Siguiendo con la dura vida de viajera, y habiendo puesto correctamente el despertador (ya aprendí!) a las 6.00 am. en punto estuve lista en la recepción como habíamos acordado con Worko. Aunque me preguntaba cómo veríamos algo si aún era de noche.
Nos
encaminamos a la entrada que resultó a escasas 4 cuadras del hotel (no volveré
a tocar el precio del toc toc estafador) y debimos esperar que la boletería
abriría a las 8. Por otro lado mi micro de vuelta a la ciudad partiría al
mediodía, por lo que ya no me gustaba estar ahí parada para nada. Ni entendí
porque Worko me dijo de ir tan temprano si él sabía el horario.
Para colmo
de males, el cartel anunciaba el doble de precio que lo que figura en la web
oficial de Ethiopian Turism. La excusa
justificatoria para semejante atropello es que como allí no hay internet, no
pudieron rectificar la tarifa actual en la web.
Por otro lado, en solo dos horas disponibles no llegaría a ver todo lo
que se supone que hay que ver, y no se justificaba pagar semejante valor de la entrada solo por dos escasa
horas. Ya me estaba sintiendo otra vez “frustrada” (¡?) cuando Worko decidió
intervenir nuevamente.
Para
compensar él se ofrecía a hacerme de guía “free” todo el día, y me haría un
descuento importante en el hotel si me quedaba un día más. Total, en realidad
yo no tennía el ticket de bus comprado.
Lo que
además no tenía era ganas de seguir discutiendo cada “atentado”. Incluso la
“oferta” de Worko ya me olía a tufillo porque no era lógico que la 2° noche
costara 75% menos que la primera. En otras palabras, ¿se había aprovechado la
primera? ¿porqué tanta generosidad ahora? ¿Por qué ahora decía que podía
acompañarme todo el día y me hizo venir a las 6 am.?
Ya no sabía
que pensar y la hora seguía pasando.
La actitud
del sacerdote de la boletería me daba repugnancia. Hacía besar la cruz a cada
transeúnte aunque se negaba a escuchar mis razones. Yo era la “única” turista
que había en el pueblo, nadie visitaba esas ruinas desde que empezaron sus
guerras locales dos años atrás, había sido engañada cuando pagué la entrada al
monasterio la tarde anterior que sin ser advertida “no pertenecía” al grupo de
las 11 que se visitaban con esta otra entrada. Si así trataban al turista, y yo
me encargaría de difundirlo! era lógico que nadie vendría nunca más.
No dio
resultado. O pagas lo que ellos dicen o date la vuelta.
En mi caso,
no me hubiera perdonado perderme la visita tras 2 días de transitar las rutas
empolvadas y demás pormenores… No es que laparte histórica me interesara tanto,
pero el arte es el arte, y dicha arquitectura se merecía hacer el sacrificio de
sobreponerme a mi honor dañado moralmente, y dejar de perder tiempo en la
discusión infructuosa. Accedí a pagar el sobreprecio aclarándoles, en correcto
inglésa que no les diría ni “Gracias”. Cosa que obviamente ni les importó al
son que el primado contaba el manojo de billetes.
Worko
entonces se mostró satisfecho con mi decisión y de haber aceptado una 2° noche,
con lo cual duplicó su oferta de invitarme a almorzar a su casa con su familia.
Le pregunté si tenía chicos porque me acordé que en mi bolso tenía un regalo. Y
que si se portaba bien conmigo (no aguantaría ni un contrapunto más!), más
tarde lo sorprendería.
Ya siendo
las 8.00 nos abrieron las puertas y entramos. Ya estaba lleno de gente!
En realidad
son todos los habitantes locales de Lalibella que entran por otras puertas al
otro lado de la muralla ( obviamente no pagan entrada) que están ahí desde
temprano y pasan todo el día rezando y canturreando delante de los muros, al
tiempo que los besan con fiel devoción.
Worko me fue
mostrando una a una y contándome la historia y las leyendas de los reyes y
emperadores de hace más de 3000 años. Le entendía poco y nada. Entre su
paupérrimo inglés y los nombres de los personajes y las regiones, más las
cuestiones inverosímiles de su credo un tanto desactualizado con mi realidad
cultural, me perdí más del 50% de su generosa explicación. Ponía todo su empeño
y orgullo en trasmitir sus conocimientos. Me llevó por cuanto pasadizo existía
y con paciencia etiopiana, me esperaba que yo sacara las mil y un fotos. Aquí
van algunas a modo de maravilla:
Como dicen
que las imágenes valen más que mil palabras y que las palabras ahora están en
internet, les invito a leer allí un poco de estas inusuales construcciones
cavadas en las rocas de lo que otrora eran montañas y se convirtieron en
iglesias subterráneas, todas con sistemas de drenajes para las lluvias y
acueductos para servicios de pureza.
