La modernidad, las grandes autopistas y el Coronavirus hicieron popular el sistema BlaBlacar en sustitución del romántico “dedo al paso” o hitchiking como lo llaman por acá.
Lo cierto es
que me inscribí en un viaje de Madrid a Andorra, con la intención de pasar a
Francia por una frontera menos transitada que vía Barcelona por el sur o
Santander al norte.
En cuatro cómodas horas, Alba, la conductora que me tocó en suerte, me dejó en pleno centro de Andorra La Vieja (o la Bella como la llaman algunos).