Habiendo averiguado que había una combi de Ubud a Amed, no dudé en reservar un lugar para la mañana siguiente.
A las 8 am. Firme como en la escuela, mochila al hombro, lista para embarcar.
La combi no era último modelito, como tampoco la ruta. Una sucesión de pozos, salpicada por centenares de motos como abispas, le dificultaban el avanzar.
Finalmente, tras tres horas de viaje, llegué al mentado pueblito, sobre la costa oriental de Bali.
Había leído que era un lugar muy tranquilo, alejado de los tumultos comerciales.
Dicho y hecho! Podría afirmar que aquí sólo he visto 3 o 4 turistas blancos, y algún hindú. 0 chinos! Bravo!!
Busqué alojamiento en distintos lugares, pero uno más feucho que el otro, eso sí! Super económicos! Hasta que dí con uno, delante de la playa misma, cuyo propietario empeñado en que me quede todo un mes, me dió una casita increíble! Dos ambientes bien de estilo balinés, con las puertas y las ventanas ojivales de persianas labradas, pintadas de turquesas y verdes. Muro de piedra, techos altos, balcón terraza sobre la arena misma, la cama doble con mosquitero de princesa, la cocinita bien equipada y limpia, y el baño -bien balin{es!- en un patiecito exterior y a la intemperie! Por cieloraso, solo enredaderas de flores que cuelgan sobre la ducha y el lavabo. Hermoso! Increíble! Y todo para mí sola! Decidí pactar por una semana en principio, necesito una pausa …
Veré si tiene buen internet, porque a esta altura, deberé trabajar sobre un asuntillo que no me gusta nada, pero debo afrontarlo con calma. El mar me ayudará a lavar el dolor del mal trago que me salpicó en estos días, y espero encontrar aquí el oasis que me devuelva a la paz tan viajeramente conseguida.
En eso estaba, cuando recibo el mensajito via whatapp de unos amigos que conocí en Nueva Zelanda. Más precisamente, Myriam y Kerem, los que me alzaron el dedo para llegar a Nappier.
Querían saber como estaba yo y me cuentan que están en Bali.
Les contesto que bien, y que yo también, que acababa de llegar a Amed.
“Amed!??” -nosotros también!
Me mandan la ubicación de donde estaban, y…. era el hotel de al lado de mi casita!!!
Instantáneamnete salí corriendo a abrazarlos. No dábamos crédito a esta coincidencia milagrosa!
¿Serían mis angelitos del día para levantarme el ánimo?
Lo cierto es que compartimos el almuerzo, luego nos fuimos a caminar a reconocer el pueblo, fuimos juntos a hacer snorkel a la playa, frente al volcán Agung, y terminamos cenando juntos, para despedirnos frente a la puerta de sendos hoteles. Muy gracioso! Fue un día genial, en inesperada compañía.
Hasta la próxima "causalidad" chicos!
Al día siguiente: visita al templo de Taman Tirta Gangaa
Que en realidad no es un templo, sino que fue construído hace 1000 años como residencia para los emperadores de turno, con sus famosos jardines acuáticos, fuentes y pececitos de colores.
Se encuentra a los 1.200 metros de altitud en una colina que alberga otros siete templos, al que los hinduistas están convocados a visitar por lo menos una vez al año.
Realmente majestuosos... Inentendible como han hecho semejantes construcciones de piedra maciza, a esa altura y en esas épocas sin recursos como ahora. La mano de Dios?
Mañana veré de sentarme a abordar “El Tema” (por razones de no negatividad, me reservo los detalles), así que por hoy, felices y merecidos sueños…
Gracias por estar ahí!
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