jueves, 11 de julio de 2024

Lallibella

 Siguiendo con la dura vida de viajera, y habiendo puesto correctamente el despertador (ya aprendí!) a las 6.00 am. en punto estuve lista en la recepción como habíamos acordado con Worko. Aunque me preguntaba cómo veríamos algo si aún era de noche.

Nos encaminamos a la entrada que resultó a escasas 4 cuadras del hotel (no volveré a tocar el precio del toc toc estafador) y debimos esperar que la boletería abriría a las 8. Por otro lado mi micro de vuelta a la ciudad partiría al mediodía, por lo que ya no me gustaba estar ahí parada para nada. Ni entendí porque Worko me dijo de ir tan temprano si él sabía el horario.

Para colmo de males, el cartel anunciaba el doble de precio que lo que figura en la web oficial  de Ethiopian Turism. La excusa justificatoria para semejante atropello es que como allí no hay internet, no pudieron rectificar la tarifa actual en la web.  Por otro lado, en solo dos horas disponibles no llegaría a ver todo lo que se supone que hay que ver, y no se justificaba pagar semejante  valor de la entrada solo por dos escasa horas. Ya me estaba sintiendo otra vez “frustrada” (¡?) cuando Worko decidió intervenir nuevamente.

Para compensar él se ofrecía a hacerme de guía “free” todo el día, y me haría un descuento importante en el hotel si me quedaba un día más. Total, en realidad yo no tennía el ticket de bus comprado.

Lo que además no tenía era ganas de seguir discutiendo cada “atentado”. Incluso la “oferta” de Worko ya me olía a tufillo porque no era lógico que la 2° noche costara 75% menos que la primera. En otras palabras, ¿se había aprovechado la primera? ¿porqué tanta generosidad ahora? ¿Por qué ahora decía que podía acompañarme todo el día y me hizo venir a las 6 am.?

Ya no sabía que pensar y la hora seguía pasando.

La actitud del sacerdote de la boletería me daba repugnancia. Hacía besar la cruz a cada transeúnte aunque se negaba a escuchar mis razones. Yo era la “única” turista que había en el pueblo, nadie visitaba esas ruinas desde que empezaron sus guerras locales dos años atrás, había sido engañada cuando pagué la entrada al monasterio la tarde anterior que sin ser advertida “no pertenecía” al grupo de las 11 que se visitaban con esta otra entrada. Si así trataban al turista, y yo me encargaría de difundirlo! era lógico que nadie vendría nunca más.

No dio resultado. O pagas lo que ellos dicen o date la vuelta.

En mi caso, no me hubiera perdonado perderme la visita tras 2 días de transitar las rutas empolvadas y demás pormenores… No es que laparte histórica me interesara tanto, pero el arte es el arte, y dicha arquitectura se merecía hacer el sacrificio de sobreponerme a mi honor dañado moralmente, y dejar de perder tiempo en la discusión infructuosa. Accedí a pagar el sobreprecio aclarándoles, en correcto inglésa que no les diría ni “Gracias”. Cosa que obviamente ni les importó al son que el primado contaba el manojo de billetes.

Worko entonces se mostró satisfecho con mi decisión y de haber aceptado una 2° noche, con lo cual duplicó su oferta de invitarme a almorzar a su casa con su familia. Le pregunté si tenía chicos porque me acordé que en mi bolso tenía un regalo. Y que si se portaba bien conmigo (no aguantaría ni un contrapunto más!), más tarde lo sorprendería.

Ya siendo las 8.00 nos abrieron las puertas y entramos. Ya estaba lleno de gente!

En realidad son todos los habitantes locales de Lalibella que entran por otras puertas al otro lado de la muralla ( obviamente no pagan entrada) que están ahí desde temprano y pasan todo el día rezando y canturreando delante de los muros, al tiempo que los besan con fiel devoción.

Worko me fue mostrando una a una y contándome la historia y las leyendas de los reyes y emperadores de hace más de 3000 años. Le entendía poco y nada. Entre su paupérrimo inglés y los nombres de los personajes y las regiones, más las cuestiones inverosímiles de su credo un tanto desactualizado con mi realidad cultural, me perdí más del 50% de su generosa explicación. Ponía todo su empeño y orgullo en trasmitir sus conocimientos. Me llevó por cuanto pasadizo existía y con paciencia etiopiana, me esperaba que yo sacara las mil y un fotos. Aquí van algunas a modo de maravilla:














 


Como dicen que las imágenes valen más que mil palabras y que las palabras ahora están en internet, les invito a leer allí un poco de estas inusuales construcciones cavadas en las rocas de lo que otrora eran montañas y se convirtieron en iglesias subterráneas, todas con sistemas de drenajes para las lluvias y acueductos para servicios de pureza.

