Otro de mis vecinos en esta quincena “vacacional” en Pai, ha sido el tano Renato. Personaje de lo más simpático, que hace 27 años repite el mismo lugar y la misma cabaña, durante los seis meses invernales europeos.
Charlatán inversamente proporcional a su pelada! Para ser justa, diré “conversador”, porque a decir verdad, parecía un señor de lo más culto y educado. Por añadidura, hablaba perfecto español, por lo que compartimos largas horas de charlas interesantes.
Dijo haber sido maestro y psicólogo en la misma escuela de Torino en sus años mozos. En los meses de estío se dedicaba a viajar “mochileando”, habiendo cumplido con creces varias vueltas al mundo! Hasta que finalmente se hartó de viajar tanto y se enamoró del Sudeste Asiático, por lo que repite todos los años. En parte por presupuesto, en parte por la comida, y en parte por la tranquilidad de vivir sin los miedos citadinos de occidente.
Quizás, hasta pudiera ser que tuviera alguna noviecita de ojos rasgados por estos lares, no lo sé, ja!
Lo cierto que para no aburrirse encontró un método para entablar conversación con los turistas que visitan el pueblo.
Cada tarde, “cuando la luz es perfecta”, entre las 16 y las 18, despliega una manta negra sobre una pared frente al “Seven Eleven” -el tradicional supermercado yankee que me salva la vida- y munido con su cámara reflex de alta definición, ofrece retratos free “sin compromiso”, a voluntad...
Las chicas jovencitas, rubias y bonitas, alucinan con poses de modelo de revista y fluyen con libertad entre risas y charlas. Los varones son más reacios a prestarse al juego. Y los adultos, ni lo escuchan, huyen con la desconfianza que nos estupidiza.
Renato se divierte y siente que hace feliz a la gente. A mí me parece de lo más inofensivo, creativo y hasta inocente.
Cada cual atiende su juego…
Por mi parte, en estos días me he convertido en una adicta a la lectura, a la escritura y a las largas caminatas por los cerros circundantes.
Salvo estos últimos dos días de Carnaval, para los Thai, Año Nuevo, que ni asomo la ñata a la calle so pena de quedar bautizada al por mayor.
Él tampoco puede exponer su cámara a los azotes de agua callejeros en estas Fiestas infernales, por lo que esta tarde me pidió sacarme unas fotos en el jardín del complejo, como para no perder el vicio.
Al principio me sonrojé de vergüenza pero, siendo que era mi última tarde y sin grandes planes, acepté dudosa. De última, las eliminaría y listo. ¡A vivir la experiencia!… Ya probé tantas cosas nuevas en este largo viaje, que una más… ¿quién me quita lo bailado?
Aunque ya me haya sacado otras fotos frente a hermosos paisajes, templos, con amigos o alguna que otra selfie, saber que un profesional te va a hacer un retrato de verdad, es otra cosa. Y eso que no estamos hablando de nada de poses sexys ni provocativas. Más bien, él dice que gracias a la charla previa, capta tu esencia, y el gran desafío es plasmarla en la imagen, sin palabras, sin textos, sin adicionales.
A decir verdad, me gustó la propuesta.
La tarde iba llamando a la noche, cuando el dorado del cielo, marcó el tiempo de exponerme a su objetivo.
Al toque de -”Bella! Bella!”- Renato me iba indicando que mirara para arriba, para allá, para aquél árbol, para el río, ahora para el puente, que apoyara el brazo así, o juntara las manos asá, -”Bella...bellísima!” -me animaba mientras los últimos rayos reflejaban mi alegría.
Mi pudor mutó en soltura, y ambos nos divertimos por un buen rato.
Finalizadas las tomas requeridas, nos despedimos hasta algún futuro incierto encuentro, vaya a saber en que punto del planeta. Al día siguiente yo partiría a Chiang Rai, y él hacia Bangkok. Prometió enviarme las seleccionadas por mail.
Contenta me fui a despedir de los arrozales con la luna incipiente, y a comprarme algo para cenar. Caminé lento por la orilla que tanto bien me hizo los últimos días, y hasta eche al agua un barquito de papel. La gran lección del “Fluir” estaba llegando a su fin.
Volví a la cabaña a empacar mis cosas y a leer un poco en mi terracita con la deliciosa temperatura de la noche estival, mientras me deleitaba con mis tres rollitos Primavera vegetarianos y una cervecita helada.
Cuando abro la compu, ya tenía en mi Bandeja de Entradas, el mail de “Regalo” de Renato: 44 increíbles fotografías! Algunas en color, y otras en blanco y negro. Decididamente un Genio! Sabe lo que hace!
A pesar de verme llena de arrugas en primerísimos primeros planos, logró sorprenderme con las miradas y las actitudes tan naturales. No sé como lo consiguió, pero me gustaron!
Ahora lo difícil de seleccionar unas pocas… ¿cuál será la ganadora? Ja!
Podría abrir un concurso en línea y pedir votaciones.
Podría usar alguna para la contraportada de mi próximo libro, ja!
O para subirla a las Redes, o a alguna página de citas si creyera en ellas, o de última guarden alguna para mi obituario cuando corresponda… Ja!
Aquí les dejo algunas, solo para que vean que no todo es paisaje en mi blog.
Está estrictamente prohibido su reproducción total o parcial, en cualquier soporte o método de copia, sin el pertinente permiso de “la modelo”, ja!


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