Amanecimos temprano en el parking, antes que los primeros oficinistas se sorprendan de nuestro precario “campamento” en pleno centro. El único inconveniente es que no había yuyos-toilettes alrededor y debimos huir a una estación de servicio en las afueras.
Ya en la ruta tomamos la decisión de nuestra despedida en la
frontera al entrar a Alemania. Yo me daba por satisfecha con la frutilla del
postre de la noche anterior, y Maxi debía regresar a sus obligaciones en la
granja.
A mí me faltarían otros 3.200 kms. de dedo-stop para arribar
a Madrid, a tiempo para la Feria del Libro, como era mi propósito al iniciar
esta aventura 2021!
Fueron horas de silenciosa y triste despedida por la monótona
autopista, el gris del día no ayudaba a los ánimos. Después de tantos días de
alegre compañía, el sinsabor de la lejanía hasta la próxima aventura conjunta,
se hacía sentir…
El pasar la última frontera sin ningún impedimento, ya no nos
causó gracia alguna. Llegamos a la petrol-station señalada, brindamos con un
helado de palito y ahogamos alguna lagrimita tras el poderoso abrazo con mi
gigante amiga!
La angustia de mi renovada soledad y la incertidumbre del
camino por seguir, amenazaron con desestabilizar mi ánimo nómade…
Pero la acostumbrada “suerte” vino en mi ayuda en un
santiamén!
En pocos minutos, una señora con su pituco perrito me hizo lugar en su auto rumbo a Dresden, de allí un camionero ruso (bendito Translator & Google map mediante!) directo a Frankfurt.
En el hostel pedían certificado de vacunación para otorgarte
una cama en un dormi compartido con 8! Así que salí a buscar otra posibilidad
antes que dejarme toquetear la nariz con un palito estéril.
A la vuelta, sobre el precioso río que atraviesa la ciudad,
con sus puentes floridos y edificios pi-pi cucú, en un simpático hotelito
conseguí una habitación privada por el mismo precio!
Como la tarde estaba preciosa, aproveché a dar una vuelta por ahi...
De vuelta al hotel, aproveché para “recomponer” mi estado salvaje de canas y debidas depilaciones, cremas atrasadas, manicura al día y otros menesteres femeninos.
Me sentí una reina al acostarme en un colchón con sábanas blancas y mullida almohada.
Pasé revista mental a los primeros 4.200 kms. recorridos desde que
había salido de Madrid, sin contar los 12.000 desde Buenos Aires, más los 1.700
desde mi casita-vagón en La Angostura! Contabilicé todos los angelitos anónimos
y conocidos que se presentaron en mi camino en esos días, con tantas valiosas
ayudas, y AGRADECÍ! entre sueños, a mis
hadas siempre protectoras…
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