Lalibella fue fundada como la 2° Jerusalén, ya que los fieles convertidos debían peregrinaban hacia allá una vez en la vida, debían tener templos magníficos a su paso… (continuará en las webs respectivas). Para mí, ya estaba salvado el día! Todo me resultaba fascinante! Incluso los parques (algo salvajes) circundantes con árboles añosos y el “barrio” de los primeros monjes que horadaban la piedra para converirlas en sus nichos de vivienda, aun hasta el día de hoy. Incluso en algunos he encontrado momias descansando, como si nada…






































Worko ya estaba cansado tras horas de atlético desempeño, y yo atrás fiel seguidora, que me propuso suspender para ir a almorzar a su casa y seguir a la tarde. Tuve miedo de perder el derecho a volver a entrar si nos íbamos y por otra parte, nos faltaban un montón más a recorrer. (Ahora la desconfiada era yo).

Me tranquilizó asegurándome que volveríamos a la tarde y sin tener que volver a pagar. Le creí.

Decidí confiar y contarle el secreto de la sorpresa.

Pasamos por el hotel para buscar la bolsa en cuestión.

Resulta que en mi último día en el Zapparancho porteño, la pareja que me llevó al aeropuerto, me entregó una pelota de cuero “oficial” de Argentina con el nombre más famoso del mundo, con el pedido de que la regalara a algún niñito africano que me pareciera merecedor.

Demás está contarles la sorpresa de la mujer que me tomó el pasaje al abordar el 1° avión a Portugal y que me pidió desinflarla ya que estaba prohibido su transporte así inflada. Sus compañeros de mostrador se mataban para ser el elegido para cumplir tal honrosa misión, a la vez qque la acariciaban como si fuera la mismísima cabeza del  jugador. Desde ese momento viaja conmigo en la mochila azul, a la espera de su destinatario.

En Addis Abebba pensé en ir a una escuela y donarla para que la aprovechen muchos y no uno solo, pero ya no funcionaban porque habían empezado las vacaciones de verano.

Cuando Worko me dijo que tenía dos niños, decidí que serían los apropiados en gratitud a lo que él estaba haciendo por mí, además de espantarme a todos los mendigos que desde temprano me perseguían tras cada piedra.

Fuimos a una especie de tienda y pidió un inflador. (Yo había guardado el pico prolijamente en mi bolso). En un minuto estaba lista y su sonrisa desbordante!


Me llevó a su casa, para mí un honor porque inmediatamente entendí lo que para él significaba compartirme “su lugar” y su familia. Aunque ya había visto más que suficiente pobreza, no podía dar crédito a lo que estaba viendo del otro lado de las pajas (¿?) ¿Cómo pueden vivir así?? Y estar todos sonrientes como si nada. Entre el barro, las cabras y sus popis por doquier, las gallinas, con sus respectivos deshechos, palomas sobrevolando y cagando al unísono, una tía haciéndole las trencitas a otra tirada en el suelo, la abuela haciendo saltar granos de no sé qué en una bandeja redonda de mimbre hincada en sus rodillas
  , otra abuela hilando lana increíblemente blanca sentada en una roca negra en un rincón, la esposa amamantando una criatura, mientras decenas de caruchas sucias con mocos y moscas hasta en las pestañas, me sonreían al son de “Salam, salam”.





















































El papá les contó en su idioma el porque de mi visita y todos gritaron al unísono: “Messi!” al ver el regalo. ¡Me super emocionaron! No sabría decir quién estaba más feliz si ellos o yo.

 Por un lado era ver con que simpleza salieron a la calle a correrla y compartirla, por otro no poder creer que una persona del otro lado del mundo tuviera tanto mérito como para ser reconocido en esta pequeña aldea, sin internet ni luz continua, y sin embargo todos corean su nombre como el ídolo que es, y que tan bien nos representa a los argentinos, abriéndonos las puertas en el mundo entero.













Tras unas cuantas patadas, Work
o me invita a pasar a su salón para compartir la insheda (o como se escriba), plato tradicional y cotidiano para los etíopes. Es como un gran panqueque, algo gomoso, hecho de un cereal que no conocemos en occidente, donde se deposita en el centro un mengunge tipo salsa espesa de vaya a saber qué y que pica un montón. Me extrañó que la mujer no se sentara a la mesa y que su hija mayor lo servía con exceso de servilismo para mi gusto. 

Comencé a sospechar el machismo que ya intuí en otras circunstancias. La mujer se dedicaba a abanicar el fuego del calentador al que agregaba mirra, perfumando todo el ambiente, en pro de un ccafé de sobremesa.






Mientras Worko y su hijita menor, arrancaban pedazos de la insheda arrastrándole la salsa en el interior del rollito que armaban y directo a la boca sin utensillos de ninguna especie. Ya renía más que suficientes especies la salsa roja. Aprendí pronto aunque disimulé comer poco ya que mi lengua pidió urgente vaso de agua y se negaba a repetir. Ante la insistencia de Worko y por no despreciar tomé algunos trozos más, disimulando mi sacrificio, aunque agradeciendo el almuerzo una y otra vez. Él comía tan vorazmente que la terminó antes de notar mi lentitud.

