A tan solo una hora de Mombasa hacia el Sur hay otro mundo. El mundo de los turistas europeos bastante más adinerados que la población local, cuyos puestos de artesanías en kioscos de palos, se repiten hasta el hartazgo, mezclados entre puestos de bananas, aguacates y agua mineral.
Bordeando el
fabuloso mar Indico, con sus playas más blancas que la harina, y su agua a
temperatura exacta, los mega hoteles five stars se suceden con sus jardines de
palmeras, aloes, flores tropicales, senderitos que bajan a la playa y turquesas
piscinas de película! y por supuesto las infaltables reposeras de almohadones a
rayitas a su alrededor. Tragos alcohólicos en mano beben los cuerpos de
lagartos humanos leyendo el best seller de turno.
Por las
playas, tríos de camellos embellecidos para la ocasión, caminan sometidos decenas
de kilómetros, con sus collares al cuello y el peso de monturas decoradas de
flores y lonas, en espera de turistas que pagan para pasear sus aburrimientos.
A cada metro
se te acerca una mujer ofreciéndote “massage” al precio de un gabinete de spa
de lujo en Recoleta.
A cada medio
metro! aparecen los que sonrientes te interceptan al grtito de “Jambo!”, algo
así como “Hola” y te empiezan a preguntar de donde sos, tu nombre, si queres
que te lleven la toalla, si está todo ok, si te gusta Kenia, si te pueden guiar
en la ciudad, si tenes marido, si tenes algo (plata) para darles….
Este acoso
parece simpático los primeros veinte “saludadores”, pero luego y a medida que
avanza la mañana, el enjambre se hace pegoteoso y molesto. Mi sonrisa mutó a :-
“Basta! POR FAVOR! quiero caminar SOLA!
O.k??”
Estas playas
son hermosas, aunque lo serían aún más, si estuvieran vacías!
A media
mañana encontré un barcito al paso, onda chiringuito, y me pedí un jugo helado de
mango. Bajo las palmeras, me sentí una reina…
Dicen que
estamos en baja temporada, dicen que es invierno, hay hasta quienes usan camperas de cuero, pero
para mí los 27°C son más que perfectos para invitarme a meterme a este mar sin
olas, propicio para la calma y la meditación… (en el agua no te siguen, ja!)
Por la
avenida costera, encontrás cientos de agencias de turismo proponiéndote safaris
a varios parques nacionales cercanos o en avioneta a otros más lejanos, buceo a
ver corales, nado con delfines, pesca con
no sé que, etc…
También hay
bonitos restaurants con platos típicos de puerto, o sea pescados muertos. Paso
de largo…
Por dicha
avenida, te siguen los “saludadores” y se suman los choferes de toc tocs y los
mototaxis, que aunque te vean caminando lo más pancha, con 0 intención de tomar
uno, te frenan sobre tus empeines, ofreciéndote el servicio de traslado “very
cheap!”. Otra vez, a espantar las moscas…
Otra
“curiosidad” de la zona son las parejas desparejas. Esto es: señores blancos de
más de 60, Rolex evidente en una mano, y muchachita negra de prometedoras
curvas, cuasi menores de edad. Me produce una real repugnancia verlos sentados
a la mesa de un bar, él baboseando y ellá con cara de aburrida a ver cuando
termina el trámite. Un horror!...
Por mi
parte, piqué con los delfines! Ja!
Me inscribí
para el paseo del día siguiente, que te pasan a buscar a las 7.30 de la mañana.
La dura vida del viajero!...ja!...
Aproveché la tarde nubosa para ir a "tratar" de conocer los bosques sagrados de Kaya Kinondo, unas formaciones boscosas a lo largo de 200 kms. de la costa, en donde se cuentan historias, mitos y leyendas locales. Algo así como que en su interior hay ruinas de aldeas abandonadas, tumbas de asesinados, espíritus que deciden si te permiten la entrada al bosque, árboles majestuosos en donde se reunían las tribus a orar a sus dioses, a hacer macumbas para convocar a la lluvia, y ese tipo de cosas...
Cosas suficientes para provocar mi curiosidad unida a la perpetua necesidad que tengo de caminar en bosques de toda especie, para mí, siempre son mágicos!
