En la zona noreste de la Isla Norte, se encuentra este pueblito precioso. Lo que me habìa convocado para llegar hasta allì, fue el museo del artista vienès Hundertwasser.
Este prolìfico pintor y arquitecto (1928/ 2000) ya me habìa cautivado en Viena cuando conocì su obra en 2020. Precursor de la arquitectura orgànica, enemigo de las lìneas rectas, super ecologista, creador del baño seco y la reutilizaciòn de las aguas servidas y de lluvia, los techos vivos y cultivables, el uso de colores vivos y formas extravagantes, un genio mezcla de Dalì y Gaudì, que me habìa abierto la cabeza, y el corazòn.
Lo que no tenìa ni idea, era que habìa vivido sus ùltimos 27 años en Nueva Zelanda, enamorado de estas tierras, defendiendo sus bosques (con ya la tràgica y repetida historia de la deforestaciòn como en tantos otros lados!), compartiendo su excèntrica vida con los maorìes locales, aprendiendo de ellos, reformulando su barco hogar con el que viajò hasta Taihitì, plantando màs de 100.000 àrboles nativos, participando en grupos activistas con sus destacados y descabellados posters ambientalistas.
Recorrì su museo embebièndome de cada detalle durante màs de cuatro horas, tal es asì que en un momento, una de las guardianas de sala, se me acercò a preguntar si yo era una estudiosa de la vida de Hundertwasser. Debì admitir que estaba tan fascinada que no me querìa ir, recorrìa sus cuadros e instalaciones, al son de Vivaldi muy suavecito de fondo, como el canto de las sirenas a Ulises, como un imàn al alma de este ser tan singular, despreciado por algunos y entronado por otros.
El edificio es en sì, ya una obra de arte, con las reglas de uso de su doctrina, con la armonìa de la luminosidad y el movimiento de paredes, suelos y techos, como si de un ùtero vivo se tratara.
Tras la recorrida, terminè de disfrutar la visita con un cafè con scons de queso de lujo! en un balcòn curvo mirando el rìo al atardecer, plena el alma, plenos los sentidos…
Me dejè llevar por la rambla costanera, sentàndome en banquitos bajo los àrboles, mirando a las familias pasar, los niños jugando con los perros, y yo digiriendo tanta bonita bohemia.
Mañana, si Dios y mis angelitos quieren, serà otro dìa de lujo. Ya les contarè! Good night!
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