martes, 6 de agosto de 2024

Jambo! Diani beach

 A tan solo una hora de Mombasa hacia el Sur hay otro mundo. El mundo de los turistas europeos bastante más adinerados que la población local, cuyos puestos de artesanías en kioscos de palos, se repiten hasta el hartazgo, mezclados entre puestos de bananas, aguacates y agua mineral.



Bordeando el fabuloso mar Indico, con sus playas más blancas que la harina, y su agua a temperatura exacta, los mega hoteles five stars se suceden con sus jardines de palmeras, aloes, flores tropicales, senderitos que bajan a la playa y turquesas piscinas de película! y por supuesto las infaltables reposeras de almohadones a rayitas a su alrededor. Tragos alcohólicos en mano beben los cuerpos de lagartos humanos leyendo el best seller de turno.


Más tarde me enteré que muchos de estos hoteles funcionan todo el año como residencias para personas mayores, que tienen alquilados cuartos por mes, como si de un geriátrico de lujo se tratara. ¡Y lo son! Ya saben, por si quieren instalarse… ja!

Por las playas, tríos de camellos embellecidos para la ocasión, caminan sometidos decenas de kilómetros, con sus collares al cuello y el peso de monturas decoradas de flores y lonas, en espera de turistas que pagan para pasear sus aburrimientos.

Los masai, originarios de esta región, ataviados con sus típicos géneros cuadriculados en rojo, atados al hombro estilo pareo suelto, sus aros y gargantillas de mostacillas  coloridas, también portan argollas apretadas en sus brazos y machete colgando del cinturón, spa de caminan enérgicos ofreciéndote desde cocos, a paseos en bote.

A cada metro se te acerca una mujer ofreciéndote “massage” al precio de un gabinete de spa de lujo en Recoleta.

A cada medio metro! aparecen los que sonrientes te interceptan al grtito de “Jambo!”, algo así como “Hola” y te empiezan a preguntar de donde sos, tu nombre, si queres que te lleven la toalla, si está todo ok, si te gusta Kenia, si te pueden guiar en la ciudad, si tenes marido, si tenes algo (plata) para darles….

Este acoso parece simpático los primeros veinte “saludadores”, pero luego y a medida que avanza la mañana, el enjambre se hace pegoteoso y molesto. Mi sonrisa mutó a :- “Basta! POR FAVOR!  quiero caminar SOLA! O.k??”

Estas playas son hermosas, aunque lo serían aún más, si estuvieran vacías!

A media mañana encontré un barcito al paso, onda chiringuito, y me pedí un jugo helado de mango. Bajo las palmeras, me sentí una reina…




Dicen que estamos en baja temporada, dicen que es invierno, hay hasta quienes usan camperas de cuero, pero para mí los 27°C son más que perfectos para invitarme a meterme a este mar sin olas, propicio para la calma y la meditación… (en el agua no te siguen, ja!)

Por la avenida costera, encontrás cientos de agencias de turismo proponiéndote safaris a varios parques nacionales cercanos o en avioneta a otros más lejanos, buceo a ver corales, nado con delfines, pesca con  no sé que, etc…

También hay bonitos restaurants con platos típicos de puerto, o sea pescados muertos. Paso de largo…

Por dicha avenida, te siguen los “saludadores” y se suman los choferes de toc tocs y los mototaxis, que aunque te vean caminando lo más pancha, con 0 intención de tomar uno, te frenan sobre tus empeines, ofreciéndote el servicio de traslado “very cheap!”. Otra vez, a espantar las moscas…

Otra “curiosidad” de la zona son las parejas desparejas. Esto es: señores blancos de más de 60, Rolex evidente en una mano, y muchachita negra de prometedoras curvas, cuasi menores de edad. Me produce una real repugnancia verlos sentados a la mesa de un bar, él baboseando y ellá con cara de aburrida a ver cuando termina el trámite. Un horror!...

Por mi parte, piqué con los delfines! Ja!

Me inscribí para el paseo del día siguiente, que te pasan a buscar a las 7.30 de la mañana. La dura vida del viajero!...ja!...

Aproveché la tarde nubosa para ir a "tratar" de conocer los bosques sagrados de Kaya Kinondo, unas formaciones boscosas a lo largo de 200 kms. de la costa, en donde se cuentan historias, mitos y leyendas locales. Algo así como que en su interior hay ruinas de aldeas abandonadas, tumbas de asesinados, espíritus que deciden si te permiten la entrada al bosque, árboles majestuosos en donde se reunían las tribus a orar a sus dioses, a hacer macumbas para convocar a la lluvia, y ese tipo de cosas...