El mototaxi que tomé a la zona, no podía creer que yo iba a entrar sola, que no tuviera miedo... hasta me habló de serpientes gigantes. Insistió en acompañarme y no aceptó mi negación, por lo que juntos nos adentramos por un sendero semisalvaje. Ahí nomás, encontramos a Alí, un muchachito que recogía leña para su casa y se unió a la peregrinación como puntero, ya que conocía la exacta ubicación de árbol sagrado. Allá vamos!
Me instruyó con el nombre de la especie: likunda, y me explicó que su tronco es tan liso para impedirles a los monos colobies, los que tienen pelos blancos detrás de las orejas (como yo. ja!), que trepen con facilidad y se coman todas sus hojas que tanto les fascinan. ¡Sabia Naturaleza!
Agradecida de la compañ+ía y con el corazón rebosante de verde, me volví a mi hotelito con jardín, a disfrutar mi cervecita vespertina.
A la mañana siguiente, siendo las 8.00 am.y no habiendo camioneta en el horizonte, empecé a inquietarme. Para variar te piden el pago adelantado.
Unos minutos
más tarde, disculpándose por el atraso, apareció la van con otros turistas, ¡todos
negros! Aquí debí romper otro de mis prejuicios: los kenianos u otros africanos, también se
van de vacaciones, tiene plata, hacen excursiones, usan protector solar, tienen
las mismas cámaras de fotos que los japoneses, usan bikini, las mismas mochilas
y zapatillas, relojes caros, maquillajes, anteojos negros para sol, tienen casa con paredes pintadas, artefactos en los baños y cocinas y usan electrodomésticos,etc..etc…como "todo el mundo!"
¿Porqué
tenemos tan impregnado el estereotipo de señor con taparrabo y huesito
horizontal en la cabeza, modelo Caloi y su serie Clemente? ¿Porqué cuando uno
habla de Africa solo imagina sabanas doradas con atardeceres rojos y no ciudades
super habitadas con gente apurada, que estudia, que va a oficinas con la tacita
de Starbuck en la mano, con Bancos de todas las cadenas internacionales, con
tiendas de moda con plasmas en las vidrieras, con edificios de departamentos,
estadios de footbal impresionantes, atascaderos de tránsito en las autopistas
como en cualquier lugar del mundo? ¿Cuánto hace que no ven un videoclip de
músicos africanos? Nada que envidiarle a los nórdicos ni en composición, ni en
tecnología! Por supuesto tienen sus propios canales de televisión, con sus
propios programas, los noticieros con escenografías estilo BBC de Londres, y
locutoras modelos hermosas.
Pareciera
que “los pobres” son mayoría, pero también se ven cada buenmozo trajeado de
Armani que ni te cuento… Además debería resignificar el concepto de pobreza, porque el hecho de vivir en la tierra, del fruto de sus manos, no significa que no sean más ricos que otros en cuanto a nivel de satisfacción emocional, con sus familias siempre en clanes, riendo y bailando como más de un occidental envidiaría.
Reconozco
que en mis escritos hago demasiado hincapié en el caos, la basura, la
desorganización del transporte público (aunque siempre estoy llegando a todos
los lados que me propongo…) y capaz dejé de resaltar el asombro que también me
produce llegar a lugares absolutamente “civilizados”, con otros modos, otros
colores, otros tiempos… Creo que “el 6° dedo”: la cajita negra llamada celu o
móvil, nos ha colocado “a todos” en un modelo de globalización donde ya no hay
excepciones ni escapatorias. Con los mismos modelos de vida impuestos por la
tecnología y el comercio. Por aquí también llegó Amazon, Telecom, y otras
tantas…
Entonces, a
romper mis modelos mentales
preconcebidos, y a seguir observando para aprender y enriquecerme, no
para criticar y quedarme con que mi figurita es mejor que la tuya.
A veces me preguntan: ¿Cómo hago para aguantarme la mugre, las incomodidades, los olores...? O ¿porqué lo hago? pudiendo elegir destinos turísticos más "normales" (¡?). Es que elijo pagar algunos precios para ver con mis propios ojos lo poco que queda fuera del sistema. Ya de la 3D occidental copy-paste, he visto bastante, y ya me aburre bastante. Da lo mismo un café en Roma que en Atenas o en Buenos Aires, ya todo perdió su identidad.
