martes, 16 de julio de 2024

3 días 2 noches

 Con Rodrigo, Marywave y Abuth ya éramos una familia comprometida con el cariño y los horarios. Así que tras el desayuno de huevos “sin onions para mi” nos dirigimos a no sé cuanto "springs".

Esta vez el viaje mucho más breve, pero no por ello menos bello. A mediamañana ya estábamos allí

Junto a otro guía local -aquí en cada sitio aparece un “jefe de la comunidad” que te autoriza a pasar, te acompaña con sus explicaciones, resguarda que nadie haga destrozos o cometa imprudencias, y cobra por cada foto que saques!”- recorrimos esta área semiárida, transitada por camellos, burros y algunos humanos curiosos como nosotros.





Enseguida nos encontramos una laguna de aguas hirvientes. Era tal el borboteo y las emanaciones del calor que era imposible acercarse. Un real sauna natural!




Lo extraño era que al otro lado de la orilla había vacas bebiendo y patos nadando. preguntamos cómo era eso posible y nos trsladamos hacia ese borde.

Mágicamente, y sin explicación lógica posible, las aguas cambiaban de color, de turquesa a marrón y estaban frías! Como si hubiera dos canillas bajo tierra y una pared invisible que las dividía. ¡Increíble!

Aprovechamos a refrescarnos los pies y jugar un poquito a las salpicaduras.


Volvimos a calzarnos y avanzar hacia otro sector, donde pequeñas fumarolas oradaban la tierra en formaciones de lo más extrañas.








Hicimos una pausa de relax y meditación sentados en un mirador natural de rocas, y el paisaje de sonoro borbotear nos embelesó. Quedamos atrapados en el hipnotismo de la belleza…






Más tarde regresamos por donde vinimos, juntando piedras extrañas y dándole lugar a la extraña sensación de la pronta despedida.






Almuerzo en el hotel, “without onions please!, no chilli, no hot! Please!” y Abuth, nuevamente nos pasó a buscar para llevarnos al aeropuerto. Decidí regresar a Addis en un vuelo civilizado de hora y media, y no más buses de 24. Por ahora!...ja!

Ya oscurecida la ciudad, aterrizamos en Addis y entramos caminando por la avenida principal que nace directamente en el aeropuerto en pleno centro. Inútil tomarse un taxi.















Las luces de los edificios principales, el mall, las cafeterías for exports, los bancos, las tiendas, grandes hoteles, todo contorneado con luces doradas, que pintaban la capital de una forma totalmente diferente a cómo yo la había visto unos días atrás. Evidentemente hay dos Africas!: la de para los turistas y la real para sus habitantes. En fin, sin juicios…

Nos despedimos en una esquina con los abrazos más apretados posible como para retener todas las alegrías compartidas los últimos tres días, como si hubiera sido toda la Vida!

Llegué a mi hostel donde Noni me esperaba con sus trencitas apretadas y su sonrisa, cerveza en mano, dispuesta a compartirme el encuentro con sus amigos en su patio trasero.

Una barra de jóvenes simpáticos me sumaron a su mesa y cuando me presenté como argentina, además de escuchar el consabido “Messi”, comenzó a sonar en el parlante una típica canción de los Auténticos Decadentes (Me desarma tu sonrisa y de mi no queda nada… como un hielo al sol…) . Lenta para las cuestiones tecnológicas, tardé en entender cómo era que conocían esa canción, pero enseguida el play list del Spotify reveló el misterio. Nos reimos a carcajada limpia, compartimos la injera que habían pedido ( a modo de pizza), y coreamos la seguidilla de “éxitos” de Soda Stereo, Maná, y tangos incluídos, Ja! Flor de poupurrí!




Agotada, retorné a mi habitación para conciliar mis dulces sueños.

Esto ha sido todo por hoy, Houston.

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