La hija mayor retiró la bandeja y se acercó con un fuentón y una pava a “lavarme las manos”, gesto que repitió con su padre y su hermanita.




El café estuvo delicioso, acorde a su meritoria fama. Disfruté ver de cerca la ceremonia de su preparación y el lavado de las tazas en un tacho tras su uso. Lástima no poder intercambiar ni una palabra con la esposa ni con las otras mujeres. Con los niños bastaban las risas para entenderse pero las adultas estaban un tanto serias. No entendí si les gustó o no, tenerme allí, o si les avergonzaba, o era algo contra el caballero presente, no lo sé… igual me sonrieron al despedirme y le dí 4 besos a la hija mayor y muchas manitas a los otros niños que se seguían multiplicando. Un mediodía más que feliz!



Y un regalo del cielo para mí, haber compartido la intimidad de una familia en su cotidiana realidad. Esto! No hay agencia de turismo que te lo consiga, ni precio que lo pague. Gracias ángel Worko.

Me acompañó de nuevo a las ruinas y vimos las que faltaban. En un momento me sacó el celular de las manos y me prohibió que prendiera la cámara. Que me agachara para no golpearme la cabeza y que atravesaríamos el infierno. Que si era buena y lo seguía bien, saldría al cielo. Me pareció una broma cuando me tomó la mano y empezó a entrar en un túnel más oscuro que la oscuridad misma. Helado. Rugoso, empedrado para variar, con olor a humedad de siglos y nada por ver. No tuve más remedio que confiar… Me pareció tan infinito que dudé si habría salida. Rogué por no caerme. Seguí fielmente de su mano, casi en cuatro patas. Bendita mi rodilla que viene aguantando todo!




Finalmente se hizo la luz! Salimos al interior de otro templo por una puerta horizontal a un lado de un gran patio. Él se reía y yo volvía a respirar…

Van más imágenes y menos palabras, porque aún falta “la despedida”.



 

 







































































































Volvimos al hotel y me pidió media hora antes de ir por una cerveza a modo de saludo de último día. No pude negarme, aunque más hubiera querido una buena ducha.






























































Al rato apareció acicalado y con remera nueva.

Yo seguía con mis grenchas y mi cansancio.

A pocas cuadras y por una callecita inmunda, descubrí el secreto de los camiones de la ruta!

Resultó que al fondo había un “bar de hombres”. Todos sentados contra la pared dejando libre el centro, riéndose cual si ya estuvieran borrachos, con las camareras al centro destapando botellines y cobrándolos al mismo tiempo, uno tras otro. El sacerdote incluido en la ronda, no dejaba de hacer besar la cruz y darles el coscorrón en la frente cada vez que entraba un nuevo bebedor, mientras él mismo se deleitaba con la fresca bebida.





A mí me sirvieron en un vaso tipo mini balde de lata. Tuve que frenarlas varias veces para que no me lo siguieran llenando. Al primer sorbo ya se me subió a la cabeza, ya me conocen! Y no era cuestión de quedarme dormida temprano y no poder compartirles todas estas vivencias de hoy. Por otro lado no entendía ni “J”. Ya comenzaba a molestarme el ambiente un tanto picante. Le pregunté a Worko porqué no había mujeres y machistamente me dijo que estaban prohibidas, que ese era un lugar solo para hombres. Disimulando mi indignación y asombro por los tiempos que corren, le pregunté porqué entonces me había llevado allí.

-Para que conozcas algo más de nuestro mundo- me contestó ya con la 5° botellita en mano. -Aquí venimos a charlar las cosas que pasan en nuestro pueblo, a saber de como está cada uno, sus familias, noticias de la guerra del norte, etc. como una reunión de amigos…

A fata de televisores e internet me pareció un buen recurso. Aunque algo me decía que solo me ofreció a acompañarlo para “darse corte” con la única turista de Lalibella y que era su huésped. Enonces, ceremonilmente, tomó mi balde y dijo que me bautizaría con mi nuevo nombre etíope:”Astrasbar” (o algo así, ya le patinaba la lengua) que significa algo así como “Orgullo de mujer bella”. Acepté el cumplido, bebí mi último sorbo y me disculpé que ya me quería retirar para que él gozara a sus anchas su reunión de amigos.

Se lo tomó bien, fui muy diplomática al saludar a todos en general y a ninguno en particular y salí honrosamente a la calle inmunda sobre mis pasos, ahuyentando mendigos y niños “mani”.

Feliz de entrar en mi cuarto, a mi ducha, y a mi compu.

Es todo por hoy!  Mañana 5.00 am. de vuelta para Waldia, puff!...

Buenas noches! Los quiero!
























1 comentario:

  1. Que día María!!! De principio a fin todo increíble. Quedas 3 días sin conexión pero acá te voy a estar esperando para cuando vuelvas a tener wifi. Feliz de compartir tu sueño

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