Con Rodrigo, Marywave y Abuth ya éramos una familia comprometida con el cariño y los horarios. Así que tras el desayuno de huevos “sin onions para mi” nos dirigimos a no sé cuanto "springs".
Esta vez el viaje mucho más breve, pero no por ello menos bello. A mediamañana ya estábamos allíJunto a otro
guía local -aquí en cada sitio aparece un “jefe de la comunidad” que te
autoriza a pasar, te acompaña con sus explicaciones, resguarda que nadie haga
destrozos o cometa imprudencias, y cobra por cada foto que saques!”- recorrimos
esta área semiárida, transitada por camellos, burros y algunos humanos curiosos
como nosotros.
Enseguida
nos encontramos una laguna de aguas hirvientes. Era tal el borboteo y las
emanaciones del calor que era imposible acercarse. Un real sauna natural!
Lo extraño
era que al otro lado de la orilla había vacas bebiendo y patos nadando.
preguntamos cómo era eso posible y nos trsladamos hacia ese borde.
Mágicamente,
y sin explicación lógica posible, las aguas cambiaban de color, de turquesa a
marrón y estaban frías! Como si hubiera dos canillas bajo tierra y una pared
invisible que las dividía. ¡Increíble!
Aprovechamos
a refrescarnos los pies y jugar un poquito a las salpicaduras.
Hicimos una
pausa de relax y meditación sentados en un mirador natural de rocas, y el
paisaje de sonoro borbotear nos embelesó. Quedamos atrapados en el hipnotismo
de la belleza…
Más tarde
regresamos por donde vinimos, juntando piedras extrañas y dándole lugar a la
extraña sensación de la pronta despedida.
Almuerzo en
el hotel, “without onions please!, no chilli, no hot! Please!” y Abuth,
nuevamente nos pasó a buscar para llevarnos al aeropuerto. Decidí regresar a
Addis en un vuelo civilizado de hora y media, y no más buses de 24. Por
ahora!...ja!
Ya
oscurecida la ciudad, aterrizamos en Addis y entramos caminando por la avenida
principal que nace directamente en el aeropuerto en pleno centro. Inútil
tomarse un taxi.
Las luces de
los edificios principales, el mall, las cafeterías for exports, los bancos, las
tiendas, grandes hoteles, todo contorneado con luces doradas, que pintaban la
capital de una forma totalmente diferente a cómo yo la había visto unos días
atrás. Evidentemente hay dos Africas!: la de para los turistas y la real para
sus habitantes. En fin, sin juicios…
Nos
despedimos en una esquina con los abrazos más apretados posible como para
retener todas las alegrías compartidas los últimos tres días, como si hubiera
sido toda la Vida!
Llegué a mi
hostel donde Noni me esperaba con sus trencitas apretadas y su sonrisa, cerveza
en mano, dispuesta a compartirme el encuentro con sus amigos en su patio
trasero.
Una barra de
jóvenes simpáticos me sumaron a su mesa y cuando me presenté como argentina,
además de escuchar el consabido “Messi”, comenzó a sonar en el parlante una
típica canción de los Auténticos Decadentes (Me desarma tu sonrisa y de mi no
queda nada… como un hielo al sol…) . Lenta para las cuestiones tecnológicas,
tardé en entender cómo era que conocían esa canción, pero enseguida el play
list del Spotify reveló el misterio. Nos reimos a carcajada limpia, compartimos
la injera que habían pedido ( a modo de pizza), y coreamos la seguidilla de
“éxitos” de Soda Stereo, Maná, y tangos incluídos, Ja! Flor de poupurrí!
Agotada,
retorné a mi habitación para conciliar mis dulces sueños.
Esto ha sido
todo por hoy, Houston.
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