domingo, 29 de septiembre de 2024

Jeffrey Bay

 El sueño de un cuarto con vista al mar se me cumplió al 100%!!!

Un hostel top para surfistas -¡blancos obviamente!- me dio la bienvenida con sus terrazas de deck sobre la playa, silloncitos de mimbre super cucú por los jardines, hamacas paraguayas entre los árboles, reposeras bien dispuestas, salones de lectura, mesa de pool, tienda de tablas y trajes de neoprene colgados, música chilli, cafetería, restaurant y cocina vidriada.


Mi habitación directamente en primera línea, con gran ventanal al sol del amanecer, blanca, con acolchado suficiente para el frescor que hacía y el viento que se imponía.

¡Estoy recontenta! No sólo por la lindura y la ubicación, sino por esto de comprobar que las visualizaciones se cumplen! Hacía más de diez días que venía deseando e imaginando exactamente esto!






Lo único que se me coló en el sueño es la ventolera imprevista!

Las olas gigantes cautivaron mi atención. Es la primera vez que veo olas “con pollerita” (término recién acuñado por la presente autora). Consiste en una especie de velo de novia invertido. Es tal la fuerza del viento, que pareciera querer detener la espuma y entonces se forma una hilera superpuesta de una especie de ola al revés que se niega a avanzar hacia la arena, retornando a la profundidad y lejanía del mar. Como un flequillo extra en dirección contraria al sentido del avance de las olas normales. Es la primera vez en mi vida que veo este fenómeno.



Otra sorpresa fue ver que los atléticos surfistas, con sus esbeltos trajes negros, ya están montados a sus tablas a las 7 de la mañana. Para las diez ya se acaba el espectáculo. Algunos retornan a sus destrezas antes del atardecer. Al parecer coincide con la bajamar, seguramente es el tiempo propicio para ese prestigioso y mareado deporte.

Mientras, durante 24 horas, en el televisor del salón principal, siguen las imágenes de las competencias internacionales a todo color. Los rulos donde estos jóvenes desafían la gravedad y la entereza de sus huesos. Hablo de envidiosa, ya bien me hubiera gustado probar en mi sana juventud.



Igualmente, coxis y menisco mediante, estaría a tiempo, ya que aquí funciona una escuela de esta especialidad y dictan promocionales cursos de tres, cinco o siete días por sumas…digamos curiosas! Ni lo intentaré porque no me gustaría que el traje me apriete las pocas carnes que me quedan, y menos aún me gusta el agua fría a primera hora de la mañana. He dicho!

Para mí en cambio, es perfecta la larga caminata con el aguita a los tobillos masajeando la planta de mis pies fieles,  con las conchillas pulverizadas por la erosión, y almejas asomando de sus pocitos.




Lecturas recomendadas en los soleados balcones, tiempos de reflexión y meditación, y mucha fiaca bien merecida.

 

Hoy me festejé mi primer mes de resucitada (después del “accidente”) con un sabroso waffle de frutillas y salsa de chocolate, café americano, sombrilla y mesita frente al mar, ¿qué más para Agradecer por tanto a la Vida?!!


Hice alguito de yoga en la arena, leí un nuevo libro que obtuve en la biblioteca circulante -el único en español- y miré muuuuucho el horizonte…  Allá lejos, del otro lado del charco Atlántico, está mi querida Argentina. Aunque aún estoy del lado del Indico, no llegué a la divisoria de aguas, aunque no creo que halla una línea ni una barrera, ja!





Mucho ohmmm pero el viento te hace estar todo el día encogida, los hombros apretados, los labios resecos, mucho tecito tibio y mucho pichín por salir. Pero feliz! Disfrutando a pesar del mismo.

Esta noche tenía tanto frío que me pedí -inconcientemente- una comida calentita que olía muy bien y todos devoraban. Aclarando que quería la versión vegetariana me pedí una porción.

Apenas probé el primer bocado me sentí un dragón! echando fuego por la boca como nunca me había pasado. Se me extinguió toda la dulzura del waffle del mediodía en un santiamén!

Necesité dos vasos completos de agua para apagarme el incendio y mi vesícula acusó recibo instantáneamente. Lo tuve que dejar… y prometerme nunca más incursionar en salsas desconocidas. Hacía meses, desde Etiopía que me venía salvando…  Voto por mis inofensivos sandwichitos de queso con verduritas varias, ja!

Bueno, en vista del fresquete -ya se largó a llover- me voy a disfrutar de mi camucha y del ventanal con las olas alumbradas por la luna nueva.



Que descansen, gracias por acompañar. Saludos a sus angelitos…  chuic!



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