jueves, 15 de agosto de 2019

Tree Hotel


Aquí quería llegar!




“En las altas tierras del Norte
En la profundidad del bosque
Donde la copa de los árboles tocan el cielo
-hay un lugar inspirado en la amistad
Diseñado por genios,
Hecho con magia,
Perfecto y puro-
Es el Tree Hotel.”
             Con los mejores deseos






Había visto imágenes de este lugar, una tarde de hace varios meses, en una revista, la sala de espera de mi dentista. Desde entonces, que la semilla de las ganas de venir a conocerlo, me ardía en el corazón.

Cuando anduve hace unas semanas por el Norte de Finlandia, deseché la idea, porque a pesar de parecer cerca en el mapa, era muy improbable llegar desde Rovaniemi. 

Cuando desde allí conseguí un dedo directo a Helsinki, creí que la señal clara era olvidarlo.

–“Sin planes!”- es mi ley viajera. “Si no tienes deseos, no habrá frustración. Si te empeñas en algo y no lo consigues, te generas sufrimiento. Ergo, sin planes! Todo lo que llegue está Perfecto!”- y así circulo de lugar en lugar. Día a día, de a pasitos de hormiga (cuidada y guiada por angelitos).

Anoche en la estación de tren huyendo de Estocolmo, vi que salía uno hacia el norte de Suecia e inmediatamente me acordé de mi sueño interrumpido de venir a conocer el Tree Hotel en el Círculo Polar Sueco.

¿Otra vez para atrás? Mejor dicho, ¿para arriba? para el norte?

Y sí! porqué no? Duermo toda la noche en el tren y mañana intento un dedo hasta llegar… Allá vamos!

Y llegué! Y es precioso!!


Es un caserón muy antiguo, en medio de un bosque, ambientado onda años ´50, super retro! Como estar en la casa de una abuela, con todos sus recuerdos: los discos, la máquina de coser, las muñecas, las tacitas de té, las revistas de moda de la época, el mobiliario, los empapelados, todo, todo de esa época, rechic!








Hay habitaciones en la planta alta de la misma casa, donde además funciona en la planta baja, la recepción y el restaurant dividido en distintas mesas en cada cuarto.

Las habitaciones tienen distintos nombres. 








Ya habrán adivinado cuál me tocó a mí? Y encima con un cuadro de oso hormiguero encima del escritorio! Qué las hay, las hay…!



La cama gigante, con muchos almohadones, con toallas blancas super mullidas y hasta bata! Y un cuadro premonitorio sobre la cabecera. Hacía siglos que no iba a un hotel así!

Me lo quise regalar, porque en realidad quería venir a chusmear las “otras” habitaciones…. (cuyos precios son por las nubes! Como la copa de los árboles!)


Y porque son casitas en los árboles!

Pero más que peculiares, 7 diferentes modelos, de diferentes tamaños, formas y materiales, a distintas alturas, todas camufladas entre las ramas y los troncos: 






la cabina, el Ufo (tipo nave espacial), 




la espejada –un cubo absolutamente espejado en todas sus caras y aristas-






 el nido –una bola de 4m. de diámetro toda envuelta en pequeñas ramas adosadas a la superficie indefinida- 




el cono azul, que en realidad es una pirámide roja; 





Etc,etc. ;






Todas se acceden por abajo con escaleras desplegables o por rampas. También hay una central donde funciona el sauna y vestuarios y sala de relax y meditación.




Una genialidad!

Una Paz, unos senderitos entre los altos pinos aromáticos, montones de pájaros y mariposas, tanto buen gusto exquisito…






No se accede con los autos de los turistas, sino que te llevan las valijas en un carrito eléctrico como los de golf, y te las suben por un montacarga, pero vos tenés que ir caminando para preservar el silencio y el ambiente. Genial!






Parrilla Escandinava, ja!

Y claro, tanta exclusividad tiene su precio!

Por suerte, después de contarles mi amor por los árboles y los emprendimientos que cada tanto hago para sembrar conciencia respecto a la deforestación, las plantaciones en las que he participado, y los libros que he escrito, me han hecho un super descuento en la habitación más económica. Por supuesto no una de arriba de los árboles, pero venía dispuesta a aceptar lo que hubiera. “Sin planes”. Y resultó un día maravilloso!

Mi Alma se volvió a llenar de verdes.

Después de recorrer y aprenderme todos los detalles constructivos –me dan unas ganas de hacer algo similar en VLA….  – me fui a caminar por el bosque con mi alma de Caperucita.




Nuestras raices

Me encontré con mis tocayas laboriosas

Soy parte!




Caperucita azul, porque tuve que emponcharme con mi pilotín, ya que se largó un aguacero tremendo. 

El olor de la tierra mojada y el vapor que se desprendía de las hojas hicieron que no me detuviera para nada. Seguí, seguí, empapándome y no me importaba nada! Estaba recontrafeliz!!!  Cada día me siento más parte de la Naturaleza, más salvaje, más espontánea, más libre! Y es una sensación increíblemente enérgica!

Después de dos horas de mojadura, decidí regresar, sabiendo que me esperaba un baño de lujo, con secador de pelo y todo! ja!

Obre mi cama!

Quedé preciosa –modestia aparte, la Alegría sienta bien- con mi vestido verde árbol, dejé las botas en la cocina para que me las sequen cerca del horno si no mañana….

Me tomé un delicioso 5 o´clock tea! Mientras hojeé unos libros de fotografías de la región, y me puse a escribir.

Por la ventana, entre macetitas blancas, el sol se asomó con todas sus fuerzas de dorado atardecer.

No lo pude resistir, salí otra vez al camino, intuyendo un río más allá de unos sembradíos. En un abrir y cerrar de ojos, estuve ante otra maravilla:



Reencuentro con las flores rosas de Noruega

Seguí un largo senderito que se dirigía hacia la orilla, y al llegar, un bote silencioso me aguardaba.


La prudencia me hizo conformar con la foto y ver saltar los peces en el agua espejada, como si me saludaran sabiendo que yo no los iba a pescar.


El sol brilló su mejor despedida y yo no pude menos que inclinarme en una reverencia de AGRADECIMIENTO por tanta belleza, por tanta calma, por tantas bendiciones a lo largo de todo este viaje, por tantos seres angelicales que me fueron acompañando día a día, momento a momento, por tantos lugares sagrados a los que he ido arribando, por todas las gracias recibidas…


Volví volviéndome a encharcar las sandalias entre los pastos empapados y el ruedo de mi vestido largo, y tampoco me importaba nada, ja! La felicidad se parece al agua… te moja y te hace bien!

Volví a dejar mis sandalias en la cocina con la complicidad de la cocinera que me miraba incrédula. ¿Les conté que hasta la semana pasada aquí había un cheff argentino? Justo se fue de fin de temporada. Qué chico es el mundo!

Bueno, ahora les subo las fotos, y a disfrutar del super colchón!!!  Mañana tengo desayuno incluído y ya me lo estoy disfrutando mentalmente, Ja!

¡Cuántos placeres! , como cantaba el Nano: -“Hay días que la Vida te besa en la boca…!”

Y yo les dejo besitos de buenas noches y bendiciones.

Que sueñen con las casitas en los árboles!

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