domingo, 15 de junio de 2025

Himalayas

 Tras otro riquísimo y abundante desayuno (más el extra aprovisionamiento en la bolsita para el resto del día) partimos rumbo a los Himalayas.


La primera sorpresa fue que nuestro grupo se siguió reduciendo, solo quedamos Petra y yo.

El ruso decidió mudarse s un hotel 5 estrellas y dar por terminado el tour ya que estaba muy cansado. La pareja de Malasia aludió a que ya les fue suficiente y querían retornar a su hogar.

Para mí es inconcebible haber pagado una fortuna por un tour de XX días y que por el medio decidas abortarlo sin más. Evidentemente hay gente que tiene o le sobra mucha plata. Yo soy de las que exprimen cada experiencia al máximo, sobre todo si las pagué por adelantado. En fin, cada cual, cada cual… Y sigo aprendiendo de la diversidad de tipos humanos.

Petra, rumana, tiene 41 años, es Directora de Relaciones Públicas del Bulgary, el hotel más caro de Bali. Hace 10 años que vive allí tras otros tantos en Dubai, París y no sé donde más. Alta, rubia, de ojos celeste agua preciosos, pero tan rígida e impenetrable como su coraza de cristal. Declara abiertamente que los hombres son un asco, aunque tampoco le gustan las mujeres, que ella es autosuficiente y ya! Ésta será mi compañerita los próximos tres días, veremos… y la guía! Y el chofer de la Traffic, toda para nosotras tres, así que hoy me tocó ir adelante de todo, iupiii!! para poder ver todo el paisaje en primera fila.






Primero fuimos a un templo, en la misma ciudad de Shiagtsé, que me encantó. Era como un pequeño pueblito con callejuelas laberínticas entre las edificaciones de los dormitorios de los monjes, con algunos arbolitos milenarios resistiendo el paso de los siglos, muy pocos turistas, muchos fieles locales con sus ofrendas, sus rezos, sus genuflexiones al estilo “saludo al sol” de yoga, pero ininterrumpidado, para autofragelarse por sus pecados y lograr mutar su karma para la próxima reencarnación.

















Recorrimos las salas de los rezos, las estupas, los altares, las estatuas de los mismísimos mil Budhas que hay en otros templos, los guardianes demoníacos, y las centenares de urnas para las contribiciones monetarias, las velas, las flores, y los inciensos.

Yonsón hace sus mejores esfuerzos por ponernos al tanto de todos los vericuetos y leyendas de la religión Budista en la que cree firmemente. Por mi parte, me asombra el nivel de “ superchería” -con mis mejores respetos- pero me parece que a esta altura de la civilización, todos esos cuentos deberían quedar en la historia. Es increíble el nivel de sumisión de todas estas personas, monjes incluídos! He dicho, y no digo más…

Ahora sí, encaramos los 380 kms. que distan a la base del Himalaya, donde nos alojaremos en un Campamento de dormitorios compartidos. Petra frunce su ceño..







Para mí, toda aventura es bienvenida, aunque eso de dormir en carpas con -10°C por la noche y con centenares de chinitos a mi alrededor, no sé si me gusta tanto, veremos…

Las rutas están impecables, ni un pocito, todo señalizado, con las respectivas líneas blancas u amarillas, los guardaraids, los carteles indicadores, y las decenas de puestos de policías controladores de documentos. Insufribles! Aquí sientes todo el poderío de los conquistadores chinos. Obviamente todo esto conduce a otro de sus innumerables business! Los Himalayas atraen a turistas y escaladores de todo el mundo, y con buena infraestructura, más todavía.



Además por las rutas circulan muchísimos camiones que van y vienen de las minas que también explotan aquí y allá, Más las cuantiosas obras en constucción por doquier elevando mega ciudades de mega torres, casinos y shoopings incluídos, donde otrora eran pueblitos agrícolas, con sus paisanos pastores paseando sus yaks y cosechando sus terrazas de arroz. Ahora, todo es un asco de “producción” y “progreso”, bajo el lema de que “dan trabajo” a los locales, cuando en realidad les chuparon sus tierras y los tienen como esclavos.

Y todo por supuesto invadido por los chinos mismos, tanto como empresarios inversores, la mano del poder, como por millares de turistas que impunemente hacen uso y abuso del territorio tibetano.