Lalibella
fue fundada como la 2° Jerusalén, ya que los fieles convertidos debían
peregrinaban hacia allá una vez en la vida, debían tener templos magníficos a
su paso… (continuará en las webs respectivas). Para mí, ya estaba salvado el
día! Todo me resultaba fascinante! Incluso los parques (algo salvajes)
circundantes con árboles añosos y el “barrio” de los primeros monjes que
horadaban la piedra para converirlas en sus nichos de vivienda, aun hasta el
día de hoy. Incluso en algunos he encontrado momias descansando, como si nada…
Worko ya
estaba cansado tras horas de atlético desempeño, y yo atrás fiel seguidora, que
me propuso suspender para ir a almorzar a su casa y seguir a la tarde. Tuve
miedo de perder el derecho a volver a entrar si nos íbamos y por otra parte, nos
faltaban un montón más a recorrer. (Ahora la desconfiada era yo).
Me
tranquilizó asegurándome que volveríamos a la tarde y sin tener que volver a
pagar. Le creí.
Decidí
confiar y contarle el secreto de la sorpresa.
Pasamos por
el hotel para buscar la bolsa en cuestión.
Resulta que
en mi último día en el Zapparancho porteño, la pareja que me llevó al
aeropuerto, me entregó una pelota de cuero “oficial” de Argentina con el nombre
más famoso del mundo, con el pedido de que la regalara a algún niñito africano
que me pareciera merecedor.
Demás está
contarles la sorpresa de la mujer que me tomó el pasaje al abordar el 1° avión
a Portugal y que me pidió desinflarla ya que estaba prohibido su transporte así
inflada. Sus compañeros de mostrador se mataban para ser el elegido para
cumplir tal honrosa misión, a la vez qque la acariciaban como si fuera la
mismísima cabeza del jugador. Desde ese
momento viaja conmigo en la mochila azul, a la espera de su destinatario.
En Addis
Abebba pensé en ir a una escuela y donarla para que la aprovechen muchos y no
uno solo, pero ya no funcionaban porque habían empezado las vacaciones de
verano.
Cuando Worko
me dijo que tenía dos niños, decidí que serían los apropiados en gratitud a lo
que él estaba haciendo por mí, además de espantarme a todos los mendigos que
desde temprano me perseguían tras cada piedra.
Fuimos a una
especie de tienda y pidió un inflador. (Yo había guardado el pico prolijamente
en mi bolso). En un minuto estaba lista y su sonrisa desbordante!
El papá les contó en su idioma el porque de mi visita y todos gritaron al unísono: “Messi!” al ver el regalo. ¡Me super emocionaron! No sabría decir quién estaba más feliz si ellos o yo.
Por un lado era ver con que simpleza salieron a la calle a
correrla y compartirla, por otro no poder creer que una persona del otro lado
del mundo tuviera tanto mérito como para ser reconocido en esta pequeña aldea,
sin internet ni luz continua, y sin embargo todos corean su nombre como el
ídolo que es, y que tan bien nos representa a los argentinos, abriéndonos las
puertas en el mundo entero.
Comencé a sospechar el machismo que ya intuí en otras circunstancias. La mujer se dedicaba a abanicar el fuego del calentador al que agregaba mirra, perfumando todo el ambiente, en pro de un ccafé de sobremesa.
Mientras
Worko y su hijita menor, arrancaban pedazos de la insheda arrastrándole la
salsa en el interior del rollito que armaban y directo a la boca sin utensillos
de ninguna especie. Ya renía más que suficientes especies la salsa roja.
Aprendí pronto aunque disimulé comer poco ya que mi lengua pidió urgente vaso
de agua y se negaba a repetir. Ante la insistencia de Worko y por no despreciar
tomé algunos trozos más, disimulando mi sacrificio, aunque agradeciendo el
almuerzo una y otra vez. Él comía tan vorazmente que la terminó antes de notar
mi lentitud.
La hija
mayor retiró la bandeja y se acercó con un fuentón y una pava a “lavarme las
manos”, gesto que repitió con su padre y su hermanita.
