Amanece
nubladito, se sigue haciendo desear…
No importa,
yo me voy para la Hot Sprint. A mi modo, nada de contratar “excursión “ ni guía
ni nada. Para eso está el Google map y la bus station con colectivos locales,
el dedo para hacer señales en la ruta y la boca que pregunta con sonrisa. Así
llego yo siempre a todos lados, a mi ritmo.
Así que
según mis cálculos, en dos horitas ya estaría por allá.
Ya ataviada con la malla, una toalla y bolsita con bananas, palta y naranjas para el almuerzo, peine, documentos, celu, y plata. Lista! Livianita de equipaje, y a disfrutar… (mientras les pedía a mis angelitos que me trajeran un poco de sol, no es mucho pedir, verdad?)
Pues en dos
minutos me mandaron una moto!
Ya había
experimentado algunas en los últimos días para traslados cortitos, aquí
funcionan como taxis, cargando mi valijota incluso!
Pero ahora
se trataba de una ruta, por así decirle, de 32 kms. de pura piedra, barro,
pozos, lomos de burro naturales y excesivos, entre otras desvirtudes del
paisaje. A los tumbos y logrando no salirme del asiento, veía pasar grupos de
estudiantes ataviados con sus uniformes de colores, a veces lilas, a veces
naranjas, a veces verdes y azules. Las niñas peladitas en su negrura o con
cofias de impecables blancos cual monjitas. Mochilas al mejor estilo
“americano” en sus espaldas, y luncheritas de plástico en sus manitas libres.
Me sorprendió la cantidad de escuelas (funcionando) que ví por el camino, en
plenas zonas rurales.
Al pasar
simpre te sonríen y gritan “Jambo!” que es un amistoso “Hola!” levantando sus
brazos, para recibir la devolución de tu sonrisa y reconocimiento. Claro, soy
“una blanca”! y para muchos, la primera que ven en mucho tiempo. Los turistas
más típicos, van encerrados en camionetas polarizadas con aire acondicionado,
encerrados por temor a la malaria o la fiebre amarilla. Incluso escuché que
muchos vienen tomando unas pastillas “de tratamiento preventivo” 40 días antes
de venir a estos países. En fin… Yo prefiero los encuentros más cercanos.
Otro dato: a los blancos nos llaman "mzungus". Pero es un término un poco despectivo, supongo que a causa de esas actitudes separatistas. Yo aprendí a decir "Jambo!" con una sonrisa y mi mano en alto, y todos me tratan hermoso. Así es!...
Mientras, mi muchachito al volante, que era un auténtico masai, con su túnica roja, sus aros de diseño extraño, sus trencitas cosidas al cuero cabelludo con flequitos en la punta, con su cuchillito colgando del cinturón (una especie de facón como para nuestros gauchos), una lupa (sería para hacer señales de humo?), y obvio su celular enganchado al manubrio, resultó ser un excelente corredor mientras esquivaba los baches con la maestría de la experiencia. Aunque yo ya me quería bajar de la coctelera, no tenía otra opción. Nadie más transitaba por allí, a esa hora.
Lo cierto es
que en menos de hora y media, estaba cumplido el destino.
Boletería no
tan imprevista en la entrada, y… al agua patos!
Un lugar
hermoso, sereno, azul, de risas escondidas entre las ramas que llegaban hasta
las aguas tibias de la surgente. Una gran olla turquesa se mimetizaba con el
verde de una vegetación tupida que la rodeaba sin permiso. Poca gente, en
pacífico silencio, entre grillitos y mini ranitas surgiendo entre las raíces
mojadas de unos ficus centenarios. Y el pedido sol! entre las mediasombras
proyectadas en las aguas calmas.
Una delicia…
un relalo de la Naturaleza!