Imaginate como te sentirías si en cada fecha patria, en la escuela de tu hijo, en vez de izar la bandera argentina izaran la yankee, o que cuando te nace un hijo, en el registro civil, lo anotan como americano. Que todos tus lideres espirituales, artistas, y voceros de las tradiciones y culturas de tu tierra, fueran obligados a exiliarse (Bueno, algo de esto, ya lo vivimos en Argentina), que te prohibieran hablar tu lengua y profesar tu fe y que destruyeran tus templos. Y por supuesto, ojito con quejarte o hablar mal de los nuevos “conquistadores” porque sos boleta.

Pues así viven los tibetanos su vida desde hace 70 años, en Sept. 1959, las tropas de Mao invadieron el Tibet y éste pasó a ser una provincia más del gran mounstruo.

Los tibetanos no pierden la esperanza, y cada tanto promueven rebeliones que terminan en nefastas masacres, o se inmolan a lo bonzo, en señal de repudio, ya hubo más de treinta casos. A los chinos no se les mueve un pelo, los detesto!

Basta por hoy, sigamos a las cosas lindas…

Continuamos por la ruta 318, que es tan emblemática como nuestra 40. En distintos puntos, a medida que aumenta la altitud, hay monolitos para las típicas fotos de los héroes qe aún no nos apunamos. Debo aclarar que voy con los dedos cruzados y tomando más agua que en toda mi visa junta, que es lo que te recomiendan. Por ahora me niego al oxígeno.





En los chiringuitos al costado de la ruta te lo venden envasado en aerosoles, al mejor estilo espuma de carnaval, pero a mí eso de ponerse tubitos transparentes dentro de la ñata, no me va. Por ahora, me las aguanto, lento pero seguro.












La ruta por la tarde se convirtió en un zig zag infinito, interminable, a medida que subíamos montañas cada vez más altas, y atravesábamos pasos entre los cordones de la cadena de los Himalayas, pero éste se hacía desear.



Nuestro chofer un genio, porque la verdad, hay que saber, y poder, dominar la Traffic en cada pendiente. En un momento dado, te hacen bajar de tu vehículo, y continuas en unos eco-colectivos de la empresa explotadora del parque “Qomolangma”, que significa en tibetano: Madre de la Tierra, y es el nombre original del monte Everest que con sus 8.848 metros de altura es el paladín indiscutido de la cadena de los Himalayas,




Tras una curva, nuestra guía nos marcó la dirección donde se suponía que lo veríamos, pero una antipática nube gris de lluvia, lo ocultaba completamente.

Me hizo acordar a cuando intenté ir a ver los delfines, y “justo” ese día, parece que no estaban…

Yonsón nos dió esperanzas, diciendo que las nubes van y vienen todo el tiempo… que novedad! La cosa es que se fueran definitivamente.

Llegamos al Campamento Base rendidos. Resultó que no eran tiendas de campaña sino modernosos departamentos de habitaciones dobles. Nos asignaron el cuarto a compartir con Petra.





Ella sacó de su valijota una campera enorme, forrada de pieles, digna para ir al Polo Norte, un gorro tejido, guantes, se puso otro par de medias térmicas, y se fue a caminar por los alrededores esperando y rogando que amainara la lluvia.

Por mi parte, me desplomé en la cama, me hice un té y me puse a editar fotos.

En un momento tomé conciencia que no había hecho todo ese viajón para quedarme encerrada en una pieza, por más frío que hiciera. Así que interrumpí mi tarea, me puse una tercer remera a falta de pullover y mi humilde camperita rompeviento, finita como un pétalo de flor. Me impulsé de ánimo y con la excusa de ir a hacer pis (baños exteriores comunitarios), salí al exterior.

No sólo había parado la lluvia, sino que un reflejo dorado de la puesta del sol, iluminaba de pleno la ladera expuesta a las vistas de miles de turistas que allí aguardaban con sus super equipos fotográficos. La verdad, un espectáculo!




No pude menos que agradecer… haber llegado hasta el Everest! Y que se haya despejado, un regalo doble de la maravillosa Naturaleza.

Saqué unos fotones, vi a unos chicos danzar en ronda, fui a hacer mi pis, y me metí rápido a la cucha antes de quedar petrificada de hielo.

El colchón tenía un sistema de cables interiores, que habiendo apretado un pulsador, éste comenzaba a tomar temperatura como una gran almohadilla eléctrica. Ja! Que placer! Y el cubrecama super acolchado blanco, un lujo! Me quedé dormida antes que Petra regresara, al parecer, la estaría pasando lindo por ahí fuera. Con su equipo, no sentiría ni una gota de frío.

Pero para mí, el gustazo pasaba por estar horizontal, agradeciendo todo lo vivido en otro glorioso día.

Y Gracias a Uds. también, por acompañarme.



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