lunes, 27 de septiembre de 2021

L´Ampolla / Jávea

 Cumplido el plazo del pacto, me retiré dejándole a Pedro, el generoso dueño del barquito, unos libritos de regalo con una cartita de agradecimiento. Lili me pasó a buscar para ir a L´ Ampolla a visitar el jardín de hierbas aromáticas y curativas de Trini, otra compañera escritora que conocí en el curso y nos vimos en la Feria del Libro de Madrid.

 


Hace 14 años inició este emprendimiento junto a su marido en una finca de 2 hectáreas, plantando no sé cuántas especies de todo el mundo. Manualmente, y sin ningún proceso artificial ni fertilizantes ni funguicidas, recolectan, secan  y empaquetan sus hojas para  infusiones de todo tipo. Nos explicó la diferencia entre tés  e infusiones, cosa que yo no tenía la menor idea…  Seis días a la semana está abierto para visitas guiadas, y son numerosos los biólogos, farmacéuticos y estudiantes en general que se acercan a aprender un poquito de este arte ancestral, anteriormente cultivado por “las brujas”. ¿Será que nosotras también pertenecemos a este género?  A mucho orgullo!

Todos los días se aprende algo nuevo, y casi todos los días se disfruta de una sorpresa maravillosa!  Gracias Trini!

Tras la visita, nos fuimos con Lili a conocer la desembocadura del río Ebro, zona muy renombrada pero que no nos causó ninguna impresión. Un pueblito minúsculo sin ninguna gracia, en medio de pantanos que quizás fueran arrozales, no lo sabemos. El frescor de un río sencillo nos acompañó el último mate de despedida junto a la sombra de un arbolito cobijador.


Siguiendo el plan del “No Plan”, Lili me dejó en alguna estación de servicio en la autoruta que bordea la panza sur de España. Lo único que tenía claro, era que quería seguir junto al Mediterráneo rumbo sur, llegar a algún pueblito pequeño y esquivar las grandes ciudades.

Así es que un muchacho que allí estaba cargando naftas a su auto, ante mi pregunta, me dijo que se dirigía a Jávea. Abrí el GPS con la velocidad del interés y en 1 segundo, dije: -“De acuerdo!, voy!”

Se sonrió incrédulo y me abrió el baúl para acomodar la valija. Enseguida nos pusimos a conversar, como de habitudine, y resultó que era buzo, que estaba yendo a un encuentro de buzos profesionales que estaban haciendo una investigación en unos canales subterráneos a 80 metros de profundidad bajo unas rías cerca de Alicante. Me explicó que avanzaban unos 3000 metros “tierra adentro”, en plena oscuridad por el fango en suspensión, que no había fauna posible y apenas flora….etc, etc…  super interesante!

En un momento llamó (por el manos libres) a un amigo del grupo para avisarle que en una hora llegaría al punto de encuentro con “una polizonte que encontró por el camino”. Compartieron risas en catalán y que avisara que pongan un cubierto más…

Seguimos la charla hasta llegar a una bonita casa frente a un acantilado impresionante, con el peñón de Calpe por telón de fondo. Otros 6 muchachos y una chica me recibieron como una vieja amiga, tan curiosos de mi viaje como yo de sus actividades. Algunos eran bomberos rescatistas, otro biólogo, otro geólogo, y todos compartían el amor al buceo amateur reuniéndose allí dos o tres veces al año durante 1 semana.

Estaban comprobando los equipos, verificando válvulas y la presión y composición del gas para la inmersión programada para la mañana siguiente.

Mientras en la parrilla aprontaban unas hamburguesas caseras de jabalí (que uno había cazado con ballesta) y unas verduras que colocaron en mi honor. Entre todos pusimos la mesa y descorcharon unos vinos, también artesanales, ya que otro tenía una viña en los alrededores.

Se hizo la noche mientras compartíamos una cena de camaradería como hacía rato no participaba, entre anécdotas de encuentros pasados y proyectos futuros. Me despreocupé de donde dormiría esa noche, ya que dieron por descontado que me quedaría con ellos, había lugar de sobra, si aceptaba el sofá de la sala. Por supuesto dije que sí! Eso sí, debía despertarme temprano, ya que a las 6 ½ empezarían a armar los tubos para sumergirse antes de la salida del sol. Uno se comprometió a dejarme en la estación de servicio de la ruta para poder seguir mi camino, trato hecho!

Con el cielo estrellado, agradecí a todos los ángeles, los presentes y los invisibles, por la fortuna de estar allí.

 

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