantallita del celular. Demasiado amasijo para mi gusto. Debí conformarme con la visita a la tienda de reproducciones en Planta Baja.

Más de lo mismo! Menos mal que no entré al museo…

EL Times Square es el punto céntrico más concurrido, con sus centenares de carteles móviles, que a su vez son pantallas con imágenes full color que cambian por segundos.




Un gentío frenético se mueve entre los shoopings aprovechando las liquidaciones de temporada de las marcas más famosas.

Quince minutos fueron suficientes para mí! A otra cosa, antes de enloquecer en la volada…




Los taxis ya no son a cuadritos como en las películas...

Hice unas cuadras en el M3 derecho por la Broadway para darle un rato de recreo a mis piecitos. Se los recomiendo! Es como tomarse el bus turístico, pero 10 veces más barato!





Cuando pasó por la Biblioteca Nacional, decidí bajarme: Ahí sí me sentí en mi salsa…  

El edificio neoclasicista, un lujo y una belleza. 

Adentro cientos de turistas recorriendo las salas, los pasillos, y los archivos. Todo está abierto al público. 











Lo que más me encantó, es que estaba funcionando de verdad, con cientos de estudiantes y adultos en los escritorios, concentrados en los libros o en sus ordenadores, mientras el resto nos paseábamos entre ellos –en respetuoso silencio- fotografiándolos tanto a ellos como a las instalaciones.

Seguí andando y pasé por  Barnes & Noble!  Me PUDO!!!   Es una gran librería donde podés encontrar libros de todo el mundo. Una especie de Ateneo a la enésima!
Ya estaba cansadita por el primer día, así que tomé unos cuantos en español, y acomodada en un rincón, me dí un festín hasta que oscureció.


Prudentemente volví antes de las 9, como me recomendó mi anfitriona. En el subte no se andan con vueltas, hay que tener mucho cuidado…

Al llegar a mi estación prevista y subir a la calle con la incertidumbre de la nochee, descubrí que mis vecinos de negro y de rulitos estaban más vivos que a la mañana. 

Resulta que en esa esquina hay un templo, una universidad, una escuela primaria y secundaria, un museo judío y cientos de comederos (¿?) abiertos hasta la 1.00 am!  (Pasada medianoche) (Aún me cuesta entender este sistema horario..)

Tranquila y gozando del vientito caliente de una noche veraniega (dentro del subte es un congelador!) llegué a lo de Mimí con una porción de comida al paso ya preparada. No sea cosa de incomodarla o meter la pata.

Cuando Mimí vió la bolsa, me sonrió satisfecha: “Qué suerte que a vos también te gusta la comida Korsh!!” me dijo reconociendo el negocio vecino donde compré una ensalada mixta con huevos, semillas y otros vegetales, para mí simplemente era vegetariana!  Glup! Adentro! Y a dormir…

Hasta mañana New York!

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