sábado, 17 de agosto de 2019

Maradona y otros ángeles


Caminata matutina de reconocimiento de Jokkmott en búsqueda de pegamento instantáneo para la suela de uno de mis borcegos, que tras la caminata de ayer, amenaza con dejarme a pata.


Por suerte en el supermercado, conseguí tubito de suprabond y asunto arreglado.


De vuelta al hostel 






a buscar mi valija –cuyas ruedas ya renunciaron a seguir siendo ruedas- me sorprendí por un bar llamado ni más ni menos: “Maradona” y con banderas argentinas en la marquesina.




Ni lenta ni más loca que estuviera, lo dejaría pasar: entré! Segura de encontrar al culpable argentino en esas latitudes. Y no! me encontré con su dueño sueco quien me confesó que es sólo fanático del ídolo, y por eso decoró su negocio con sus imágenes. Pero aún más descabellado me pareció encontrar un ventilador en Suecia + una guitarra criolla sobre la heladera de las cervezas. Discépolo se quedó corto en “Cambalache” con la biblia y el calefón. No llegó ni a imaginarse Maradona y el ventilador! Chan-já!


“Dios los cría y ellos se juntan”- dice el saber popular. Y entonces oigo a mi espalda, una voz masculina juvenil que me pregunta, en castellano bien argentino!: 
-“¿Porteña?”

Con sonrisa de reconocimiento, Lisandro se presentó como oriundo de Bahía Blanca, ingeniero agrónomo haciendo su tesis en Montpellier, con su novia francesa, desayunando junto a Alejandro de Caballito, informático y viajero. Todos se habían conocido esa semana en el Rainbow del que yo venía el día anterior, y a ellos la lluvia en las carpas ya los tenía cansados y todos sin ni sospecharlo, descubrimos el bar de Maradona en Jokkmokk!  Que las hay, las hay…

Tras compartir la charla, decidí encaminar mi ruta de descenso por el centro de Suecia, para contemplar lagos y montañas, aunque sabía que no sería la ruta más transitada, ya que la mayoría de los automovilistas, elign la autopista costera bordeando el mar Báltico. Pero cuando la hormiga terca se propone algo, más parece realmente una mula!

Me costó 7 autos en 7 horas para avanzar sólo 250 kms. Es decir, un montón de tiempo improductivo en las esperas, ya que no pasaba nadie, o eran locales que hacían tramos muy cortos. Aunque los escenarios de las esperas siempre son preciosos, 





no es grato cuando está lloviendo. Me ligué 2 chaparrones así que tuve que refugiarme en un techito de una gomería y en otro bajo un noble árbol, para evitar que se me empapara la valija, aunque yo contaba con mi poncho piloto todo terreno. Aunque no es cuestión de quejarse, sino de Agradecerle a cada uno de los 7 ángeles disfrazados de choferes, que sí me levantaron.

El último, sin embargo, fue diferente: No se cómo se dio cuenta también que yo era argentina, y él se confesó uruguayo-sueco! Resultó que sus padres huyeron de los militares durante el proceso de dictadura en Uruguay, previa cárcel de 5 meses a pan, agua y torturas, hasta que alguien los ayudó a escapar (su madre embarazada de él) y encontraron asilo en la embajada Sueca y así es que desde entonces viven en Suecia. Su madre era médica, aunque nunca pudo validar su título, ejerció desde su llegada, como enfermera. Su padre contador, pudo administrar una escuela. Él fue educado como sueco, aunque siempre sufrió la mala mirada como inmigrante “morocho”. Me contó que los suecos se jactan de tener el país europeo más abierto y permisivo para los inmigrantes, aunque sus locales no los aceptan realmente, y es muy difícil integrarse, sobre todo por la dificultad del idioma.

Así que él se pasó 10 años viajando como fotógrafo, y ahora trabaja para el diario más importante de Suecia. Y con 28 años anda en un BMW super! además de tener su bonita rubia novia sueca y sus dos perras, también suecas, aunque morochas! Todos unos divinos, que me dejaron en Sorsele.


Siendo las 4 de la tarde, y a pesar de la llovizna, me propuse seguir un poco más, sabiendo que contaba con varias horas más de luz.