El café
estuvo delicioso, acorde a su meritoria fama. Disfruté ver de cerca la ceremonia
de su preparación y el lavado de las tazas en un tacho tras su uso. Lástima no
poder intercambiar ni una palabra con la esposa ni con las otras mujeres. Con
los niños bastaban las risas para entenderse pero las adultas estaban un tanto
serias. No entendí si les gustó o no, tenerme allí, o si les avergonzaba, o era
algo contra el caballero presente, no lo sé… igual me sonrieron al despedirme y
le dí 4 besos a la hija mayor y muchas manitas a los otros niños que se seguían
multiplicando. Un mediodía más que feliz!
Y un regalo
del cielo para mí, haber compartido la intimidad de una familia en su cotidiana
realidad. Esto! No hay agencia de turismo que te lo consiga, ni precio que lo
pague. Gracias ángel Worko.
Me acompañó
de nuevo a las ruinas y vimos las que faltaban. En un momento me sacó el
celular de las manos y me prohibió que prendiera la cámara. Que me agachara
para no golpearme la cabeza y que atravesaríamos el infierno. Que si era buena
y lo seguía bien, saldría al cielo. Me pareció una broma cuando me tomó la mano
y empezó a entrar en un túnel más oscuro que la oscuridad misma. Helado.
Rugoso, empedrado para variar, con olor a humedad de siglos y nada por ver. No
tuve más remedio que confiar… Me pareció tan infinito que dudé si habría
salida. Rogué por no caerme. Seguí fielmente de su mano, casi en cuatro patas.
Bendita mi rodilla que viene aguantando todo!
Finalmente
se hizo la luz! Salimos al interior de otro templo por una puerta horizontal a
un lado de un gran patio. Él se reía y yo volvía a respirar…
Van más
imágenes y menos palabras, porque aún falta “la despedida”.
Al rato apareció acicalado y con remera nueva.
Yo seguía
con mis grenchas y mi cansancio.
A pocas
cuadras y por una callecita inmunda, descubrí el secreto de los camiones de la
ruta!
Resultó que
al fondo había un “bar de hombres”. Todos sentados contra la pared dejando libre
el centro, riéndose cual si ya estuvieran borrachos, con las camareras al
centro destapando botellines y cobrándolos al mismo tiempo, uno tras otro. El
sacerdote incluido en la ronda, no dejaba de hacer besar la cruz y darles el
coscorrón en la frente cada vez que entraba un nuevo bebedor, mientras él mismo
se deleitaba con la fresca bebida.
A mí me
sirvieron en un vaso tipo mini balde de lata. Tuve que frenarlas varias veces
para que no me lo siguieran llenando. Al primer sorbo ya se me subió a la cabeza,
ya me conocen! Y no era cuestión de quedarme dormida temprano y no poder
compartirles todas estas vivencias de hoy. Por otro lado no entendía ni “J”. Ya
comenzaba a molestarme el ambiente un tanto picante. Le pregunté a Worko porqué
no había mujeres y machistamente me dijo que estaban prohibidas, que ese era un
lugar solo para hombres. Disimulando mi indignación y asombro por los tiempos
que corren, le pregunté porqué entonces me había llevado allí.
-Para que
conozcas algo más de nuestro mundo- me contestó ya con la 5° botellita en mano.
-Aquí venimos a charlar las cosas que pasan en nuestro pueblo, a saber de como
está cada uno, sus familias, noticias de la guerra del norte, etc. como una
reunión de amigos…
A fata de televisores
e internet me pareció un buen recurso. Aunque algo me decía que solo me ofreció
a acompañarlo para “darse corte” con la única turista de Lalibella y que era su
huésped. Enonces, ceremonilmente, tomó mi balde y dijo que me bautizaría con mi
nuevo nombre etíope:”Astrasbar” (o algo así, ya le patinaba la lengua) que
significa algo así como “Orgullo de mujer bella”. Acepté el cumplido, bebí mi
último sorbo y me disculpé que ya me quería retirar para que él gozara a sus
anchas su reunión de amigos.
Se lo tomó
bien, fui muy diplomática al saludar a todos en general y a ninguno en
particular y salí honrosamente a la calle inmunda sobre mis pasos, ahuyentando
mendigos y niños “mani”.
Feliz de
entrar en mi cuarto, a mi ducha, y a mi compu.
Es todo por
hoy! Mañana 5.00 am. de vuelta para
Waldia, puff!...
Buenas
noches! Los quiero!
Que día María!!! De principio a fin todo increíble. Quedas 3 días sin conexión pero acá te voy a estar esperando para cuando vuelvas a tener wifi. Feliz de compartir tu sueño
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