lunes, 2 de septiembre de 2019

Copenaghe


Inicie mi recorrido por el puerto donde “La Sirenita” de bronce, preside la entrada al mar.


Lo extraño de esta escultura es que es muy pequeña, sin ninguna virtud escultórica, está alejada del centro, y así mismo, convoca a multitudes!



Es imposible venir a Dinamarca y no ir a visitar al emblemático personaje del cuento homónimo de Hans Cristian Andersen, autor de varios cuentos de hadas para niños. De chiquita el que más me impresionó fue “El traje del Emperador”, aún lo recuerdo!


La versión original del dinamarqués es un poco cruenta, pero por suerte Dysney le puso bastante más azúcar, y hoy en día las niñitas del mundo pueden disfrutar del romántico musical.

Por mi parte, me fui a conocer el Palacio Real, ya que aquí hay reina y princesas de verdad, pero no se dignaron salir a saludarme. Lo curioso es que apenas un soldadito (como los de los ingleses pero en vez de rojo, usan traje azul) marchaba aburrido por la vereda, y no hay más custodia que eso. Los humanos comunes y corrientes, incluyendo turistas, podemos transitar libremente por las inmediaciones del palacio.













Eso sí! para entrar, abonar la entrada al museo. Como a mí lo rococó y barroco, me relaja bastante, decidí seguir de largo.

Enfrente hay una monumental iglesia redonda, con la cúpula estilo San Pedro en Roma. Y con un órgano monumental!




180° y encaro hacia la explanada del teatro Nacional, que es absolutamente moderno, aunque chato y con la única gracia de estar sobre el canal. Seguramente lo que pasa en sus escenarios debe ser mucho mejor que lo que pasa afuera.



Al girar por el canal, llegué a la mítica Nyhavn, con sus fachadas de colores, los toldos de tantos cafés y restaurants marcando una línea entre el bullicio peatonal, y la exquisitez de los aventanamientos alineados, las cornisas y los techados a dos aguas.










Un ortiva
Cientos de barquitos, veleros, lanchas, botes y cuanto flote, ofreciendo a miles de turistas, el paseo por los canales.

En realidad, a los turistas que no estén montados en las miles de bicicletas que transitan por toda la ciudad . Hoy estuve a pinto de ser atropellada un par de veces!  Van a una velocidad increíble! Muy seguros por sus anchos carriles. Así que no se te ocurra poner un pie en ellos porque te pasan por encima, o vos los haría saltar por los aires. Mañana me juego, y alquilo una!


Seguí bordeando canales (a pie) , disfrutando de esta esplendorosa arquitectura, a veces monumental en los edificios públicos, castillos y palacios en medio de la ciudad, y otras calles más tranquilas, y a medida humana.


















Aunque también la medida humana incluye las muchedumbres por las peatonales.




En una de ellas, escuché una zamba a lo lejos, y al llegar al micrófono del cantante, un mate y un termo a sus pies, lo delataba como auténtico argentino!

Compartí mi sándwich de almuerzo con unos patos que casi me comen a mí! Muy atrevidos y pedigüeños, no medían distancia en sus picotazos. Hambrientos? Confianzudos?  Sólo sé que muy bonitos…



Pasadita por una biblioteca "de barrio"... No puedo no entrar, los libros me llaman..





Seguí:
Me metí en Cristiania, un barrio amurallado, pleno de graffitis, roña, y olor a “merca”. 



Durante la última guerra mundial, dicho barrio fue abandonado, y en los ´60 llegaron los hippies de turno y se apropiaron del lugar. Dicen ser un país independiente, reclaman su independencia. Tienen sus propias leyes, y la policía no se atreve a poner un pie adentro. Comercian y consumen droga de todo tipo, libremente y a la vista de todo el mundo. Los turistas de Fiesta!!  












Está prohibidísimo sacar fotos, por lo que apenas me atreví en dos o tres oportunidades, a riesgo que me pateen la cámara. Funciona una feria de artesanías con artesanías chinas, hindués y jamaiquinas, como en cualquier parte del mundo.  Aunque es muy MUY Degradante ver los rostros gastados, con ojos irritados, borrachos de delirios, de muchos de los que por allí circulan.

Una vueltita y a otra cosa mariposa, no tengo nada que ver allí, más que sorprenderme y cuidar por mi alma!

Directo al Museo Nacional, aunque mis piecitos ya no querían más lola, es enormeee!!!  Y como más que arte, había mucho de antropología  e historia, lo hice de pasadita.

A la salida, una manifestación larguísima de dinamarqueses, turistas, inmigrantes, bicicletas, niños, perros, y cuanto quisiera sumarse, con estandartes, globos y pancartas, cantando algo relativo al pacifismo, la unión de blancos y negros y fuera Trump!  ¿¿Quién dijo que los daneses son insulsos?
La tienen muy clara!!!


















En el medio, pasé por Tivoli, el parque de atracciones más antiguo de Europa. Algo así como el Italpark de Baires. Ja!  Por supuesto, pasé de largo..

















Por mi parte, hoy me copé con torres, cúpulas y órganos!


























Con arbolito de los deseos y todo!



Esta Iglesia es muy peculiar: jamás ví elefantes, y tantos signos masones en una iglesia católica, además de los escudos reales implantados en el cieloraso. Los bancos eran ambidiestros: podías usarlos viendo al altar o al órgano (o a una novia al entrar). Tenían puertitas con cerradura (Será para que no se escape ningún fiel sin rezar apropiadamente?). Además había piano! Y un juego de living en un ala lateral, y un espacio para juegos de niños en el otro costado.  Muy extraño…

La que necesita un living completo para reponerme de la caminata, soy yo! Así que por hoy, basta!
Espero les haya gustado el recorrido, mañana prometo más!  Aunque en bici será complicado sacar fotos! Ja!  Veremos….

Que descansen….

Y pueden leer el cuento de La Sirenita…Ja! (en Google seguro está, ja!)



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