Amanecimos entre la niebla a una temperatura un tanto fresquita para ser considerada de “verano”. Unos pescadores-héroes, en sendos botes, rompían la línea del horizonte donde el tenue sol se esforzaba inútilmente en aparecer.
Amanecimos entre la niebla a una temperatura un tanto fresquita para ser considerada de “verano”. Unos pescadores-héroes, en sendos botes, rompían la línea del horizonte donde el tenue sol se esforzaba inútilmente en aparecer.
Apenas cruzamos la frontera, edificios de una arquitectura totalmente diferente se presentaron al borde de la ruta. Infinitos “monoblocks” de entre 4 o 5 pisos, muy cuadrados, más que racionalistas, con ventanas oxidadas, sin balcones y ninguna flor… en franco estado de abandono, aunque habitados por centenares de polacos que pululaban entre mercados y calles colmadas de carteles, ruidos y autos tan deteriorados como ellos.
Evidentemente, la diferencia económica entre ese país y su vecino germano, es notoria desde el primer aprouch. Alemania con sus chalets de piedra con canteros de geranios rojos colgando, sus albercas plenas de dalias lilas y porchs vidriados con duendes y maripositas de cerámica colgando entre tejados de pizarra, cobijando BMW o Mercedes lustrosos, no tiene nada que ver con los rejuntes de chapa sin matrícula ni faroles de los modelitos de autos cincuentosos que usan los polacos en estas primeras ciudades fronterizas ni con las caravanas que circulan por toda Europa con sus desbordes de lujo para campings como colmenas.
El único modo de saber que has cambiado es el aviso de Movistar anunciándote que el roaming sigue vigente (claro! Lo has pagado con creces!) y/o el mensaje de la Cancillería Argentina anunciándote que ante cualquier dificultad, tendrás apoyo en la sucursal de Berlín. ¿Cómo m. saben esos malditos satélites por dónde ando, si tengo desconectada la tecla “Ubicación” en mi aparatito, justamente para evitar estas intromisiones en mi privacidad viajera? En fin…
Me dí cuenta que sería muy complicado seguir a dedo (idioma incomprensible + falta de mapa papel para ver la línea imaginaria en plenitud + lluvia copiosa e intermitente + fatiga declarada impostergable = vejez? + ganas de llegar pronto a encontrarme con mi amiga).
La modernidad, las grandes autopistas y el Coronavirus hicieron popular el sistema BlaBlacar en sustitución de romántico “dedo al paso” o hitchiking como lo llaman por acá.
Lo cierto es
que me inscribí en un viaje de Madrid a Andorra, con la intención de pasar a
Francia por una frontera menos transitada que vía Barcelona por el sur o
Santander al norte.
En cuatrocómodas horas, Alba, la conductora que me tocó en suerte, me dejó en pleno centro de Andorra La Vieja (o la Bella como la llaman algunos).