Cosas suficientes para provocar mi curiosidad unida a la perpetua necesidad que tengo de caminar en bosques de toda especie, para mí, siempre son mágicos!

El mototaxi que tomé a la zona, no podía creer que yo iba a entrar sola, que no tuviera miedo... hasta me habló de serpientes gigantes. Insistió en acompañarme y no aceptó mi negación, por lo que juntos nos adentramos por un sendero semisalvaje. Ahí nomás, encontramos a Alí, un muchachito que recogía leña para su casa y se unió a la peregrinación como puntero, ya que conocía la exacta ubicación de árbol sagrado. Allá vamos!







Me instruyó con el nombre de la especie: likunda, y me explicó que su tronco es tan liso para impedirles a los monos colobies, los que tienen pelos blancos detrás de las orejas (como yo. ja!), que trepen con facilidad y se coman todas sus hojas que tanto les fascinan. ¡Sabia Naturaleza! 

Agradecida de la compañ+ía y con el corazón rebosante de verde, me volví a mi hotelito con jardín, a disfrutar mi cervecita vespertina.

A la mañana siguiente, siendo las 8.00 am.y no habiendo camioneta en el horizonte, empecé a inquietarme. Para variar te piden el pago adelantado.

Unos minutos más tarde, disculpándose por el atraso, apareció la van con otros turistas, ¡todos negros! Aquí debí romper otro de mis prejuicios:  los kenianos u otros africanos, también se van de vacaciones, tiene plata, hacen excursiones, usan protector solar, tienen las mismas cámaras de fotos que los japoneses, usan bikini, las mismas mochilas y zapatillas, relojes caros, maquillajes, anteojos negros para sol, tienen casa con paredes pintadas, artefactos en los baños y cocinas y usan electrodomésticos,etc..etc…como "todo el mundo!"

¿Porqué tenemos tan impregnado el estereotipo de señor con taparrabo y huesito horizontal en la cabeza, modelo Caloi y su serie Clemente? ¿Porqué cuando uno habla de Africa solo imagina sabanas doradas con atardeceres rojos y no ciudades super habitadas con gente apurada, que estudia, que va a oficinas con la tacita de Starbuck en la mano, con Bancos de todas las cadenas internacionales, con tiendas de moda con plasmas en las vidrieras, con edificios de departamentos, estadios de footbal impresionantes, atascaderos de tránsito en las autopistas como en cualquier lugar del mundo? ¿Cuánto hace que no ven un videoclip de músicos africanos? Nada que envidiarle a los nórdicos ni en composición, ni en tecnología! Por supuesto tienen sus propios canales de televisión, con sus propios programas, los noticieros con escenografías estilo BBC de Londres, y locutoras modelos hermosas.

Pareciera que “los pobres” son mayoría, pero también se ven cada buenmozo trajeado de Armani que ni te cuento…  Además debería resignificar el concepto de pobreza, porque el hecho de vivir en la tierra, del fruto de sus manos, no significa que no sean más ricos que otros en cuanto a nivel de satisfacción emocional, con sus familias siempre en clanes, riendo y bailando como más de un occidental envidiaría.

Reconozco que en mis escritos hago demasiado hincapié en el caos, la basura, la desorganización del transporte público (aunque siempre estoy llegando a todos los lados que me propongo…) y capaz dejé de resaltar el asombro que también me produce llegar a lugares absolutamente “civilizados”, con otros modos, otros colores, otros tiempos… Creo que “el 6° dedo”: la cajita negra llamada celu o móvil, nos ha colocado “a todos” en un modelo de globalización donde ya no hay excepciones ni escapatorias. Con los mismos modelos de vida impuestos por la tecnología y el comercio. Por aquí también llegó Amazon, Telecom, y otras tantas…

Entonces, a romper mis modelos mentales  preconcebidos, y a seguir observando para aprender y enriquecerme, no para criticar y quedarme con que mi figurita es mejor que la tuya.

A veces me preguntan: ¿Cómo hago para aguantarme la mugre, las incomodidades, los olores...? O ¿porqué lo hago? pudiendo elegir destinos turísticos más "normales" (¡?). Es que elijo pagar algunos precios para ver con mis propios ojos lo poco que queda fuera del sistema. Ya de la 3D occidental copy-paste, he visto bastante, y ya me aburre bastante. Da lo mismo un café en Roma que en Atenas o en Buenos Aires, ya todo perdió su identidad. 