Entre los pocos que pasaban, no me paraba nadie. Sólo pasaban las horas… y yo no dejaba de extrañarme de la mala suerte del día, y de darme ánimo y buena energía. De peticionar a mis angelitos de bolsillo y de cantar a los saltitos para no congelarme.

De repente se me ocurrió pensar: “-¿Qué tengo yo que aprender de esta situación?”. La respuesta me vino pegada a la pregunta:-“HUMILDAD!!”

Quién me creo que soy? que los Angelitos siempre tienen que estar a mi disposición, cuando hay temas a resolver en el mundo, muchísimo más importantes que mis avances ruteros?

Y junto a la respuesta, me vino el camino de la ACEPTACION. O sea, bajé el brazo, arrastré mi valija –la arista inferior ya es casi un jirón, ¡que aguante 15 días más porfi!- hasta una hamburguesería cercana –no Mc. Donald- y le pregunté al dueño-cajero, si habría algún hostel sencillo por ahí cerca.

Me indicó uno, el único a 2 kms. Le mostré mi valija a modo de explicación que no podría caminar esa distancia, e instantáneamente se ofreció a llevarme en su autito. 

Cerró el negocio y me llevó. ¿Quién dijo que los suecos son antipáticos? Yo voy sumando noblezas y agradecimientos.

Resultó que el hostel estaba vacío, todo para mí! 

Vista desde mi ventana
En la heladera, una pizza que la dueña me autorizó a consumirla porque ella las compra para sus huéspedes, o sea yo! y me contó que por ahí cerquita, había una ex cabaña que la convirtieron en capilla local y que estaría abierta.


Tras disfrutar la vista por mi ventana, y siendo que paró la lluvia, salí a conocerla –mucho más por ahí no había-.

Entré con la curiosidad que me caracteriza. Entonces, la sorpresa del día fue mayor aún que las otras: en un banco había un ejemplar de “Dios me habló” de Eyleen Caddie, en castellano!  La fundadora de la comunidad Findhorm donde estuve danzando al inicio de este viaje en Escocia. Y que desde entonces, quería leer ese libro. Allí estaba, entre mis manos!

Evidentemente, era por algo que debía quedarme en ese pueblo, y que suerte que entendí la “Lección” y escuché el mensaje. Recontenta me pasé el resto de la tarde-noche, leyendo en el refugio de la capilla. Así que me sabrán perdonar que no les he escrito el parte diario de ayer.

Esta mañana, bastante acobardada por la mala racha del día anterior, más aún persistía una pequeña garúa, sumado a que domingo temprano es difícil que pasara alguien por esa ruta desolada, pero con la convicción de que cada vez que fue difícil, por la ley del péndulo, algo maravilloso iba a pasar.

Tras 10 minutos de nadie, se acercaba una motorhome. Sabiendo que en ellas casi siempre van matrimonios de jubilados con cara de asquete y amarretes –ergo nunca paran- casi no me molesto en hacerle dedo. Apenas lo insinué. El conductor venía solo, y venía parando casi solo, dudando de mi gesto.

Al ponerse a mi lado y bajar la ventanilla para preguntarme para donde iba, noté una cara rara, y un segundo de desconfianza me invadió. A falta de otras opciones, y no queriendo esperar otro día ahí parada, acepté subir cuando me dijo que él también iba para el sur.

-“Para Copenague, Hamburgo, Frankfurt, más precisamente!”

-“Para mí Copenague es suficiente”- confesé más que contenta! –“mi avión de regreso sale de allí en 14 días..”

-“Ah no, pero yo tengo que llegar el martes”- me avisó como cumpliendo un trabajo. Entonces me explicó que él tiene una empresa Aseguradora, que se llama “AA  Ángeles Amarillos” (porque es el color vial) y que rescatan los autos de las personas que han tenido algún problema (infartos, quebraduras de una pierna esquiando, etc.) durante algún viaje lejos de su origen, y deben ser trasladados en ambulancia, casi siempre con el familiar que los acompañaba, y por ende el vehículo quedaba solo y alguien debía trasladárselo hacia sus casas. Ése era su oficio! Y estaba orgulloso de ayudar así a las personas, por eso le puso ese nombre a su compañía, y son como 25 choferes en Frankfurt haciendo ese servicio en cualquier punto de Europa. De hecho, venía de Nordcape, como yo!

