Con los rezos de la mezquita cercana, me desperté al amanecer, con los bríos renovados. Enseguida los reemplacé por el piar de cientos de pájaros azules en el jardín de Kali Marley.
Yo ya le
había pagado por adelantado, con lo cual, desconfiada de mi (a veces!), empecé a sospechar… La china más
previsora sólo abonó el 50%.
Al rato
apareció Baya, y su cara de ángel, me hizo recuperar la confianza. Sabía
perfectamente el recorrido y los puntos pactados a visitar. Incluso su
camioneta era más linda! Ja!
Nuevamente
la ruta, a veces más o menos deteriorada, nunca sana. A veces tierra, a veces
piedra, a veces agua! Menos mal que
había desistido de la moto! Hubiera sido imposible para mí! A veces cabras, a veces burros, incluso algún
camello, monos! y siempre vacas.
bananeros por doquier |
caña de azucar al por mayor |
El verde de
las colinas iba mutando en terrazas cultivadas: muchísimo sorgo, maíz, y
bananas al por mayor!
Yo me
deleitaba viendo acacias, árboles elefantes y otras cuantas especies
desconocidas. Los nidos que en ellas se establecen, algunos enormes!
Atravesamos
ríos donde la gente se baña sin pudor, lavan las ropas, lavan los toc tocs, bebe
el ganado o juntan agua en los bidones para acarrearla hasta sus viviendas en
mártires burros o golpeadas mujeres. Me llamaba la atención que todos los cubos
son amarillos y reconocí los envases de los productos “Sika”. De alguna forma
la industria de la construcción y o manufactureras de derivados del petróleo, los entregan en
estos países e ncreíblemente, los “necesitados” los reciclan (enjuagan) y los
usan para juntar agua que luego beben sin más. Ni pensar de los deshechos
tóxicos acumulados en el plástico! Tampoco el agua recolectada está tratada ni
mucho menos, al contrario!
No dejo de
AGRADECER haber nacido y vivir en “mi” mundo…
También agradezco la posibilidad de conocer que éste también existe,
aunque me embargue la impotencia y a veces me sienta un poco culpable de ser
una mera espectadora de una postal que huele muy mal…
Quizás el
mostrar y contar, sea un pequeñísimo aporte para que las cosas alguna vez sean
más justas para todos los seres vivos de este bendito planeta.
Llegamos a
Tonso, ciudad cuya rotonda de bienvenida es una paloma blanca de la paz y nos
detuvimos para un almuerzo de injera, ya experta en meter la mano y arrancar la
masa esponjosa, recoger el contenido indefinido y terminar chupándose los
dedos, ja!
De postre, “kaffa” obviamente. Seguimos… 100 kms. Más a pura tierra…
A media
tarde arribamos a la comunidad de los Arbore, una tribu original que vive hoy
en día como en la prehistoria.
Apenas
apareció a la distancia la camioneta, cientos de niñitos semidesnudos corrieron
a darnos la bienvenida. Lejos de molestarse por sentirse observados, agradecen
la visita y se aprestan a compartir sus miradas profundas (imposibilitados de
establecer conversaciones en ninguna lengua conocida por nosotros), ofrecen sus
regalos o mercancías sencillas.
Les encanta
que les saquen fotos y mirarse en la pantallita de la cámara. Luego aprendí que
el guía les paga por ello, pero eso no desmerece las sinceras sonrisas del
compartir.
No me
pregunten porqué, pero instantáneamente sentí una conección enorme con los
niños y con una de las ancianas. Su mirada era un océano de paz, de gratitud,
de apertura, de dar amor…
Tomé a
muchos chiquilines que se desvivían por mirar mis anillos y tomarse de mis
dedos, y empecé a saltar y cantar, como si un juego conocido se me hubiera
instalado en el alma. Me olvidé absolutamente de mi menisco y mi tobillo
resentido. Salté y salté, reí y lloré, abracé y me dejé abrazar. Los adultos me
miraban como si me conocieran, me dejaban hacer, los niños se empeñaban en
alcanzar mi upa, perdí el sentido del tiempo, solo sé que disfruté como si un
paraíso se hubiera instalado en mi corazón.
En un momento el guía dio por terminada la visita y debimos continuar el recorrido hacia la siguiente aldea, distante otros 50 kms. Según él, no se conocen unas tribus con otras, viven en total aislamiento. Dicen que hay más de 1.000.000 de personas que viven de esta forma, más allá de documentos, nombres, fechas de nacimientos, parentescos u otros datos filiales. Todos son familia y punto!
Al final de la tarde llegamos a la comunidad de los Hamer. Unas 5.000 personas reunidas en varios clanes (o barrios, o aldeas como gustes llamarlos) conviven en esta que visitábamos. Los hamer, como los anteriores, son polígamos, animistas (sin religión conocida más que la naturaleza), agricultores de su propio alimento y tienen ganado no para consumo (salvo rituales muy especiales) sino como moneda de trueque en especies.
Las mujeres
hamer se distinguen por su peculiar forma de llevar el pelo corto y enmantecado
con crema de oveja y polvo rojo que extraen de las piedras trituradas, dándoles
una fisonomía de cascos rígidos. Este peculiar coiffeur lo mantienen por 1
semana y lo rehacen al final de la misma. Esto solo las casadas. Las jovencitas
a la espera de marido, permanecen calvas hasta el día de la boda.
Ésta y
muchas más anécdotas, como la dote o el paso de la pubertad a la adultez en los
varones, nos las iba contando el guía de turno. Super interesante su
independencia de nuestros valores y costumbres, a veces hasta pavorosa, como
los tatuajes a cuchilla que portan algunas mujeres en la espalda, o los azotes
que reciben cuando las seleccionan para el casorio. En fin, sin juzgar… solo
observar y trasmitir…
Conmovida hasta los tuétanos, fuimos a instalarnos en el “lodge” previsto.
Recibida con
exquisito jugo de papaya y camas con mosquiteros de lujo. Una patada al hígado
para quien no pierde la memoria de las horas previas. ¿Qué hice yo para merecer
esto y no lo otro? O quizás no tuviera tantos rollos si perteneciera a una de
estas tribus? Qué sienten? Cómo procesan sus emociones y sus conflictos? Los
tienen? Me es tan imposible ponerme en sus zapatos (o en sus pies descalzos) ya
solo de pensar en ser 2° o 5° esposa, ja! Ni hablar sin canillas ni celular,
ja!
Aunque éste ya está llegando… a ese mundo ya no le queda mucha vida. La visión de lo que pasa más allá de sus cercas precarias, los hace desear la ropa occidental, el jabón manufacturado y otros vicios…
Es
más, a la salida nos cruzamos con un tour de 20 chinos con sus cámaras y sus
anhelos de likes en Instagram. Sin
criticar María! Yo estoy haciendo lo mismo, aunque me escude en el mero
“conocer” y “agradecer”…
En fin,
cenamos bajo los árboles la bendita injera, esta vez pedí de verduras “sin
onions” y otro majestuoso jugo de papaya. Nutro el cuerpo, después de bien
nutrida el alma.
Mañana
seguimos…. Buenas noches!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Si querés, dejame aquí tu mensaje o compartime tu Milagro...