Ya va tomando forma de tradición pasar a saludar, linda excusa!, a los viejos amigos que viven por estas costas. Así que le tocó el turno a Rubén en Benidorm, mi antiguo compañerito arquitecto de la facultad, allá lejos y hace tiempo……….. pareciera ya que en otra vida! Aunque nuestro cariño sigue intacto como el primer día.
Caminamos por la costanera, me contó de la Fiesta de San Juan que se celebraría esa noche de luna llena, donde la playa se llenaría de gente (¿más??!!!!) para saltar tres veces las olas a las doce en punto. Me lo tomé como una recomendación impostergable! Si de pedir deseos se trata…
DPor las callecitas descubrí un pobre olivo emblemático aunque ignorado por los
trtranseúntes ávidos de manjares más consumistas y más ávido aún de agua nutricia.
Tras la cena compartida en una taberna napolitana (así de
internacionales son!) nos despedimos y al día siguiente “hui!” a Vila Joyosa,
una población cercana que es el contrapunto exacto de esta megalópols de la
decadencia humana.
Una serie de casas pequeñas, no más de 2 o 3 pisos, de
vistosos colores, rodean el mar y el centro antiguo, pequeño, acogedor,
“aburrido” para los que buscan el bochinche y el consumismo. O sea, una villa a
mi medida! Entonces sí, me disfruté el Mediterráneo a mis anchas, en pleno
silencio y vuelo de gaviotas…
Por la tarde visité la fábrica de chocolate Valor, con más de 125 años de desempeño en el pueblo y que da trabajo a 350 personas. Fabrican 100 toneladas diarias, en diferentes formatos de tabletas, bombones, cajitas surtidas, etc. que exportan a todo el mundo! Aprendí un montón del origen del cacao, causualmente Africa otra vez! Del árbol que nos regala su vaina, de la producción, de la historia de su fundador, y sobre todo, lo mejor! La degustación a la salida! Mmm… deliciosos!
Dos días después seguí viaje a Arenales del Sol, una urbanización pasando Alicante, morada de mis amigos angosturenses por adopción, Mariana y Leo. Una pareja tan hermosa como la playa que los rodea. Me hicieron conocer el palmar de Elche mientras nos poníamos al tanto de nuestras vidas de los últimos años.
Disfrutamos caminatas por la playa una mañana un tanto ventosa remojando los piecitos, y me mostraron el biblio bus que visita el pueblo todos los miercoles!
Pasé a saludar a los ficus gigantes de Cartagena
antes de trasladarme a Puerto de Mazarrón, otra playa hermosa, y otra pareja anfitriona de lujo!: Leonor y José.
Me atendieron como Reina de Saba desde los churros mañaneros
hasta todos los almuerzos y cenas con vistas de atardeceres dorados sobre el mar. Tiempo para la lectura, el relax y la meditación, acompañaron mi cuenta regresiva para el gran viaje que se avecina.
Veremos, veremos… y ya lo sabremos!
Africa, allá vamos!...
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