Otro masai
me invitó a sumergirme sin temor, solo para avisarme que unos minúsculos
pececitos vendría a hacerme la pedicuría, a modo de bienvenida. No le entendí
muy bien a que se refería, pero enseguida lo supe. Apenas ponés un pie en el
agua (cosa de vieja el bajar por una escalera de troncos en vez de lanzarte de
cabeza en estilo más juvenil) centenares de micropececitos te cosquillean las
piernas como olfatéandote o dándote minibesitos. Es una sensación extraña
aunque inofensiva. Al cabo de unos minutos, como los gatos, te dejan tranquila
y se van a hacer sus cosas. Momento en que empiezas a disfrutar del estanque en
todo su esplendor.
Me resultaba
denso nadar ya que había una corriente circular extraña, y por la composición
del agua con no sé que minerales, aunque me aseguraban que eran muy saludables.
Ni idea! Pero sí seguramente para el espíritu!
En un sector
más popular, había una larga soga pendiente de una alta rama, con otra cruzada
a modo de manillar que oficiaba de hamaca para lanzarse al agua, diversión de
niños y no tan niños. Yo me la perdí por un tonto pudor no domesticado.
(Verguencita a destiempo).
Tras el nado
y las fotos de rigor, me acomodé en una mesita “Oso Yogui” a disfrutar mi
almuerzo frutal. Mientras, dos monos humanos, nos deleitaban con sus acrobacias
y saltos desde la improvisada hamaca.
Nueva
chapuzada de despedida, ratito de hacer la plancha dejándome llevar por la
corriente (lección propicia para el “fluir” de la vida) y de vuelta a casa!
Con la
suerte que me acompaña, enseguida encontré una pareja de coreanos que tenían
contratado un tuc tuc directo a Moshi! Cuando les pregunté para compartirlo, me
dieron el Ok. sin aceptar pago alguno. Ellos ya lo habían hecho, y con dólares
por adelantado! A veces mi “suerte” es tan increíble, que ya no sé ni cómo ni a
quien Agradecerla. A quien seas, ¡GRACIAS!
De vuelta en
“mi casita”, disfrutando del jardín en ya casi penumbra, se acerca otra pareja
de locales tanzanianos, amigos del dueño de casa, ellos dueños de una agencia
de turismo, a ofrecerme sus servicios para lograr mi soñado safari . Si es por
soñar, soñar a lo grande, dicen… Así que
les pedí presupuesto para ir a ver la gran migración al Parque Nacional
Serenguetti, aprovechando que estamos en el mes justo de su temporada aunque a
ochocientos kilómetros.
Pensar en
hacerlo sola es realmente imposible, porque no me veo haciéndole dedo a un
elefante, o montada en una jirafa. Los costos de una 4 x 4 para una sola
persona más el guía obligatorio, es un delirio. Ya había experimentado en
Surundu en Kenia que ir con un auto bajo tiene sus complicaciones de quedarte
empantanada y luego disecada o morfada. No es para ir arriesgándote, así que…
¿porqué no premiarme un poco más…? Ja! Como me veían realmente interesada,
fueron armando un itinerario bastante personalizado, con campamentos en vez de
lodges 5 estrellas, con la frugalidad de mis menués vegetarianos y con la
paciencia con que querían conformarme. El número no cerraba a causa del
vehículo, el combustible y el guía para una sola persona. Ya las tarifas de
entrada al Parque son un dineral! En un momento de la charla, otro colega lo
llama al mío para preguntarle si tenía algún cliente disponible para cerrar un
grupo para el domingo…
Nuestras
sonrisas iluminaron la noche ya cerrada en el jardín perfumado de esperanza.
¡El vendedor
no podía creer mi suerte! El Milagro estaba cumplido! Ya no había excusas,
pactamos los números finales, seña en mano y Hakuna matata!!!! El domingo me
voy de safarí 4 días 3 noches! al Serenguetti y cráter del volcán Ngorongoro!
IUPIIIII!!!
¿Qué más se le puede pedir a la Vida? Sólo Agradecer, y agradecer, y AGRADECER!!!!
¡Qué lindo!
ResponderBorrar¡Qué lejos llegaste!!
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