Y todo eso contado en español! Porque era nacido en Valencia, de madre española y padre alemán. De hecho me contó toda su vida y del accidente que tuvo a los 13 años cuando se cayó de un tejado y estuvo dos meses en coma –allí conoció a los ángeles y a los arcángeles que lo asistieron todo el tiempo entre sueños- y que por eso tenía el rostro medio desfigurado debido a una pequeña parálisis que le quedó para siempre.
El resto de la historia, será mi próxima novela. Ya me autorizó a escribirla.

El resto del viaje duró 24 horas! De un tirón! Esta vez el péndulo se pasó de rosca!
Al anochecer, buscó un hotel para parar. Demasiado lindo (caro) para mí, por lo que se ofreció a pagarme mi cuarto separado, pero me negué retrucándole la oferta con el pedido de que me dejara dormir en la motorhome. Ya conociéndome como “rara”, y viendo que insistía, aceptó dejándome las llaves en un gesto de plena confianza, aunque obligándome a aceptar la invitación a cenar. Acepté gustosa, con menú vegetariano y todo!

Esta mañana, me trajo desayuno a la motorhome con su mejor sonrisa, y la mía, al creer que me lo perdería (él lo tenía incluído en su tarifa de su habitación) .

Sabiendo que yo quería bajar por el centro de Suiza más despacio, por caminos rurales para contemplar los lagos y las colinas, no volviendo a pasar por Estocolmo y mucho menos por una aburrida autopista, le agradecí la oferta de llevarme hasta Copenaghe y sólo acompañarlo 1 hora en la mañana hasta un cruce donde yo tomaría otra ruta diagonal.

Medio frustrado, porque decía que el favor se lo estaba haciendo yo por la buena compañía en un viaje tan largo, obviamente me entendió y de hacho él quería meterle pata para llegar esta misma noche  Hamburgo, donde debía entregar la motorhome. (De hecho, gracias también a su real propietario, por haberme cobijado en su cama móvil.)

Nos despedimos como amigos de toda la vida, y le regalé un Angel amarillo del mazo que siempre me acompaña. Estaba feliz y agradecido! Como yo!


Con el nuevo vértigo de volver a empuñar el dedo, retomé mi oficio de hormiguita viajera en la estación de servicio en que me dejó.

El día de hoy fue relativamente fácil aunque también fui cambiando de choferes y de rutas, ya que me inventé un zigzag medio extraño para evitar la autopista. Me tocaron dos veces dos suecos que no hablaban inglés, y dos veces dos sirios que tampoco. Lo supe por la música árabe en la radio de uno, y por las letras "raras" de su GPS en el celular.

“¿Qué cómo se hace entonces?”- a la vieja usanza de mapa de papel en mano, y sonrisa señalando el recorrido requerido. Así de fácil.

Los lindos de la tarde, una parejita sueca –que sí hablaban inglés- y me dieron una lección de la política reinante en Suecia, el sistema parlamentario, las funciones del rey, los desacuerdos y quejas de los ciudadanos, aunque también las ventajas de que gozaban como país evolucionado; también de sus viajes y sus proyectos, más que simpáticos!

Entre unos y otros fui llegando al hostel que tenía marcado en Borenberg, minutos antes de las 6, justo cuando cerraba la recepción. 


Y justo cuando quedaba una última cama en la última habitación disponible. Mi suerte me sigue asombrando hasta a mí misma! Pero con Humildad por favor!  No quiero volver a comerme una espera como la de los otros días. Con moderación y con sentido Agradecimiento! A tantos ángeles intervinientes… los de Arriba y los de abajo, disfrazados de choferes!

Borenberg?  Más que Precioso!!! Como no podía ser de otra manera. Frente a un canal calmo, con pececitos nadando en sus aguas transparentemente espejadas, reflejando árboles, casitas de cuento y nubes. Un prado lleno de manzanos, mesas y asientos bajo sombrillas de colores, hamacas bajo frondosa arboleda, ovejas a lo lejos, embarcadero, jacuzzi en tuba de agua caliente a la orilla del lago, casitas para pájaros y pájaros revoloteando el cielo en crepúsculo hasta una puesta de sol maravillosa, silenciosa, única…
































Gracias por acompañarme hasta acá, y permitirme compartirles tanta maravilla.


Que descansen, sueñen con seres alados…


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Si querés, dejame aquí tu mensaje o compartime tu Milagro...