Por otro lado, es un excelente ejercicio para aprender a focalizar solo en lo bueno, corriendo a un lado lo que no me gusta. Elijo ver los ojos y la sonrisa de un niño mirándome asombrado, que sus mocos o sus manitas sucias. Elijo ver paisajes infinitos que las toneladas de basura en las calles. Elijo ver que aún se siembra y cosecha a mano, dignificando el trabajo de los hombres agricultores en las aldeas, y no solo existen los anónimos supermercados de plástico envasados. Elijo comer frutas nuevas al paso, saborearlas, olerlas... que los fast-food de cadenas internacionales. Elijo descubrir por mi misma las historias de la gente local que seguir las instrucciones de las guías de turismo prefabricado. Elijo cansarme después de un día a pleno que estar en un all inclusive sin nada nuevo por descubrir. Elijo contarles lo que voy viviendo y no hacer relatos útiles con datos y recomendaciones. Elijo así, porque soy así!Algo salvaje, inquieta, vivaz, curiosa...  Pero aquí no se trata de mí, sino de mi mirada de África. Tu puedes tener la tuya. Porque también está lleno de lodges y 5 estrellas, para otros tipos de viajeros, que elijen seguir viendo, comiendo, escuchando y codeándose con los de su mismo esquema. Poco o nada, aprenderan de la realidad fuera de los aeropuertos y sus jeeps 4 x 4, con chofer y guías a disposición. En fin...he dicho!

Volvamos al día de hoy: para seguir con las sorpresas, en el embarcadero, se juntaron más de 30 vehículos, cada uno con promedio 10 personas, una multitud para distribuirnos en barquitos onda piratas y otros modelos de lanchas con techito de lona.






Tras hora y media de navegación con sol y olas a favor, arribamos a un banco de arena increíble en medio de puro mar!  Echaron anclas, y nos distribuyeron las máscaras de snorkel a los que queríamos incursionar en el fondo de la turquesa tentación.

Miles de pececitos de colores, de toda forma y color, algunos en solitario, otros en cardúmenes, cruzándose ante mis ojos embelesados. De repente, avistando un pulpo que se escondía y asomaba intermitentemente bajo una roca, me dí cuenta que había estado nadando estilo pecho y pataleando en crawl, desde hacía más de 50´y no había sentido ningún dolor en mi rodilla averiada. Iupiii!!! Y GRACIAS!!! De todo lo que estoy pudiendo hacer contra todo pronóstico de mi traumatólogo de turno, ja! Lo invitaría a verme como pececita en el agua, ja!...




Lo cierto que el día fue pasando y de los delfines ni noticias! Nos llevaron a almorzar a un comedor bastante bueno en otra isla, donde todos devoraban langostas recién asesinadas, y mi menú vegetariano consistió en fideos con salsa, por suerte, no picante, ja!



De vuelta al embarcadero y si ven a los delfines, les mandan mis saludos, los estuve esperando ansiosamente…

Ergo, super frustración! Super defraudación! Sentí que era una más de las “mentiras kenianas”, especialistas en el engaño a medias tintas…  Aún estoy esperando la respuesta que nunca me llegó, ni la negación por cortesía, de la Fundación Wangari…buah…

Yo había arreglado con el chofer de mi agencia que ya no volvería a Diani, sino que me dejara en el cruce de rutas que va directo al sur a la frontera con Tanzania. Pensaba pasar la tarde y un día más en Kenia por si llegaba la respuesta (mi Visa es por tres meses, pero de una sola entrada) (Si salgo, ya no puedo volver a entrar hasta pasado 1 año).

Llegada al último pueblito, voy al hotel más mejorcito que encuentro, dispuesta a escribir, leer, planear un poco en recorrido a seguir… y relajarme. Obvio primerísimo, necesitaba una buena duch, cosa de la que pregunté en la recepción antes de instalarme.

Llegada a la habitación, la “shower” consistía en el tachito de agua gría con su respectivo balde roto. Salí huyendo despavorida! No aguantaría ni una mentira más!

Pregunté el horario de la Aduana, y siendo que faltaban dos horas para su cierre, aunque ya empezaba a oscurecer, me tomé una moto directo a sellar mi entrada a Tanzania!

Bye bye Kenia my love, “quizás” sea en otra oportunidad…  Jambo…





 

 

 

 

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