Su nombre pequeñito y las letras chiquitas con las que aparecía en el mapa, me jugaron una falsa pasada. Resultó otra super mega ciudad!
Claro, con las playas que tienen los vietnamitas no se van a perder el mercado turístico de millones de chinos ricos, ergo, una más saturada que otra. Una frustración para un alma hermitaña como la mía. Y de la frustración al enojo, un solo paso.
Sobretodo cuando el hostel miente las fotos y pone que está en primera línea de playa y en realidad son doscientos metros, tras un sol abrasador sin un solo arbolito para cruzarlos.
Sumado a eso, al bajar del tren, se me rompió otra vez una ruedita de la valija!!!! UFAAAA!!!!
Pero como mis angelitos están siempre preparados para todo, resultó que la dueña del hostel tenía un par de repuesto y prometió llevarme al día siguiente, a las 7 de la matina! -porque después ella tenía otra cosa que hacer- a un lugar que me la sabrían poner. Esto resultó el zapatero del mercado.
Feliz con la propuesta, me dormí más tranquila. Aunque una vez más, con la panza vacía, ya que no había nada para comprar en las inmediaciones de “la primera línea”. Y para seguir sumando desventuras, las sandalias nuevas que estaba estrenando (las otras murieron de trabajo forzado no remunerado) me sacaron ampollas en ambos tobillos, muy molesta!
Lo cierto es que el zapatero devenido en arreglador de ruedas, resultó un chapucero, y tras cobrarme más que una valija nueva, la ruedita salió rodando sola!!! (o sea sin la valija que se supone debía acarrear) en menos de tres cuadras. LO ODIE!!!
Decidida a irme de esa nefasta ciudad, la arrastré hasta la estación de tren, donde me enteré que debía esperar 12 horas hasta la salida del próximo rumbo norte. UFAAA!!!
Evidentemente no era mi día…
Mejor lo dejamos aquí.




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