Que no es lo mismo que la esposa del sapo, ni una sopa femenina, sino la región más al norte de Vietnam, lindando con la frontera china.
Y más precisamente, la ciudad del mismo nombre que convoca a los mismos turistas que venimos subiendo desde el sur, o más precisamente, a los que empiezan su aventura vietnamita aquí para ir bajando hasta Saigón, en dirección contraria a la que hice yo.
Lo cierto que aquí, más que la dirección, lo que vale es la altitud.
Con respecto a esto último, ya es muy difícil saber hasta donde es auténtico y hasta dónde cartón pintado for export. Las cientos de “cholitas” merodeando el centro ofreciendo sus “artesanías” a cuestas, me hacían prejuzgar el origen industrial chino de tanta mercadería uniformemente igualada. Ponen a las criaturitas a bailar en cada esquina, con sus trajes típicos y sus sombreritos pidiendo “colaboración” que yo traduzco en “servilismo a algún patrón escondido, y-o explotación infantil con mendicidad.
Obvio que no pagué para ir a cureosear sus aldeas escondidas en los cerros, ni por fotografiarse con ellas.
Aquí, como ya había contado en otros lados, es más que popular, alquilarse trajes de épocas pasadas, como de princesas o señores feudales, emperadores de sagas, dominadores de dragones y otras fantasías, cual los comics chinos de personajes de leyendas. Muchas familias o grupos de jóvenes, pasan horas eligiendo sus atuendos y luego horas de maquillaje y peluquería, para finalmente, lograr pomposas fotos con castillos escenográficos, ruinas en estas aldeas, fuentes mágicas, y cuanto es pausible de cobrar una entrada. Al final del día, se pasean orondos con sus trajes relucientes de destellos de lentejuelas y efectos especiales en sus rostros, por las calles de la ciudad, como quien va al supermercado. Todo más que ridículo, pero ellos parecen de lo más felices, y hay toda una industria montada en pro de estas deseadas fotografías. En fin… cada chino con su vida…
Por mi parte, traté de gozar los verdes de las colinas sembradas entre las nubes que nos cubrían invisibilizando todo de a ratos, como fantasmas en un paraíso oculto. Para variar, caminé y caminé… despidiéndome de estos territorios, ya que al día siguiente decidí la osadía de mi real aventura: entrar a China! Ya les contaré si sobrevivo…
Lo cierto es que las tiritas de mis sandalias nuevas me jugaron una mala pasada y me sacaron llaguitas en ambos tobillos. No les dí importancia…
Hoy que escribo, un par de días después que comenzó la infección, empiezo a preocuoparme que no logro cicatrizarlas. Las he bañado en alcohol, les hablé, les puse varias curitas, pero no hay caso… no se quieren cicatrizar. Claro mensaje de la necesidad de pausa antes de nuevos rumbos. Veremos, veremos si el paréntesis chino da resultado. Prometo no moverme en tres días. La ciudad china donde debo esperar mi “Permiso de Entrada al Tibet” me tiene totalmente apabullada: 8,5 millones de habitantes! Uds. me entienden, verdad? Lo más antimí que voy a vivir… pero paso obligado si mantengo mi convicción de no tomar aviones… y andar por “la tierra”!
Bueno, no me voy a adelantar. Lo cierto es que me despedí de Vietnam con el sabor de haberme dado todos los gustos, haber cumplido con todas las recomendaciones, con el haber hecho las pausas necesarias, haber descubierto un país hermoso y sorprendente, haber compartido de a ratos con gente linda, haber aprendido un montón, gozado y Agradecido por partes iguales.
Chau Vietnam! Gracias!















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