Por otro lado, es un excelente ejercicio para aprender a focalizar solo en lo bueno, corriendo a un lado lo que no me gusta. Elijo ver los ojos y la sonrisa de un niño mirándome asombrado, que sus mocos o sus manitas sucias. Elijo ver paisajes infinitos que las toneladas de basura en las calles. Elijo ver que aún se siembra y cosecha a mano, dignificando el trabajo de los hombres agricultores en las aldeas, y no solo existen los anónimos supermercados de plástico envasados. Elijo comer frutas nuevas al paso, saborearlas, olerlas... que los fast-food de cadenas internacionales. Elijo descubrir por mi misma las historias de la gente local que seguir las instrucciones de las guías de turismo prefabricado. Elijo cansarme después de un día a pleno que estar en un all inclusive sin nada nuevo por descubrir. Elijo contarles lo que voy viviendo y no hacer relatos útiles con datos y recomendaciones. Elijo así, porque soy así!Algo salvaje, inquieta, vivaz, curiosa... Pero aquí no se trata de mí, sino de mi mirada de África. Tu puedes tener la tuya. Porque también está lleno de lodges y 5 estrellas, para otros tipos de viajeros, que elijen seguir viendo, comiendo, escuchando y codeándose con los de su mismo esquema. Poco o nada, aprenderan de la realidad fuera de los aeropuertos y sus jeeps 4 x 4, con chofer y guías a disposición. En fin...he dicho!
Volvamos al día de hoy: para seguir
con las sorpresas, en el embarcadero, se juntaron más de 30 vehículos, cada uno
con promedio 10 personas, una multitud para distribuirnos en barquitos onda
piratas y otros modelos de lanchas con techito de lona.
Tras hora y
media de navegación con sol y olas a favor, arribamos a un banco de arena
increíble en medio de puro mar! Echaron
anclas, y nos distribuyeron las máscaras de snorkel a los que queríamos
incursionar en el fondo de la turquesa tentación.
Miles de
pececitos de colores, de toda forma y color, algunos en solitario, otros en
cardúmenes, cruzándose ante mis ojos embelesados. De repente, avistando un
pulpo que se escondía y asomaba intermitentemente bajo una roca, me dí cuenta
que había estado nadando estilo pecho y pataleando en crawl, desde hacía más de
50´y no había sentido ningún dolor en mi rodilla averiada. Iupiii!!! Y
GRACIAS!!! De todo lo que estoy pudiendo hacer contra todo pronóstico de mi
traumatólogo de turno, ja! Lo invitaría a verme como pececita en el agua, ja!...
Lo cierto
que el día fue pasando y de los delfines ni noticias! Nos llevaron a almorzar a
un comedor bastante bueno en otra isla, donde todos devoraban langostas recién
asesinadas, y mi menú vegetariano consistió en fideos con salsa, por suerte, no
picante, ja!
De vuelta al
embarcadero y si ven a los delfines, les mandan mis saludos, los estuve
esperando ansiosamente…
Ergo, super
frustración! Super defraudación! Sentí que era una más de las “mentiras
kenianas”, especialistas en el engaño a medias tintas… Aún estoy esperando la respuesta que nunca me
llegó, ni la negación por cortesía, de la Fundación Wangari…buah…
Yo había
arreglado con el chofer de mi agencia que ya no volvería a Diani, sino que me
dejara en el cruce de rutas que va directo al sur a la frontera con Tanzania.
Pensaba pasar la tarde y un día más en Kenia por si llegaba la respuesta (mi
Visa es por tres meses, pero de una sola entrada) (Si salgo, ya no puedo volver
a entrar hasta pasado 1 año).
Llegada al
último pueblito, voy al hotel más mejorcito que encuentro, dispuesta a
escribir, leer, planear un poco en recorrido a seguir… y relajarme. Obvio
primerísimo, necesitaba una buena duch, cosa de la que pregunté en la recepción
antes de instalarme.
Llegada a la
habitación, la “shower” consistía en el tachito de agua gría con su respectivo
balde roto. Salí huyendo despavorida! No aguantaría ni una mentira más!
Pregunté el
horario de la Aduana, y siendo que faltaban dos horas para su cierre, aunque ya
empezaba a oscurecer, me tomé una moto directo a sellar mi entrada a Tanzania!
Bye bye
Kenia my love, “quizás” sea en otra oportunidad… Jambo…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Si querés, dejame aquí tu mensaje o compartime tu Milagro...